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La Corte Internacional de Justicia echa por tierra el Derecho Internacional

Grita ¡Devastación!

Fuentes: Antiwar.com

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

La decisión de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), hecha pública el 22 de julio, afirmando que la declaración unilateral de independencia del gobierno provisional de Kosovo «no violaba ninguna norma aplicable del derecho internacional» fue a la vez previsible y sorprendente.

Previsible, porque el panel del CIJ que consideraba el caso incluía a jueces de nueve países que habían reconocido a la «república independiente de Kosovo». Cuando empezaron las deliberaciones en diciembre de 2009, al presidente de la CIJ, Hisashi Owada, llegó incluso a escapársele que la decisión sería un tanto imprecisa, lo que se interpretó en aquel momento como la confirmación de que la Corte estaba siendo sometida a tremendas presiones políticas.

Sorprendente, porque se llegó con engaños a la decisión actual (PDF) -que la declaración «no violaba el derecho internacional general, la Resolución 1244 (199) ni el marco constitucional»-.

Sofistería y prestidigitación

La pregunta que se planteó ante la Corte, basada en la petición del gobierno serbio a la Asamblea General de las Naciones Unidas en octubre de 2008, era si las Instituciones Provisionales de Autogobierno (PISG, por sus siglas en inglés), habían actuado legalmente cuando declararon la independencia en febrero de 2008. La respuesta era intuitivamente obvia: el gobierno provisional, establecido por la UNMIK bajo las disposiciones de la Resolución 1244 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, no tenía tal poder.

En su opinión disidente (PDF), el Juez Mohammed Bennouna, de Marruecos, cita la declaración de Michael Steiner, el entonces virrey de Kosovo, en noviembre de 2002:

«Kosovo está bajo la autoridad de la Resolución 1244 (1999) del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Ni Belgrado ni Pristina pueden prejuzgar el estatus futuro de Kosovo. Éste está abierto y será decidido por el CSONU. Cualquier declaración unilateral en cualquiera de sus formas que no apruebe el Consejo de Seguridad no tiene efecto legal sobre el estatus futuro de Kosovo».

Ahí no hay ambigüedad. Sencillamente, a menos que el Consejo de Seguridad apruebe la resolución de estatus, no puede ser legal. La UNMIK estableció el gobierno provisional albanés bajo las disposiciones de la 1244, por lo que tenía que acatar esas normas y leyes. No lo hizo. Se excedió claramente en su autoridad y, por tanto, sus acciones no podían ser legales. Así pues, ¿cómo pudo la CIJ dictaminar como lo hizo?

Otro juez disidente, Abdul Koroma, de Sierra Leona, explica (PDF):

«La opinión mayoritaria elude ese resultado mediante una especie de prestidigitación jurídica, llegando a la precipitada conclusión de que los «autores» de la declaración unilateral de independencia no estaban actuando en función de las Instituciones Provisionales de Autogobierno de Kosovo sino más bien como representantes directos del pueblo de Kosovo y de esa forma no estaban sometidos al Marco Constitucional ni a las disposiciones de la UNMIK. Sencillamente, esa conclusión no puede ser correcta…»

¿Qué sentido tiene la ley si uno puede esquivarla denominándose de forma diferente?

Bennouna opina que el razonamiento de esa mayoría, «en el mejor de los casos, es un mero sofisma» y concluye:

«… No importa que los autores de la declaración de independencia fueran o no considerados miembros de la Asamblea de Kosovo; en ninguna circunstancia tenían derecho a adoptar una declaración que contradice el Marco Constitucional y la Resolución 1244 del Consejo de Seguridad, violando así el régimen legal que las Naciones Unidas establecieron para la administración de Kosovo»

Tras leer esas opiniones disidentes, así como las del vicepresidente Tomka (PDF) y las del Juez Skotnikov (PDF), es difícil llegar a la conclusión de que la CIJ adoptó su decisión de buena fe.

Una lata de gusanos

Serbia ha rechazado ya el veredicto y ha reiterado que «nunca» reconocerá la separación de la provincia. Los albaneses de Kosovo están celebrando lo que consideran una victoria importante. Un día antes del dictamen, el Vicepresidente Biden reiteró el apoyo estadounidense a su protégé, y Washington está pidiendo ya más reconocimientos. Sin embargo, no ha señales de que los cinco miembros de la Unión Europea que se negaron a reconocer la independencia de Kosovo estén dispuestos a cambiar de opinión. A pesar de algunas especulaciones en Occidente en el sentido de que Rusia podría tirar por un barranco a los serbios en favor de los reconocimientos de Osetia del Sur y Abjazia, la respuesta oficial rusa fue crítica con el veredicto de la CIJ.

Muy poca gente se molestará en leer los cientos de páginas de la opinión mayoritaria, las opiniones separadas de varios de los jueces de esa mayoría o las de los disidentes. La inmensa mayoría de los habitantes del mundo asumirá tal cual el informe de los medios: «Se dictamina que la declaración de independencia de Kosovo fue legal».

