El 2018 comienza con luchas importantes en varios países. Por su importancia estratégica, merece un destaque especial la huelga de más de 160.000 obreros metalúrgicos de Alemania, que comenzó el pasado 7 de enero en Baviera y Renania del Norte-Westfalia (sede de importantes empresas metalúrgicas, siderúrgicas, eléctricas, y de ingeniería),y se extendió a varios otros […]
El 2018 comienza con luchas importantes en varios países. Por su importancia estratégica, merece un destaque especial la huelga de más de 160.000 obreros metalúrgicos de Alemania, que comenzó el pasado 7 de enero en Baviera y Renania del Norte-Westfalia (sede de importantes empresas metalúrgicas, siderúrgicas, eléctricas, y de ingeniería),y se extendió a varios otros estados del país.
Las acciones movilizan a trabajadores de empresas como Porsche, Daimler, Bosch, y otras de automóviles, autopartes y eléctricas, como Siemens y AEG. La huelga fue convocada por el sindicato más grande del país, IG Metall. Este sindicato no llamaba a la huelga desde 2003.
El telón de fondo es la crisis económica, política y social, que sin haber llegado al grado que alcanzó en Grecia, España o Portugal, se ha ido agravando, producto de los ataques y políticas de ajuste contra los trabajadores ejecutados durante los últimos gobiernos de Merkel. El ajuste fue corroyendo los salarios y el nivel de vida de la clase trabajadora decayó. Para tener una idea, mientras los lucros de las patronales de la industria automovilística y eléctrica aumentaron 11% en 2014, 9% en 2015, y 12% en 2016, los salarios nominales subieron entre 2 y 3% anual.
El IG Metall exige un aumento salarial de 6% este año para los aproximadamente 3,9 millones obreros que representa. Los patrones, por su parte, descartaron ese reclamo y lo tacharon de excesivo. La patronal ofrece un aumento salarial de 2% y un pago único de € 200 ($ 241) durante el primer trimestre.
Este embate de clases es central, dada la importancia estratégica del sector obrero industrial, especialmente metalúrgico, que es clave en la economía y las exportaciones alemanas.
La intransigencia patronal crea la amenaza de radicalizar las medidas de los obreros. Según el dirigente de IG Metall, Jörg Hofmann «la masiva participación en el comienzo de las huelgas de advertencia a escala federal es una demostración del aprecio del personal por la oferta empresarial: nulo». Anunció además la extensión sucesiva del movimiento en los próximos días. Se plantea la perspectiva de una huelga indefinida, como ocurrió en 1984, cuando después de siete semanas de huelga los obreros obtuvieron la reducción de la jornada de 40 a 35 horas semanales sin reducción de salarios.
Semana laboral de 28 horas
Además de la reivindicación salarial, IG Metall lanzó la campaña «mi vida, mi tiempo», que consiste en establecer la opción para que algunos obreros reduzcan su semana laboral de 35 a 28 horas por un plazo de hasta dos años. La propuesta se basa en la necesidad de los trabajadores por turnos, los padres con hijos hasta 14 años y las personas que tienen que cuidar a los parientes.
La semana de 28 horas es una propuesta que significaría un avance para la clase obrera. Es rechazada por la patronal porque sin duda abriría un precedente importante para una lucha más amplia que busque generalizarla.
Pero la propuesta de los dirigentes alemanes tiene límites. El problema es que IG Metall la propone sólo para un sector y, además, con reducción de salarios. Esto es peligroso, pues abre espacio para legalizar la rebaja de salarios y de la «jornada flexible», algo que la patronal no descarta, caso se vea obligada a ceder. Por eso, es fundamental que la base discuta a fondo el problema y supere la propuesta de su dirección sindical, retomando la tradición de 1984 y levantando la bandera de la semana de 28 horas sin reducción salarial.
De cualquier manera, la entrada en escena de cientos de miles de obreros metalúrgicos alemanes es un hecho de enorme importancia política. La fuerte huelga metalúrgica irrumpió en la situación alemana y europea y su ejemplo puede tener un alcance importantísimo Se trata, al fin de cuentas, de la principal economía del continente y del mayor proletariado industrial, que ahora está en movimiento.