«A mi parecer no tiene usted nada que temer», le dijo Geert Wilders al periodista Mohamed Amezian, de Radio Nederland Wereldomroep.
Holandés de origen marroquí, musulmán, a Amezian le correspondió inesperadamente entrevistar al parlamentario que pone nervioso al mundo político en La Haya, que le ha declarado la guerra al Islam y aboga por el destierro de «los criminales extranjeros». Ofrecemos aquí el informe de un encuentro nada común.
Recién de vuelta de Marruecos, adonde fui para informar sobre las elecciones, me entero que Danny, nuestro hiperactivo estudiante en práctica, entrevistará a Geert Wilders para la redacción en árabe. «Excelente idea», le dije, pero una conversación periodística con Wilders es quizás pedirle demasiado a un estudiante en práctica. Entonces pensé en lo que yo le preguntaría, si me tocara entrevistarlo. ¿Me atrevería a decirle que su cruzada contra el Islam es contraproducente? ¿Que más bien incentiva el fundamentalismo?
Sentimientos encontrados
Veo venir a Danny con una amplia sonrisa en la cara. Nuestro redactor jefe interino, Chaalan, quiere hablar con nosotros dos. «El que entrevistará a Wilders serás tú», me dice. «Pero si mañana tengo que leer las noticias», respondo con sentimientos encontrados. «Eso se puede arreglar», dice Chaalan: «¿Quieres hacer la entrevista?»
Un trabajo como este requiere preparación. Un montón de preguntas se me agolpan en la cabeza. La documentación me llega por email; más de treinta carillas completas.
Un regalo para Wilders
No sé de quién es la sugerencia, pero la idea de llevarle «algo» a Wilders me parece brillante. ¿Pero qué? Alguien dice: «Galletas marroquíes». Llamo a mi esposa para preguntarle si sería tan amable de hacer galletas para Geert Wilders. Bueno, bueno. Mi esposa usa el pañuelo musulmán y conozco su opinión sobre «ese sembrador de odio». No obstante, el regalo va conmigo a La Haya.
Jueves por la mañana. Frente a mi computador intento redactar una apertura correcta. Me parece que lo mejor es comenzar en tono personal. Por ejemplo: ¿Tiene usted amigos marroquíes? ¿Podría usted ser amigo de un marroquí? ¿Cómo lleva la permanente presencia de guardaespaldas en su vida cotidiana? En cualquier caso mi idea es comenzar con preguntas personales, no políticas. Al final, mi lista es una mezcla de ambos tipos de preguntas. Durante el viaje me pregunto si aceptará mis galletas de regalo.
Pruebas de imagen y sonido
Un funcionario del partido de Wilders, Partido por la Libertad (PVV), nos conduce a la habitación de la Cámara Baja donde esperaremos a su jefe. Hay asientos negros y mesas atornilladas al suelo. Danny hace las últimas pruebas de imagen y sonido. Son ya pasadas las cuatro. El encargado de prensa del político nos viene a decir que ha sido un día muy pesado y que tendremos que esperar otro rato.
Un cuarto para las cinco. ¿Vendrá o mandará a decir que cancela la entrevista? «No te dejes intimidar por nada», recuerdo que me aconsejó un colega. Calma. El encargado de prensa recibe una llamada y sale apresuradamente de la sala. Silencio. No sé si se trata de una buena o una mala señal.
Un apretón de mano
Un guardaespaldas abre la puerta e inspecciona rápidamente el lugar. Poco después entra Geert Wilders, sonriente, y nos damos la mano. Cerca suyo se sientan dos guardaespaldas y un agente de policía.
«¿Dónde me ubico?», pregunta con tono amistoso. Le indico el lugar adecuado. «¿Me permite ofrecerle un regalo, señor Wilders?». Acepta con un «sí» un tanto inseguro. «¿Frente a la cámara?». Su negativa es clara: «Muy bien» le digo, «entonces fuera de cámara». Wilders señala la lata de galletas: «¿Qué contiene?». «¿Compruébelo usted mismo», le digo. «Mmh, se ven muy apetitosas».
Ante nosotros está el hombre que determina la agenda política holandesa, por lo menos en lo que se refiere a integración y políticas de inmigración. En el mundo árabe se le conoce como «racista», «sembrador del odio», «enemigo de los musulmanes». Sus buenos contactos con Israel sirven a los musulmanes para dar por probados los rumores de «una conspiración mundial contra el Islam».
Musulmán moderado
Después de hablar con él puedo decir que sus puntos de vista son más que claros. Para Wilders no existen los musulmanes moderados. «Hay personas que se llaman a sí mismas musulmanes moderados, pero yo no creo en un Islam moderado. Para mí el Islam es una ideología totalitaria», afirma una y otra vez. Wilders escucha las preguntas con atención y gesto amistoso, y luego repite sus respuestas de siempre.
Hay una pregunta que no me atreví a hacerle: ¿Por qué no quiso recibir ante la cámara las galletas que mi esposa le envió de regalo?
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