Cuando el presidente ultranacionalista serbio Aleksandar Vucic dijo que no cedería ante las demandas de los manifestantes «incluso si hubiera cinco millones de personas en la calle» [Serbia tiene una población de siete millones], prendió la mecha
Movilizaciones en Serbia contra el Gobierno, al que tachan de «dictadura». Foto: @protivdiktature
Con pancartas en las que se lee «Počelo Je» («Ha empezado) y «Jedan od pet miliona» («Uno entre cinco millones», en referencia a Vucic), decenas de miles de manifestantes están llenando las congeladas calles de enero de Belgrado, Kragujevac, Nis y otras ciudades serbias en marchas que empezaron a principios de diciembre pidiendo el final de lo que llaman dictadura.
Mientras tanto, se planeaba una manifestación de masas para el 16 de enero, en el aniversario del asesinato del líder opositor serbokosovar Oliver Ivanovic en la dividida Mitrovica/Mitrovicë. Ivanovic, líder del Partido de la Libertad, Democracia y Justicia («Sloboda demokratija pravda»), defendía la coexistencia pacífica entre las etnias serbia y albanesa en Kosovo/Kosova.
En otros acontecimientos que los manifestantes dicen que fueron acciones cometidas por el Gobierno de Vucic para silenciar los puntos de vista contrarios, Borko Stefanovic del Partido de Izquierda Serbio («Levica Srbije») fue brutalmente golpeado en una calle de Krusevac el 23 de noviembre, mientras que el periodista de izquierdas Milan Jovanovic sufrió un atentado en Belgrado el 12 de diciembre. La camisa sangrienta de Stefanovic se ha convertido en un talismán durante las protestas.
Los manifestantes también han tomado prestados los chalecos amarillos que se están usando en Francia para las manifestaciones contra los mayores impuestos al combustible, que golpearían especialmente a la clase trabajadora. Como en Francia, la protesta ha juntado diversas causas tales como los derechos de los homosexuales y las acciones contra la violencia de género, además de la desconfianza pública de la televisión estatal. Una grabación de un reportero que llamaba a los manifestantes «violadores violentos» fue convertida en pieza de música disco y retransmitida por altavoces en la protesta de Belgrado del 5 de enero.
La propaganda es una auténtica especialidad para el presidente Vucic, quien tiene una larga historia con la extrema derecha y los nacionalistas serbios. Antes de cumplir 30 años, fue el ministro de Información de Slobodan Milosevic. Después fue ministro de Defensa y primer ministro. Elegido presidente en 2017 con el 55% de los votos, principalmente de ciudadanos mayores de 55 años, ha sido acusado de aplastar a la oposición a través del control autocrático de los medios, intimidación a los votantes y otras irregularidades electorales. Las protestas estallaron cuando se anunció su victoria, con 10.000 estudiantes reuniéndose frente a la Asamblea Nacional y eventos similares en todo el país. Estas protestas han estado creciendo de forma constante desde entonces.
En unas declaraciones que hizo el 20 de julio de 1995, durante la Guerra de Bosnia, de las cuales nunca ha renegado, Vucic manifestó: «Por cada serbio muerto, mataremos cien musulmanes». Fue días después de la célebre matanza de Srebrenica (Bosnia), cuando más de 8.000 hombres y chicos musulmanes fueron separados de la población regional y ejecutados. Tan recientemente como el 15 de noviembre de 2018, la primera ministra serbia, Ana Brnabic, declaró que lo que ocurrió en Srebrenica fue un crimen de guerra y no genocidio, y en diciembre señaló que el Ejército Serbio podría intervenir de nuevo en Kosovo.
Brnabic -mujer, así como abiertamente gay- fue nombrada por Vucic el pasado verano en lo que muchos grupos LGTB de Serbia han visto como una astuta táctica neoliberal para convencer a la Unión Europea de los méritos del nuevo Gobierno serbio. Se le retiró la invitación al Desfile del Orgullo Gay de Belgrado de 2018 tras sus comentarios de que los derechos de los homosexuales solo deberían ser tratados después de resolver asuntos más urgentes.
El pelo teñido de la estudiante Jelena Anasonovic se asoma desde su gorra y bufanda de punto mientras permanece en un escenario frente a los manifestantes en Belgrado. «Nos dimos cuenta de que había llegado el momento de hacer algo en las calles», dijo a la agencia France Presse. «La violencia, tanto verbal como física, se ha vuelto la norma» en Serbia, dijo. El actor Branislav Trifunovic también apareció como un importante portavoz del movimiento, y una de sus reivindicaciones específicas es de una cantidad fija de tiempo en la televisión nacional para las posturas disidentes. Está pidiendo sólo cinco minutos, y en este ambiente podría ser suficiente para romper el yugo gubernamental sobre los medios.
Ahora mismo, la gente joven se está organizando en internet con hashtags como #Protivdiktature («Contra la dictadura») en Twitter y «1od5miliona» en Facebook. Pero las multitudes muestran caras de todos los grupos de edad, así que la población está captando el mensaje.
Vucic aprendió temprano a acumular poder gracias a buscar cabezas de turco y al nacionalismo maligno. Pero en un país con un salario medio de apenas 300 euros al mes y más del 20% de paro, los viejos discursos se han desgastado. Una alienación común está uniendo a la gente y ojalá se pueda mantener una unidad inclusiva a través de las líneas económicas, de género, generacionales y étnicas.
Fuente: http://zcomm.org/znetarticle/it-has-begun-one-in-five-million-protest-in-serbia/
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Traducido para El Salto por Eduardo Pérez
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.