«Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie». Giuseppe Tomasi Di Lampedusa Estas elecciones habilitaron el sistema de partidos y la alternancia en el poder entre la élite política nacional. A contracorriente, hay indicadores que demuestran el declive de estos. Por un lado la candidatura independiente [1] de Juan Jované y […]
«Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie». Giuseppe Tomasi Di Lampedusa
Estas elecciones habilitaron el sistema de partidos y la alternancia en el poder entre la élite política nacional. A contracorriente, hay indicadores que demuestran el declive de estos. Por un lado la candidatura independiente [1] de Juan Jované y por otro la inscripción de un partido de izquierda, el FAD, ya extinto. También hay una tendencia que viene arrastrando una baja considerable de votantes con respecto a los ciudadanos habilitados para votar. Es por ello que se puede destacar que solamente 724,440 electores decidieron el rumbo del país. Esto es lo que conocemos como democracia [2].
Gatopardismo
A la falta de propuestas alternativas reales-alcanzables en la arena política, hemos cambiado para quedar en lo mismo. Estas elecciones estuvieron llenas de contradicciones [3] a lo interno de la élite política nacional. Para muchos estaba en juego la «institucionalidad democrática», debido a la excesiva concentración de poder del saliente presidente Ricardo Martinelli.
El triunfo de Varela continua con la costumbre electoral de la alternancia en el poder, y no buscar una alternativa real, esta práctica que se ha convertido entre nosotros, la forma de frenar el continuismo y cederle el poder a la oposición, esto se ve reflejado desde 1990 cuando se celebraron las primeras elecciones generales «libres», de la mano del consenso de la embajada de Estados Unidos en Panamá.
Con un 76,77% de participación, donde Varela salió ganador con un 39,7%, lindante al segundo lugar, José Domingo Arias con un 31,40%, y en tercer lugar Juan Carlos Navarro con un 28,16%, muestran las deficiencias de las encuestadoras [4], no la encuesta como herramienta científica de medición de percepción.
Si tomamos en consideración los inscritos en los partidos, que conforman las alianzas. Por ejemplo La Alianza Fuerza de lo Nuevo entre MOLIRENA y CD; 570, 779. La Alianza El Pueblo Primera; Panameñismo y PP; 215,657. El PRD; 455,887. Y el FAD con 51,314, que queda eliminado [5]. Podemos ver claramentente que la sociedad panameña elige a su gusto sin necesariamente responder a un partido. Sin menoscabar la mística de cada partido y los niveles de organicidad de cada cual.
El actual presidente no obtuvo la mayoría en la asamblea, lo que le dificultará su gestión de gobierno, la composición de la asamblea está dividida y no le favorece. La Alianza por más Cambios cuenta con 32 diputados, 3 Molirena y 28 CD, convirtiéndose en mayoría. La Alianza el Pueblo Primero con 1 diputados, 1 PP y 12 del Panameñismo. Y, el PRD con 25 diputados. Más una independiente, Ana Matilde Gómez. Sin lugar a duda para poder gobernar, Varela tendrá que hacer lobbys entre los partidos para lograr gobernabilidad. Por tal razón al momento de dar su primer discurso, el mismo 4 de mayo en el hotel Sheraton, Varela señaló que gobernaría sin banderas políticas partidistas, sino con la bandera de Panamá, e invitó a un gobierno de unidad, lo que brevemente acogió en CEN del PRD.
Otra cuestión que se desprende de estos resultados es que hay un contrapeso de fuerzas políticas, que hará de este quinquenio un escenario interesante para negociaciones y alianzas tácticas entre las bancadas de los distintos partidos, signada por intereses ajenos a la colectividad. Por un lado si los diputados del PRD apoyan la agenda de Gobierno serán mayoría, y si se abstienen o hay diferencias a lo interno, Cambio Democrático llevará el control del hemiciclo legislativo, es por ello que para frenar una posible alianza panameñismo-PRD ya se han adelantado reuniones a puertas cerradas entre Martinelli, (único autorizado para hablar con otros partidos), y miembros del PRD.