En los pasados dos años, el Imperio y sus seguidores expusieron con mucha seguridad que incluso si la CIJ daba un dictamen contra ellos, la decisión sería «consultiva y no vinculante». Pero ya se han olvidado de ese detalle y consideran la decisión como un completo y total reconocimiento de sus proclamas.

No obstante, con todas sus acrobacias verbales, la CIJ no ha profundizado realmente en la cuestión de si el caso de los albaneses de Kosovo por la independencia tenía base jurídica. Lo que ha hecho, sin embargo, es abrir una caja de gusanos para las secesiones por todo el mundo. Un alto funcionario de las Naciones Unidas dijo a Reuters que el dictamen «iba a leerse en muchas capitales sobre la base no ya del caso de Kosovo en sí sino por las implicaciones generales que supondría para cada país».

Y no sólo en sitios como Eslovaquia, España o Chipre. Daniel Miller, presidente del Movimiento Nacionalista de Texas (TNM, por sus siglas en inglés) saludaba hoy la decisión afirmando:

«Estados Unidos y otras naciones europeas han reconocido la secesión unilateral de cualquier estado, convirtiendo así en insostenible e injustificada cualquier oposición violenta a un estado de secesión.»

Cambiando los principios

Posiblemente, eso no es lo que tenían en mente los patrocinadores del «estado independiente de Kosovo» en Washington y Bruselas. De hecho, insistieron desde el mismo principio en que Kosovo era un caso sui generis, una situación excepcional que no sentaría precedente alguno, por tanto el resto del mundo no tendría motivo para preocuparse. Sin embargo, cuando uno echa abajo la ley, realmente no hay precedentes ni reglas que valgan. Todo se convierte en sui generis, y el «principio» rector es lo que cuenta en cada momento.

Las tierras de los Balcanes son el principal ejemplo de ese desarrollo orwelliano. En 1991, las capitales europeas y estadounidense apoyaron inicialmente la integridad de Yugoslavia para pasar a argumentar en sentido contrario y aprobar la secesión de Eslovenia y Croacia basándose en el derecho a la autodeterminación. La secesión de Croacia y Bosnia-Herzegovina -indiscutida por Serbia, conviene señalar- produjo su propio rompecabezas, unos dos millones de serbios, que no deseaban la secesión de Yugoslavia, se separaron ellos mismos. Sin embargo, en ese momento los estadounidenses y los europeos empezaron a insistir en que la integridad de Croacia y de Bosnia haría que triunfara el derecho de los serbios a la autodeterminación. Sin embargo, en lo que se refería a Kosovo, de nuevo se cambiaron los «principios», ¡de forma que los derechos de os albaneses de Kosovo triunfaran sobre la integridad de Serbia!

Como Doug Bandow expuso, allá por 2007: «Si había algún tema recurrente en la posición de EEUU, era el de que los serbios debían salir perdiendo».

Los políticos imperiales hicieron caso omiso de los intentos que señalaban la incongruencia de todo lo anterior definiéndolos como una inútil búsqueda del «razonamiento perfecto que no se corresponde con la realidad sobre el terreno». Es decir, que esa «realidad» sería lo que el imperio quisiera que fuese.

Incluso la CIJ no ha sido inmune a esa lógica relativista. Volviendo a 1999, se negó a oír el caso de Yugoslavia contra la OTAN, afirmando que Belgrado no tenía una posición. Pero en 2006, dictaminó que ¡Serbia tenía posición para haber sido demandada por Bosnia en 1993! Por cierto, ese caso terminó exonerando a Serbia de todas las acusaciones, que podía haber sido la razón por la que Belgrado puso tanta confianza en la CIJ cuando se trató de Kosovo.

Arrogancia y justo castigo

La creación por parte del Imperio de un estado «independiente» en Kosovo ha sido un proceso continuo que empezó en 1998 o quizá incluso antes. En el camino, que ha exigido muchos cambios coercitivos sobre la realidad, lo más evidente fue la guerra de 1999 y la ocupación de la provincia. La decisión de la CIJ de esta semana ocuparía el segundo lugar. Los políticos imperiales, realmente imbuidos de su capacidad para transformar el mundo por la fuerza de su voluntad, han olvidado que las ideas -y las acciones- tienen consecuencias. Como señalé en esta columna en diciembre de 2009: «Una cosa es despreciar la ley con impunidad. Otra cosa es postular que esa conducta es legal«.

Pero eso es exactamente lo que la CIJ ha hecho por el Imperio. Sólo el tiempo dirá qué fuerzas pueden desencadenarse a causa de esa decisión. Pero la ley de consecuencias no deseadas y el arraigado sentido de la ironía de la historia humana sugieren que pudiera ser que el tiro les saliera por la culata.

N. de la T.:

El original del título en inglés es parte de una frase que aparece en la obra Julio César de William Shakespeare «Cry havoc and let slip the dogs of war!» [¡Grita devastación y suelta a los perros de la guerra!]

Nebojsa Malic es de origen bosnio aunque actualmente reside en Estados Unidos. Es historiador y está especializado en relaciones internacionales y en los Balcanes. Desde el año 2000 dispone de una columna en Antiwar.com

Fuente: http://original.antiwar.com/malic/2010/07/22/cry-havoc/

rCR