Traducido para Rebelión por Germán Leyens
El día de los atentados en Londres, el 7 de julio de 2005, al parecer una fecha de profunda significación mística – 777 – yo estaba explorando las ruinas de la Abadía Sawley, otrora morada de santos varones y eruditos, como el rector de Oxford de hace siete siglos, William of Rymyngton.
Pero ante los eventos del día, este sitio histórico parece haber adquirido una resonancia diferente: eco tal vez de Dresden, Hiroshima y Faluya. Los atentados de Londres eran, como nos aseguraron jefes de la policía y políticos unos meses antes del evento, «inevitables». «Inevitable» es una palabra interesante, ¿no te parece?
Demoliciones inevitables de monasterios, guerras inevitables, cierres de fábricas inevitables y globalización inevitable. Así la historia va cojeando por su camino, hasta que llegamos al conflicto supuestamente inevitable con el mundo islámico. Nos estremecemos al borde del abismo, ¿pero queremos realmente caer en su profundidad, sólo por lo «inevitable»?
Nuestro amigo Gilad Atzmon ha escrito sobre «Gran Bretaña sionistizada», y por mi parte no estaría en desacuerdo. Sin embargo, puede que no sea toda la historia. Como dijera sincera y apasionadamente un viejo minero de Yorkshire, entrevistado años después de haber pasado por la penosa y prolongada huelga de 1984-1985: «Tenemos la clase dominante más malvada del mundo».
Desde hace bastante tiempo el Estado secreto británico ha estado involucrado en actividades dudosas y aborrecibles. Hace treinta y un años fueron los atentados en Dublin y en Monaghan, atribuidos inicialmente a algún grupo unionista desconocido del Norte de Irlanda. Pero un análisis mejor sugiere que ningún grupo semejante poseería la capacidad técnica y logística para montar un ataque tan devastador contra civiles; sólo podría haber sido perpetrado por alguna agencia estatal. Cuando disponen de gente que está dispuesta a hacer algo semejante, ¿de qué otras cosas pueden ser capaces?
Y también tenemos el infame escándalo de la escuela de muchachos de Kincora, igualmente en Irlanda del Norte, donde elementos de los servicios de inteligencia británicos (un oximoron en este contexto, ¡como en la mayoría de los demás!), aparentemente mantenían ese hogar infantil como burdel homosexual, para poder influenciar a los políticos locales y nacionales que frecuentaban el lugar. Los «tipos de a pie» que sin saberlo suministraban los ingresos tributarios necesarios para apoyar actividades tan malignas también fueron, en general, las víctimas del 777, pobres pasajeros ajetreados que iban apurados de un sitio a otro. ¡Qué raro que estos presuntos «atacantes musulmanes» nunca ataquen a alguien de verdadera importancia!
Pero posiblemente no sea más extraño que los llamados telefónicos de advertencia al simpático señor Netanyahu y la inexplicada caída de la libra el día antes de los atentados. ¡Esos «yihadistas fanáticos» tienen, por cierto, modelos de conducta muy extraños!
Fue un oficial británico, el general Frank Kitson, el que tuvo por primera vez la idea, fue utilizada posteriormente cuando se formó Al Qaeda. La llamó la «seudo banda» – un grupo patrocinado por el Estado utilizado para impulsar una agenda, mientras desacreditaba a la verdadera oposición. La estrategia fue utilizada en Kenia y en Irlanda del Norte. En el caso de Irlanda del Norte, la mayor parte de la violencia que fue atribuida a los «unionistas» no fue realmente su obra, sino el resultado de las actividades de escuadrones de la muerte afiliados al Estado secreto británico.
Pero no es verdaderamente necesario estudiar intensamente las anomalías del 777 para comprender la situación. Más vale utilizar la simple máxima romana – ¿cui bono? ¿Quién sale ganando?
Después de las muertes y la destrucción en Londres, el hombre con el maquillaje naranja, Farsante Blair, mejoró sus tasas de popularidad, mientras los astutos inversionistas de la City ganaban dinero en el mercado (1). Lástima que hayas tenido que bombardear a las chicas del maquillaje de los estudios de televisión de Belgrado, Tony. Probablemente te hubieran ayudado mejor y a menor precio a «poner buena cara», ahorrando miles de libras en cosméticos especiales para primeros ministros.
Fue, por cierto, una tremenda oportunidad para satanizar aún más al Islam. En particular, con los titulares en los periódicos del rey del porno Richard Desmond – el Star y el Express – parecían vomitar odio.
Todo recuerda los escritos de George Orwell, cuyo verdadero nombre era Blair – a diferencia del horrendo charlatán del 10 de Downing Street, cuyo remoquete ancestral es en realidad Parsons (clérigo). Sorprendentemente, su «1984» sigue siendo un texto prescrito en el sistema educacional inglés. Demasiado revelador en gran parte – habría pensado – ¿Porque qué nos dice ese libro?
Tenemos ‘los cinco minutos de odio’, tan similares a lo que el Express, el Mirror y el Sun han estado haciendo durante las últimas tres semanas. Además Ingsoc, una doctrina que no tiene nada que ver con el socialismo real tal como lo entienden George Lansbury o Keir Hardie, pero que tiene tanto en común con el «Nuevo Laborismo».
Y está esta cita muy adecuada y de actualidad de Orwell:
«De alguna manera ella era más precisa que Winston, y mucho menos vulnerable a la propaganda del Partido. Una vez cuando él mencionó la guerra contra Eurasia, ella lo sorprendió diciendo casualmente que a su juicio la guerra no estaba ocurriendo. Las bombas cohete que caían a diario sobre Londres eran probablemente lanzadas por el propio gobierno de Oceanía, sólo para mantener aterrorizada a la gente. Era una idea que literalmente no se le había ocurrido.»
«Sólo para mantener aterrorizada a la gente» – ¿qué mejor descripción podría haber para todas las alarmas, evacuaciones y otros incidentes a lo largo y ancho de Inglaterra?
El gobierno pedirá más miedo, más represión, más reglamentación y más abandono de libertades antiguas, y pretenderá que combate el terror. En realidad no está haciendo nada semejante. Lo que hace es crear deliberadamente una crisis para imponer su programa.
Para el mundo árabe y musulmán, esto significa más inestabilidad y destrucción, y para el mundo occidental significa la imposición de un virtual estado policial. Es vital que todos lo comprendan.
(1) http://www.finance.news.com.au/story/0,10166,15885610-462,00.html : «MILES de inversionistas se sumaron a instituciones astutas en la ganancia de millones de libras durante el breve colapso de los precios de las acciones que ocurrió después de los ataques terroristas de la semana pasada en Londres.»