En el año de 1831 el socialismo apenas estaba surgiendo y las naciones habían por fin comenzado a despertarse. Europa comenzaba a sacudirse de encima a los tiranos. Mientras tanto, un puñado de italianos exiliados en Marsella, poseídos por un espíritu de patriotismo y amistad, fundan la Joven Italia, un movimiento que tenía por meta liberar a su país de la ocupación extranjera y de las monarquías corruptas. Eran liderados por un joven de 25 años con una tez oscura que siempre se vestía de negro ya que estaba de luto hasta que su nación por fin fuera libre. Su mirada conjugaba en su interior un alma mística y una voluntad fría. Giuseppe Mazzini entregaría su vida por su pueblo.
Giuseppe Mazzini nació el 22 de junio de 1805 en Génova: su educación juvenil transcurre bajo los auspicios de la antigua república romana y la epopeya napoleónica. Tenía 10 años cuando el Águila napoleónica sucumbe bajo los golpes de la coalición monárquica. Las potencias reaccionarias se reparten Europa durante el Congreso de Viena y deciden dividir a Italia en pequeñas entidades que dependan de Austria.
Cuando Mazzini ingresa en la Universidad sabe que dedicará toda su vida a unificar Italia como Estado. Participa en las reuniones de los carbonarios, una sociedad secreta y patriótica, lo cual lleva a que otros estudiantes le den el título de Duce, ya que lo consideraban el heredero legítimo de la antigua nobleza romana. Una vez se gradúa como abogado comienza a defender a los pobres y a los revolucionarios. Sus repetidos ataques contra la monarquía piamontesa le obligan a exiliarse en Francia. Fue en ese momento que comienza su vida revolucionaria yendo de un lugar a otro como también le sucedió Auguste Blanqui. Inunda Italia y Europa con panfletos que piden el nacimiento de una tercera Roma, es decir, una Roma popular, y proclama la revolución europea. “Pensé en ese momento que desde las profundidades del corazón de nuestro pueblo, lleno de entusiasmo y sacrificios, podríamos darle una nueva vida a Europa, y creí escuchar en ese momento la voz de Roma que llamaba a la unidad y a la fraternidad moral por medio de una fe común que debía abrazar la humanidad. Vi a Roma señalándole a todas las naciones este objetivo común basado sobre una nueva religión. Y vi como Europa, que estaba cansada del escepticismo, el egoísmo y la anarquía, aceptaba felizmente esta nueva fe”.
La
organización Joven
Italia
estaba unida por una ideología patriótica y popular que deseaba
despertar a las clases populares por medio de la educación. El
patriotismo intransigente de Mazzini estaba preocupado por crear una
nueva moral basada en el sentido del deber. Siendo una organización
vanguardista, la Joven
Italia obligaba
a sus miembros a estar siempre dispuestos a tomar las armas y
sacrificar sus vidas por la causa. El juramento de entregar la vida
por la Nación no era un protocolo vacío, pues muchos de los amigos
de Mazzini murieron luchando en la guerra. Eso lo llevó a decir que
“los hombres que sienten que tiene una misión no esperan a que los
acontecimientos sucedan, sino que los provocan. Esa es la profunda
convicción de nuestro deber. Solo obtendremos nuestra libertad por
medio del sacrificio”.
Mazzini huyó a Suiza debido a la dureza de la represión de ese entonces. En Ginebra reunió a un puñado de revolucionarios, semi-soldados y aventureros con quienes creó la primera organización revolucionaria europea: la Joven Europa. Sin embargo, después del sangriento fracaso de los levantamientos del Piamonte, las autoridades suizas le hicieron entender que debía irse a conspirar a otro lado. Parte para Inglaterra y se sumerge en los barrios obreros. Completamente arruinado y abandonado, descubre en las calles inglesas la condición obrera. Eso lo lleva a decir que “la sociedad actual es un disparate y una infamia”. Y a pesar de haber tocado fondo, descubre por fin el sentido de la vida: “me desperté lleno de calma un día… y el primer pensamiento que vino a mi mente fue este: la vida es una misión. Cualquier otra definición es totalmente falsa”. Escribe sin cesar en las cocinas de las bibliotecas públicas y traduce a Dante para ganarse la vida. Mientras tanto, educa a los hijos de los trabajadores italianos que habían migrado a Gran Bretaña.
Forma vínculos muy fuertes con el proletariado exiliado al igual que él: los trabajadores sienten un gran respeto por este “hombre que viste de negro” predicando la antigua grandeza romana y que pide el renacimiento de su patria en medio de las fábricas. Se convierte en la voz de la clase trabajadora después de ganar su confianza. Todo eso lo lleva a crear la Liga Internacional de los Pueblos en 1847 en Londres y que comparte los mismos objetivos que la Joven Europa. Habiendo recaudado fondos entre los italianos que estaban en Londres, es capaz de publicar un periódico socialista que ataca el materialismo. Mazzini era socialista, pero no era comunista. Sus relaciones con Marx fueron extremadamente tensas y el autor de El capital decía que era un utopista. Por su parte, Mazzini rechazaba el igualitarismo absoluto, ya que consideraba que eso eliminaría las iniciativas individuales y terminaría por degenerar rápidamente en el absolutismo. El socialismo era para él una especie de levadura y un deber moral.
En el 1848 se dio un nuevo despertar de los pueblos y los italianos recibieron con vítores a Mazzini. Vuelve a su país después de un largo exilio. El rey del Piamonte, Carlos Alberto, intenta acercársele, pero Mazzini lo rechaza: la Italia futura será una república. Nada cambió esta decisión, ni siquiera los ataques de sus viejos amigos o los puestos que le prometieron.
Invierte toda su energía en luchar por la libertad y se une a Garibaldi, quien lo empuja a ir al frente. No obstante, el ardor de los genoveses y los nizardo no evita la debacle del Piamonte. De Roma vienen mejores noticias, pues el pueblo expulsó al Papa y proclamó la República. Mazzini llega a toda prisa a la Ciudad Eterna y crea un triunvirato con tal de formar un gobierno en esta ciudad libre. Una fuerza expedicionaria francesa parte hacia Roma a petición del Papa y tiene como misión liquidar el experimento de emancipación social de Mazzini.
Después de una lucha desesperada, Mazzini parte al exilio nuevamente. Es testigo en el extranjero de la realización de la unidad italiana, esta vez unificada por medio de la monarquía piamontesa y los capitalistas del norte. En 1869 tratará de realizar un complot que tiene como objetivo derrocar al rey, pero será capturado. El gobierno considera que es mejor no promocionar sus ideas a través de un juicio público y decide dejarlo en libertad. Murió el 10 de marzo de 1872. Miles de italianos siguieron su procesión fúnebre en Génova.
Traducido del francés por Juan Gabriel Caro Rivera
Fuente: http://rebellion-sre.fr/giuseppe-mazzini-revolutionnaire-solitaire/