Entrevista con Costas Douzinas, destacado filósofo griego y autor del influyente libro Resistencia y filosofía en la Crisis, profesor de Derecho en la Universidad Birkbeck de Londres y director del Instituto Birkbeck para las Humanidades.
Grecia ocupa la presidencia de la UE desde el 1 de enero. Si bien es cierto que es una función más bien simbólica, ¿qué significa para Europa en su estado actual: dividida, sometida a una enorme presión, operando a distintas velocidades?
Me temo que no significa mucho. La presidencia de la UE va rotando por orden alfabético y por sorteo a Grecia le ha tocado la presidencia en el punto más bajo de su crisis. Tal coincidencia tendría cierto valor simbólico si significara que los problemas a los que se enfrenta Grecia y toda la Europa periférica fueran a añadirse a la agenda y al debate iniciado sobre el futuro de Europa. Pero eso es poco probable. El gobierno griego actual está completamente de acuerdo con las políticas de la señora Angela Merkel y del señor Barroso, y actúa como cobrador para los prestamistas cortando salarios y pensiones. La austeridad impuesta por la Unión Europea y administrada por el gobierno griego ha creado condiciones sin precedentes en ningún lugar en tiempo de paz. El PIB se ha reducido alrededor de un 27%, el paro y el subempleo han alcanzado el 34%, y el paro juvenil el 60%. Grecia se enfrenta a una crisis humanitaria que ha impulsado el apoyo a los neonazis del partido-banda Chrysi Avgi. El gobierno no tiene ninguna visión nueva de Grecia o de Europa. Es un caso bastante triste de síndrome de Munchausen, declarando que la catástrofe griega es una «historia de éxito». Lo único positivo que esperan de la presidencia es posponer durante seis meses las elecciones generales, que darían el triunfo a Syriza. El gobierno sostiene que, debido a un acuerdo muy poco conocido, el país que ostente la presidencia no debería celebrar elecciones durante el término. Como he dicho anteriormente, la presidencia en este momento es solo una coincidencia. Por desgracia, el gobierno griego no hará uso de este golpe de suerte, convirtiéndolo en una oportunidad desaprovechada y una pérdida de dinero.
Recientemente hubo en Madrid una conferencia de partidos y movimientos de izquierdas europeos nuevos y «avant-garde». ¿Ves una posibilidad realista de que, parafraseando a Lapavitsas, «la periferia europea se una políticamente contra el núcleo europeo»? ¿Cómo sería posible, tras todos estos años de austeridad impuesta, luchar contra Bruselas, Berlin, y las instituciones financieras internacionales?
Sí, fue el congreso del Partido de la Izquierda Europea. Su decisión de nombrar a Alexis Tsipras candidato a presidente de la Comisión Europea en las elecciones al parlamento europeo de mayo compensa la oportunidad perdida que acabo de mencionar. Las papeletas de la Izquierda Europea tendrán como cabeza de lista en toda Europa al líder de Syriza. Es un acto simbólico. Engloba dos aspectos. Posiciona la lucha contra la austeridad en el corazón de las políticas europeas -Syriza ha participado de pleno en las múltiples formas de resistencia contra la austeridad de los griegos. La gente lo ha elegido como partido anti-troika y lo ha puesto en una posición de gobierno en espera. Por otro lado, tener a un político griego como candidato pone el foco en la elección de Grecia por las élites europeas como conejillo de indias para liderar el enorme experimento social de la austeridad que se está desarrollando en toda Europa, pero sobre todo en la periferia. Y por supuesto la periferia no son sólo los estados mediterráneos, sino Eslovenia, Croacia, los Balcanes, y los estados de centroeuropa y el báltico. La ortodoxia neoliberal ha convertido la idea original de una Europa de democracia, solidaridad y prosperidad en una Europa dividida entre el centro y la periferia, donde el centro impone políticas económicas neoliberales. El «ajuste estructural» de África y el «consenso de Washington» de Latinoamérica han sido importados al corazón de Europa. La necesidad de unión de la periferia es importante no sólo para los PIGS. Los que más están sufriendo ahora pueden llevar a Europa en una nueva dirección que beneficie a toda la Unión. Este es el punto central de la agenda de Syriza, que tiene repercusión en toda la Europa del Sur. La semana pasada la periodista y escritora italiana Barbara Spinelli sugirió que la izquierda italiana debería unirse a Tsipras y presentarse a las elecciones europeas con un programa de refundación de Europa. Temo que si Europa no vuelve a sus principios fundacionales, se irá apagando o se convertirá en un pequeño club del Norte rico visto por todos los demás como una nueva Santa Alianza contra los intereses de los trabajadores del resto de Europa.
Hace diez años Europa era sinónimo de derechos humanos y de «modelo positivo para el futuro». Ahora es lo contrario. La UE se está convirtiendo en un lugar de xenofobia y terrorismo financiero. El estado del bienestar se está marchitando. ¿Qué fue mal? ¿Hacia dónde vamos?