Lo que queda en evidencia, es que los locos empiezan a ser menos, cuestión que se refleja con la derrota de Arias, pero a pesar de todo, del aparato gubernamental de estos cinco años surgió una fuerza política y un nuevo capital que responde a intereses muy particulares, y que serán fieles a las decisiones que se tomen desde el partido Cambio Democrático ahora en oposición. La disputa por el poder apenas comienza.
Gobernabilidad de la élite política nacional
A pocos días que Juan Carlos Varela [6] tome el poder el tema de la gobernabilidad se convierte central en este quinquenio.
Esta -en el sentido de la relación del que gobierna con el gobernado- es un tema neurálgico para las reflexiones políticas desde el siglo XVI.
Michel Foucault, en sus lecciones de 1978 en el Colegio de Francia, prefirió utilizar «gubernamentalidad» para referirse a cuestiones específicas y concretas a la hora de gobernar, tales como el conjunto de instituciones que permiten ejercer el poder sobre la población, mediante la dominación del saber y los dispositivos de seguridad.
En esencia, mientras más efectivas sean las entidades que permitan ese control, mejores serán las posibilidades de mantenerse en el poder para las élites políticas que gobiernan y los dispositivos de seguridad.
El concepto data de finales de la década de 1980. Para gran parte de Latinoamérica, durante ese periodo la gobernabilidad significó el pacto social entre la sociedad civil y los partidos políticos que los representaban [7].
Marcos Roitman, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, sostiene que «un proyecto de gobernabilidad eficiente queda subsumido en una retórica de futuro en la cual se llama a eliminar las resistencias y los obstáculos que impiden la natural marcha del progreso de la historia».
Para que esto funcione es necesario un gobierno democrático. La gobernabilidad sin espacio para la participación ciudadana quedaría sometida a la dominación del gobierno.
Esta condición, al menos estos últimos 25 años, no ha ido más allá de los pactos, reformas y alternancias en el poder entre la élite política nacional, con medianas reivindicaciones que no han sido duraderas ni han permitido mejores condiciones, teniendo en cuenta nuestra particularidad como país.
En términos generales, la tarea del nuevo gobierno de Panamá será lograr una interacción real con la sociedad civil y los movimientos sociales, a favor de una comprensión mutua tanto en el discurso como en la acción.
La derrota del FAD
Con la fulminante derrota que sufrió el Frente Amplio por la Democracia que no llegó ni al 1% hubo un declive en la izquierda y el movimiento social. Un indicador de lo que pasaría en las elecciones generales fueron las primarias, que solo contaron con la participación de 5,199 adherentes que representó el 8% de su membrecía. Esto era la crónica de una muerte anunciada.
Entre las principales críticas [8] y problemas que podemos enumerar, salen a relucir los factores endógenos que llevaron al FAD a la derrota, es por ellos que se debe centrar la atención en el hecho fundamental de este fracaso, a saber la confusión de roles [9] y el vanguardismo obrero, que provocó la subordinación de todas las estructuras del movimiento social, a las decisiones que se tomaron en la estructura orgánica o puesto de mando del FAD.
En el proceso electoral ya con el FAD inscrito se dio una cooptación de dirigentes de izquierda que gracias a la estructura partidista se les facilitó la logística electoral para poder postularse y garantizar una plataforma operativa, a pesar de alguna que otra diferencia, esta fue la lógica por la cual unos dirigentes se pasaron de apoyar a Juan Jované, a postularse por el FAD como candidatos a puesto de elección popular.
Debido a que se consumaron todas las fuerzas en el partido, se fue desmantelando poco a poco toda la estructura social (incluyendo al frente estudiantil) que fue acumulada por años de lucha en Frenadeso. El vanguardismo obrero que garantizó el control hegemónico, y la exclusión de otros sectores de la izquierda como el caso de Jované y el Partido del Pueblo con los cuales no llegaron a acuerdos, incluso hasta con militantes de sus propias filas, fueron la receta perfecta para dejar vulnerable a la izquierda y todo el movimiento social.
Los comités populares que son entre tantas, una de las tareas fundamentales de un partido con las características del FAD, de la clase trabajadora, que se confundió con la clase obrera y que estos personificaban la lucha social que reivindicaría las demandas de toda la clase trabajadora/popular, fueron puestos en un segundo plano, para ser suplantados por discusiones coyunturales de cómo ganar las elecciones.
