Traducido para Rebelión por Caty R.
Editor de Ciencias Políticas e Historia desde 1994, y profesor de Geopolítica desde 1999, Aymeric Chauprade, además, es asesor internacional de grandes grupos franceses o de Estados sobre los contenciosos geopolíticos.
Ha publicado numerosos libros, en particular: Géopolitique, constantes et changements dans l’histoire, Ellypses 2003, que se ha convertido en un manual de referencia, y más recientemente Chronique du choc des civilisations, Dargaud, febrero 2009, que le ha acarreado la brutal destitución de su cátedra de Geopolítica.
Se le acusa de ser partidario de la teoría de la conspiración, mientras que usted no está considerado de esa forma ¿Qué ocurrió?
Todo empezó por un artículo de Jean Guisnel en el semanario francés Le Point del 5 de febrero de 2009, en el que pedía mi cabeza al ministro de Defensa porque me atreví a hacerme eco de las teorías no conformistas con respecto al 11-S. En efecto, mi último libro empieza con un capítulo sobre el 11-S. Con relación al choque de civilizaciones quiero mostrar, en primer lugar, el hecho de que una gran parte de la humanidad, fuera del ámbito occidental, no cree la versión oficial que ha dado el gobierno estadounidenses sobre ese suceso y que se ha convertido en la versión obligatoria de los medios de comunicación occidentales. En Chronique du choc des civilisations -que es un atlas de geopolítica mundial y en absoluto un libro limitado al 11-S-, expreso la síntesis, en mi opinión la más completa que existe hasta la fecha, de lo que podría ser un escenario alternativo a la versión oficial. Yo no tomo partido. Expongo los argumentos de quienes mantienen esa teoría denominada de la conspiración y no señalo conclusiones. Me mantengo cauto. Pero mi «crimen» es haberme atrevido a presentar de forma creíble, y por lo tanto convincente, esos elementos que refutan la versión oficial.
Soy científico, mi primera formación es de ciencias matemáticas y física antes de pasar a la ciencia política. Por lo que he profundizado en el asunto (sobre todo en Estados Unidos) y por lo mucho que he hablado al respecto con los expertos franceses de la investigación (que no hablan, pero piensan), puedo decirle que tengo dudas más que razonables sobre la versión oficial.
En cualquier caso, no veo en nombre de qué estaría prohibido pensar sobre este asunto. Existe el derecho a imaginar cosas terribles con respecto a los musulmanes o cualquier otra civilización, pero cuando se trata de Estados Unidos o, todavía más, de Israel, es casi un crimen contra la humanidad imaginar que esos cínicos hayan podido concebir semejante crimen.
Acaba de conseguir que el tribunal administrativo suspenda la decisión del ministro. ¿Puede volver a impartir sus clases?
Después del primer recurso urgente, presentamos otro mostrando que la decisión amenazaba mi economía personal. El juzgado de recursos urgentes ha considerado que se había violado una libertad fundamental: la del derecho a la defensa.
Caí en un tribunal independiente y justo, en una Francia cada vez más cerrada mediática y políticamente. Incluso cuando todo está cerrado hay que seguir creyendo en Francia.
En consecuencia, teóricamente puedo reanudar mis clases. Obviamente, en la práctica es más complicado. El ministerio de la Defensa tiene que decir con claridad qué falta he podido cometer. En realidad, todo el mundo sabe que la verdadera razón de mi destitución es que soy el último representante, en las instituciones de defensa, de la línea gaullista en política extranjera. Soy partidario de un mundo multipolar y no de esta locura política de «Occidente contra todos» que representan quienes están ahora en el poder en Francia.
¿Cuáles han sido las reacciones de sus alumnos y colegas, en particular en el Colegio Real Militar Superior de Marruecos donde enseña?
Estoy muy impresionado por las numerosas manifestaciones de solidaridad que he recibido. No sólo de la inmensa mayoría de los funcionarios franceses de la Escuela de guerra, sino también de los extranjeros. Los alumnos africanos, en particular, están muy enfadados, y los de los países árabes también. Más discretamente he recibido testimonios de amistad procedentes de países asiáticos. Mi destitución se interpreta, con razón, como la prueba evidente de la ruptura de Francia con los fundamentos de su política extranjera de equilibrio. Espero a ver qué hará la Escuela del Ejército Real de Marruecos. Llevo seis años enseñando allí siempre satisfactoriamente. En Rabat complace mi libertad de expresión. Estoy empleado directamente por los marroquíes, no por la parte francesa. Normalmente, Marruecos ya no es un protectorado, espero que eso no cambie a pesar de las presiones.
¿Qué opina del regreso de Francia a la Alianza Atlántica (OTAN)?