La Unión Europea no ha conseguido crear un «demos», un pueblo europeo, la idea de un pueblo con una procedencia y una cultura europeas. Esto afecta directamente a los débiles instintos democráticos, el «déficit democrático» europeo es más bien una falta total de democracia. Hay un kratos -un poder económico- pero no hay un demos -un pueblo. Por desgracia la Unión se ha convertido en una institución altamente burocrática definida geográficamente en vez de por sus ideas y principios. Hay un espacio geográfico denominado Europa, pero ya no representa la «idea» de Europa soñada por Hegel, Husserl o Derrida. Un componente clave de esa idea era la redistribución de ricos a pobres, una mínima «unión de transferencias» que cerrara la brecha entre Norte y Sur. Los líderes socialdemócratas de los 70 y 80 consiguieron cierto grado de convergencia e integración y promovieron leyes antidiscriminación y unos mínimos derechos sociales y económicos. La gran victoria de Margaret Thatcher sin embargo fue debilitar el proyecto de integración política y convergencia social al expandir constantemente la pertenencia y convertir la Unión en un simple libre mercado. Preparó el terreno para el giro neoliberal según el cual la moneda única no significa más que estabilidad fiscal. Esto es más importante que la cohesión social, y como resultado, la moneda única se ha convertido en un medio de transferir recursos de pobres a ricos. Esa es la locura de la situación actual. Todas las transferencias van del Sur al Norte, sea a través de la importación de coches y bienes alemanes o del pago de préstamos hechos al Sur para que los bancos del Norte puedan recuperar sus préstamos anteriores. Una vez más la izquierda debe ayudar a parar este proceso. Pero ya no puede haber una vuelta al antiguo modelo socialdemócrata. La mayoría de partidos socialdemócratas han adoptado las fórmulas neoliberales, la ortodoxia actual es Thatcher + Blair. Tiene que ser una nueva izquierda de reestructuración y redistribución económica y de profundización y expansión de la democracia. Lo que necesitamos es un nuevo modelo democrático y social.
He pasado muchos meses en Grecia en los últimos 5 años, siguiendo las protestas y la caída del estado y la democracia. Las cosas están cambiando con mucha rapidez, como ocurre en tiempo de guerra. Pero las protestas se van haciendo más silenciosas y pequeñas. La gente está demasiado cansada. Ya no se trata de política. Se está convirtiendo en algo estrictamente social, ¿no?
No estoy de acuerdo. Las grandes campañas de 2011 cambiaron la escena política cuando las multitudes de las plazas adoptaron a Syriza y pusieron en la agenda política la posibilidad del primer gobierno de izquierda radical elegido democráticamente en Europa. Las movilizaciones sociales son periódicas y cambian de intensidad. La gente no puede quedarse permanentemente en la calle. Este es un pueblo que ha perdido cerca del 50% de sus ingresos en 4 años y su primera prioridad diaria es la supervivencia. Sin embargo lo que diferencia a la resistencia griega del activismo sindical o social tradicional es su carácter constantemente político. En las huelgas recientes de médicos del servicio de salud del estado o de trabajadores de la universidad (ambos grupos se han visto diezmados por despidos horizontales), los huelguistas repetían que la única solución es un cambio de gobierno. Nada más puede parar la destrucción general de la cohesión social. Cuando la radiotelevisión estatal cerró en junio silenciando tres canales de televisión y seis estaciones de radio y despidiendo a 2500 trabajadores, la respuesta de periodistas y técnicos fue ocupar la sede central y llevar a cabo una programación de TV y radio independiente que la gente consideró lo mejor que se había retransmitido nunca. Hay muchas campañas de solidaridad locales, iniciativas económicas y sociales alternativas, etc. Pero todo el mundo está de acuerdo en que sin un cambio en la cúpula, las campañas y victorias en los barrios y las plazas no serán suficiente. Fueron las políticas de la UE y el gobierno las que impusieron la austeridad, y deben terminar.
¿Te habrías imaginado hace unos años el auge de los neonazis? ¿Qué lo causó?