Una lección que deja esta derrota, es que un sindicato no puede ser un partido con un proyecto político amplio democrático y que no se pueden confundir los roles en lo heterogéneo que resulta ser el esfuerzo de inscribir un partido que busque reivindicaciones económicas, sociales y culturales como norte de una ciudadanía emancipada.
¿Qué le queda al FAD? La alternativa que le queda al FAD es volver a tratar de levantar el trabajo político que en muchos años lograron en FRENADESO, y que abandonaron con el instrumento electoral – es decir el FAD- esto explica la razón de ser, del último comunicado de FRENADESO, del 21 de junio de 2014 titulado: «Nos esperan cinco años más de lo mismo».
Notas
[1] «El surgimiento de candidatos independientes o ciudadanos sin partidos puede considerarse como un debilitamiento de la democracia representativa» Reynoso, D. (2010). «Estudio comparado sobre la libre postulación y las candidaturas independientes en América Latina», pp. 317-355. En Harry Brown. (ed.). Las reformas electorales en Panamá: claves de desarrollo humano para la toma de decisiones. Panamá: PNUD-Tribunal Electoral de Panamá.
[2] «En los estados modernos, la democracia no es realmente representativa ni participativa de la voluntad popular, sino de las clases privadas propietaria. Según sean las fases del desarrollo histórico del capitalismo, este ente en su expresión política se perfecciona, implicando en igual medida, las capacidades administrativas y gobernativas de la burocracia». Carlos Chuez. (2011). Problemas Contemporáneos del Marxismo. Panamá: Imprenta de la Universidad de Panamá.
[3] Podemos mencionar los que describe Marcos Roitman Rosemann en la Jornada, después de pasar en Panamá una semana justo antes de las elecciones: «la campaña electoral fue sucia hasta extremos obscenos y nada democrática. Publicidad agresiva e insultos hasta la descalificación personal, unidos a una sicología del miedo que guiaba la intencionalidad de voto hacia la sempiterna utilidad del mismo». Roitman, M. (2014, mayo 11). «¿Hacia dónde se dirige Panamá?». La Jornada.
[4] Hay una percepción generalizada de que las encuestas fueron un fracaso. Eso es falso en la medida que la encuesta se deben considerar como una «investigación realizada sobre una muestra de sujetos representativa de una población más amplia, que se lleva a cabo en el contexto de la vida cotidiana, utilizando procedimientos estandarizados de interrogación, con el fin de obtener de mediciones cuantitativas de una gran variedad de características objetivas de la población» según Manuel García Forrento. No una bola de cristal que nos dirá que nos depara el destino en materia electoral, que es lo que han vendido las encuestadoras, aparte de crear tendencias en el electorado.
[5] El FAD «perdió el financiamiento post electoral que es exclusivamente para aquellos partidos que hayan logrado subsistir. El porcentaje mínimo de subsistencia para un partido es el 4% de la votación valida en cualquiera de las elecciones en las que participe… el financiamiento se destina principalmente al funcionamiento cotidiano de los partidos políticos, gastos de funcionamiento, y a las actividades de capacitación y fortalecimiento organizacional». Rotsay Rosales Valladares. (2010). «Financiamiento de los partidos políticos y las campañas electorales en Panamá» «, pp. 217-273. En Harry Brown. (ed.).
[6] Que pertenece a la élite política nacional de estos últimos 25 años de democracia representativa.
[7] Los que quedaron excluidos de esta forma de organización política de la sociedad empezaron a formar parte de lo que el sociólogo estadounidense Immanuel Wallerstein llamó movimientos antisistémicos.
[8] Por ej. Paco Gomes Nadal hizo énfasis en el hegemonismo del FAD-Frenadeso sobre las demás fuerzas sociales y, su debilidad como «aglutinador de las nuevas tendencias contemporáneas». Marco Quintanar, señaló «el problema de los mandos medios y la fluctuación de las líneas políticas» e «incongruencias discursivas». José Ángel Garrido habló de la «derecha disfrazada del FAD». Y, Olmedo Beluche recalca la falta de unidad en la izquierda como una de las principales deficiencias.
[9] La interacción del partido o instrumento electoral con los demás sectores o fuerzas políticas/sociales.
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