Eso va contra los intereses de Francia y no hemos tenido un auténtico debate sobre el asunto a escala nacional. Me sorprende ver hasta qué punto están bloqueados los medios de comunicación franceses por las redes de influencia estadounidenses e israelíes que han neutralizado totalmente cualquier posibilidad de debate. Desde la salida de la Alianza en 1966, ha habido un consenso de derecha e izquierda. El «valor añadido» de Francia en el escenario internacional se debía en parte a esa posición singular, a esa herencia de la tercera vía, diría incluso de no alineación, porque aunque Francia pertenece claramente de Occidente, no por eso debe limitar su política mundial a una política occidental. La vocación de Francia es defender el equilibrio multipolar para que todas las civilizaciones tengan su sitio en la historia.
¿Es una alianza dirigida contra un objetivo, Rusia, China, Irán, el terrorismo?
Los estadounidenses han sustituido la lucha contra el comunismo por la guerra contra el terrorismo. Esta nueva ideología está dirigida a coaligar a los antiguos aliados de la Guerra Fría. Lógicamente debería haber surgido una Europa poderosa después de la Guerra Fría. ¿Y qué tenemos actualmente?
En realidad una Europa económica, pero geopolíticamente hablando un componente de un bloque trasatlántico dominado por Estados Unidos. El presidente Chirac intentó oponerse a eso con su valiente actuación de 2003 con el asunto de Iraq. Estoy convencido de que lo que ocurre hoy es un rebote de 2003. Los estadounidenses se dicen: «Los franceses se opusieron sobre Iraq, eso es un error. Cambiemos las cosas en Francia y así mañana no se opondrán con respecto a Irán.
El ex Primer Ministro francés Dominique de Villepin ha declarado que la OTAN está «totalmente bajo control estadounidense» ¿Usted también lo cree?
Tiene razón. Villepin hizo honor a Francia en la tribuna de la ONU en 2003. Actualmente, como otros, tiene razón al recordar esta evidencia: tras la desaparición del Pacto de Varsovia, la OTAN debería haber desaparecido.
No ha desaparecido porque, desde 1990, para Estados Unidos ha sido una prioridad ampliarla y reforzarla. La organización de Europa central y oriental va pareja con la ampliación de la Unión Europea. Y los estadounidenses, al ver que Alemania podía reconstruir su espacio de influencia con la desintegración de Yugoslavia, comprendieron que ahí había un potencial de guerra susceptible de dar una nueva razón de existir a la OTAN. Con Yugoslavia, la OTAN se ha deslizado hacia la guerra de injerencia maniquea-humanitaria…
¿Es cierto que usted defiende una teoría del choque de civilizaciones, especialmente a través de una oposición entre Europa (incluida Rusia) y el Islam?
Las civilizaciones son un factor importante de la historia, pero no reduzco la historia al choque de civilizaciones. Las civilizaciones existen, no se puede negar. Y a largo plazo, la problemática de la jerarquía de poder entre las civilizaciones es una realidad. El Occidente europeo se convirtió en el motor de la civilización en el siglo XVI, y suplantó al Islam y lo soslayó gracias a la apertura de las grandes rutas marítimas que permitieron llegar a Asia.
En la actualidad, es posible que Asia se esté poniendo a la cabeza de la globalización y que lo que nos amenaza es una guerra de Estados Unidos que no acepta su descalificación. Jacques Sapir mantiene, muy inteligentemente, que si Estados Unidos no consigue imponer el orden estadounidense, impondrá el desorden… Creo en estas realidades. Por lo tanto ya no están el Islam y los europeos; las relaciones de fuerza entre civilizaciones existen también entre chinos e indios, entre indios hindúes y musulmanes, etcétera.
Creo que los europeos y los rusos tienen un destino común y que deben construir una relación equilibrada con el mundo musulmán. Francia debe desarrollar una política árabe inteligente y por lo tanto equilibrada. Los rusos tienen la experiencia del Islam caucasiano y centroasiático desde el siglo XVIII mientras que los estadounidenses no entienden nada.
Algunos plantean que usted podría haber sido víctima de una «campaña de depuración» que lleva a cabo un círculo neoconservador próximo al poder, como fue el caso de los periodistas Richard Labéviere de RFI o Moktar Gaoud y Agnès Levallois de France 24…
Eso no es una suposición, es un hecho comprobado. Francia está viviendo una depuración sistemática y callada (mire mi caso, he ganado contra un ministro y ningún diario nacional se ha hecho eco) de todos aquellos cuyo pensamiento va contra los intereses de Estados Unidos e Israel. Parece difícil de creer, pero es la verdad. Ya se trate de personas de izquierda o de la derecha conservadora, todos los que «caen» tienen un punto en común: sus análisis no son favorables a los intereses estadounidenses e israelíes.
Texto original en francés: