El movimiento de los «chalecos amarillos» iniciado hace un mes revela una crisis profunda que se está gestando desde hace varios años en el país galo. Los piquetes instalados en las rotondas en innumerables ciudades francesas remiten a los métodos de lucha utilizados en Latinoamérica, particularmente en Argentina. Además de exigir una serie de reivindicaciones […]
El movimiento de los «chalecos amarillos» iniciado hace un mes revela una crisis profunda que se está gestando desde hace varios años en el país galo. Los piquetes instalados en las rotondas en innumerables ciudades francesas remiten a los métodos de lucha utilizados en Latinoamérica, particularmente en Argentina. Además de exigir una serie de reivindicaciones ligadas a la justicia social, los chalecos amarillos cuestionan el régimen de la Quinta República, proponiendo la democracia participativa y una reforma profunda de las instituciones a través de asambleas populares y referendos de iniciativa popular, entre tantas otras medidas.
El grito frecuente «que renuncie Macron» en las movilizaciones puede aparentarse al «que se vayan todos» en Argentina durante la crisis desatada en diciembre del 2001. Después de la declaración de Macron de 13 minutos este lunes 10 de diciembre ofreciendo migajas, el movimiento considera que, además de intervenir tardíamente, no responde a sus reclamos. En efecto, pareciera que el presidente es incapaz de medir el alcance y la profundidad del movimiento, una especie de autismo similar al de algunos presidentes latinoamericanos.
Si bien los «chalecos amarillos» se reclaman «apolíticos» en realidad plantean un cambio radical en la forma en que Francia debería ser gobernada. Este movimiento, compuesto por hombres y mujeres de bajos recursos cuyos ingresos apenas alcanzan a llegar a fin de mes (hay casi diez millones de franceses por debajo de la línea de pobreza) aparece a dieciocho meses de la elección de Emmanuel Macron. Vale la pena recordar que fue elegido en segunda vuelta contra Marine Le Pen con promesas de aplicar medidas «de derecha y de izquierda». El balance de su política francamente neoliberal no deja lugar a dudas sobre su real orientación.
Según una encuesta reciente los jubilados, que padecen recortes importantes, representan un tercio de los más de cien mil «chalecos» movilizados. Ahora nueve sindicatos llaman a manifestar el próximo 18 de diciembre contra el congelamiento de las jubilaciones a imagen de los jubilados chilenos y brasileños que salieron masivamente a las calles en marzo del 2017.
Gran cantidad de analistas intentan definir este movimiento apelando a ejemplos históricos, la mayoría comparando los chalecos amarillos a los Comuneros y a la Revolución de 1789, de 1848, incluso al mayo francés de 1968. Algunos incluso dan como ejemplo a la crisis de diciembre del 2001 en Argentina: «los días 19 y 20 de diciembre de 2001 en Argentina también revelan lo que puede ser una «insurrección destituyente». Sin canales apropiados de transmisión y sin líderes, el pueblo argentino, abrumado por la crisis económica que había durado desde 1998, exigió «que se vayan todos». El presidente Fernando de la Rúa tuvo que renunciar. ¿Que valió su «estado de sitio» contra el poder soberano? (Thomas Branthome, historiador, revista Regards del 5/12)
Rebelión popular, insurrección destituyente, democracia insurgente son algunas de las definiciones que se buscan. Pero todos los analistas concuerdan en que estamos viviendo un momento histórico en Francia ya que 64% de la población sigue declarándose solidaria del movimiento, aun después de la declaración televisiva de Macron. La adhesión de los estudiantes secundarios (más de 450 colegios movilizados) es un factor de preocupación suplementario para el presidente. Las imágenes de 150 estudiantes en el pueblo de Mantes-la-Jolie, arrodillados bajo la amenaza de la policía, causaron estupor, incluso entre los miembros del gobierno.
Cabe preguntarse como seguirá o terminará este movimiento, si los chalecos amarillos se convertirán en partido político, si participarán en las próximas elecciones europeas de 2019 o sí incidirán en la recomposición de los partidos, sean de izquierda o de derecha en Francia.
¿Será una alternativa «latinoamericana» como Andrés Manuel Lopez Obrador o Jair Bolsonaro?
Todo es posible.
Carlos Schmerkin, Miembro fundador de ACAF (Asamblea de Ciudadanos Argentinos en Francia) y bloguero en Mediapart. Publicado en nodal.am. Distribuido por el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)