Miles de personas se han manifestado hoy en París y otras grandes ciudades de Francia contra la futura ley de «control de la inmigración» y su polémico recurso a los test de ADN para los candidatos a la reagrupación familiar. Las protestas congregaron en París a unas 3.000 personas, según los organizadores, 1.500 según la […]
Miles de personas se han manifestado hoy en París y otras grandes ciudades de Francia contra la futura ley de «control de la inmigración» y su polémico recurso a los test de ADN para los candidatos a la reagrupación familiar. Las protestas congregaron en París a unas 3.000 personas, según los organizadores, 1.500 según la policía, a entre 2.000 y 3.000 en Lyon (sureste), y a centenares en Toulouse (suroeste), Estrasburgo (noreste) y Nantes (oeste), así como en Marsella (sur), donde se supo hoy que cuatro inmigrantes indocumentados intentaron suicidarse esta semana en un centro de retención administrativa.
Los manifestantes reclamaron la regularización de «todos» los inmigrantes indocumentados, afirmaron que la reagrupación familiar es «un derecho» y denunciaron el «fichaje genético» y «las redadas y expulsiones».
En esta «Jornada nacional de solidaridad con los extranjeros», las manifestaciones fueron convocadas por el colectivo «Unidos contra una inmigración desechable», tres días antes de que las dos cámaras del Parlamento francés den luz verde definitivamente al proyecto de ley.
Simbólicamente, la manifestación parisina se dirigió hacia la sede del Consejo Constitucional, ante el que la oposición socialista ya ha anunciado que recurrirá la futura norma.
Hace unos días, representantes de las dos cámaras del Parlamento consensuaron el texto definitivo del proyecto, que impone nuevas restricciones a la reagrupación familiar para reducirla y potenciar la inmigración profesional.
Test de ADN
La parte más polémica del texto, que no figuraba en el proyecto gubernamental, se refiere a los test genéticos.
La versión del Senado, más suave y encuadrada que la de los diputados, se impuso: los test serán gratuitos y experimentados hasta finales de 2009, su aplicación exigirá el visto bueno previo de un juez y el consentimiento del interesado, cuyo ADN sólo podrá comprarse con el de la madre instalada en Francia.
Además sólo se utilizarán para nacionales de países con graves deficiencias de estado civil. Y, antes de que el dispositivo puede aplicarse, será consultado el Comité de Ética, que ya ha tildado los test como contrarios al «espíritu» de la legislación francesa.
El recurso a los test es «chocante y humillante», indicó un manifestante de Mali en París, donde la ex candidata presidencial ultraizquierdista Arlette Laguiller acusó al Gobierno conservador de querer contentar al «electorado de extrema derecha».
El proyecto de ley, elaborado por el Ministro de Inmigración, Integración, Identidad Nacional y Codesarrollo, Brice Hortefeux, está en línea con la política de inmigración «escogida» y ya no «sufrida» defendida por el presidente francés, Nicolas Sarkozy.
Antes de venir a Francia, los candidatos a la reagrupación familiar deberán pasar un test de conocimientos de la lengua francesa y «los valores de la República» y, si hace falta, seguir una formación de hasta dos meses al respecto.
El o los padres que hagan venir a sus hijos deberán firmar un contrato de acogida e integración, cuyo incumplimiento puede ser acarrear sanciones financieras, así como tener ingresos laborales al menos equivalentes o algo superiores al salario mínimo, en función del tamaño de la familia.