Se veía venir, aunque muchos prefirieron mirar hacia otro lado con la esperanza de que no fuera más que una pesadilla. Fue el asesinato en noviembre del rapero Pavlos Fyssas lo que despertó la memoria histórica del pueblo griego. Hizo recordar las dictaduras, la guerra civil, los «anómalos años 50», el asesinato de Lambrakis, inmortalizado en la película «Z», de Costa Gavras. ¿Porqué no hubo la misma respuesta cuando la extrema derecha atacaba a migrantes y pequeños comerciantes, o cuando cometía todo tipo de crímenes contra inmigrantes, gitanos, gays y gente de izquierda? En primer lugar porque la cobertura de estos incidentes por parte de los medios de masas fue insuficiente, y en segundo, porque no hubo apoyo por parte de los políticos a la formación de un frente antifascista. Todos somos responsables, incluida la izquierda. Considerar la vida de un griego nativo más valiosa que la de un inmigrante equivale a adoptar una ideología fascista. Como dijo el filósofo Emmanuel Levinas, «cuando matas a un humano matas a toda la humanidad». Los asesinatos fascistas no son reacciones a actos sino más bien reacciones a lo que eres: negro, judío, homosexual, de izquierdas… El fascismo te condena por existir, por lo que eres, no por lo que haces. Pero el gobierno es responsable al tolerar o incentivar estos actos. Justo antes del asesinato de Fyssas, políticos y comentaristas de derechas, asustados por el auge de Syriza en las encuestas, decían que el partido gobernante Nueva Democracia debería considerar colaborar con Chrysi Avgi, si cambiara y se volviera más moderado y civilizado. Y por supuesto ahora sabemos que existe una gran complicidad entre los nazis y ciertas partes del estado. Todo estado utiliza dos tipos de violencia. La primera es legal, protegida por la ley y da al estado el «monopolio sobre la violencia». La segunda es formalmente ilegal y utiliza métodos para-estatales que operan ocultos y en secreto. Hay pruebas, en Grecia pero también en Turquía y de hecho en todos los estados contemporáneos, de la propagación del tipo de violencia «formalmente ilegal». Cuando la legitimidad del estado -encapsulada en la frase «el estado hace bien su trabajo»- desaparece, el estado recurre a estos métodos auxiliares de legitimación, el uso creciente de la violencia tanto abiertamente como en secreto. Opino que este es el punto en el que nos encontramos ahora mismo. Aurora Dorada es síntoma de una podredumbre más amplia en las clases dirigentes y en el sistema estatal que fue construido para garantizar su dominancia permanente.
¿Existe la posibilidad de que crezca el conflicto social y cívico en Grecia?
Sólo si es promovido por esas partes ocultas del estado, temiendo desaparecer bajo un gobierno de izquierdas. El núcleo duro de Aurora Dorada es pequeño, compuesto sobre todo de matones y delincuentes menores, no son una amenaza seria para la paz social. La gente en paro desesperada que ahora apoya a los nazis en las encuestas de opinión acabarán desplazándose donde pertenecen sus intereses, véase la izquierda. Es probable que en Grecia veamos el fenómeno inverso al de Le Pen en Francia: la clase trabajadora que en teoría apoya a la extrema derecha se desplazará en masa hacia la izquierda.
¿Cómo ves el futuro del Mediterráneo? Del Norte y del Sur. ¿Estás de acuerdo con que el Mediterráneo Norte está luchando por lo que teníamos en el pasado, y el Sur (el Norte de África y parte de Oriente Medio) por… el futuro? ¿Ves puntos en común entre las protestas en el sur de Europa y en el mundo árabe?
Sí, y más lejos, Turquía, Brasil y el resto del mundo. El «nuevo orden mundial» anunciado en 1989 ha sido el más corto de la historia, acabando de forma súbita en 2008. Han estallado protestas, revueltas y levantamientos por todo el mundo. Ni la corriente mayoritaria ni los radicales predijeron la ola y esto llevó a una búsqueda frenética de precedentes históricos. Un antiguo director del servicio secreto de inteligencia británico pensó que es «una ola revolucionaria, como en 1848». Mason está de acuerdo: «Hay paralelismos importantes -sobre todo con 1848, y con la ola de descontento que precedió a 1914». La resistencia y la revolución se sienten en el ambiente. Aparecen nuevas formas de resistencia y resurrección con regularidad. Es imposible predecir cuándo, pero no hay duda de que tendrán lugar. ¿Cual es la razón? Por supuesto la austeridad y la pobreza extrema son causas que unen a muchas partes de Europa. Otra característica común es la victoria del neoliberalismo y el consecuente declive de la democracia en todo el mundo. El neoliberalismo es una ideología y una cosmovisión global. Distorsiona la lógica tanto del liberalismo clásico como de la socialdemocracia, convirtiendo la política en la administración de la economía. Somete todos los aspectos de la vida a la lógica de la optimización económica y la distribución de bienes, valores y prospectos de vida basada en el mercado. El gobierno ha sido reemplazado por «gerencia», y lo rige la misma lógica. El homo economicus se convierte en homo tout court. Todo está sujeto a la lógica del mercado. Lo que está en juego no es la «economía de mercado, sino la sociedad de mercado».
Los economistas, los burócratas modernizadores y los medios patrióticos han reemplazado a la acción política convirtiendo al estado en el hombre fuerte del mercado a nivel interno, y en un guardián de la moral superficialmente tolerante a nivel externo en nuestras guerras «humanitarias».
Se ha impuesto un semi-estado de excepción permanente en todo el mundo occidental. Se construyen muros por todas partes. Aquellos seducidos por la falsa burbuja financiera deben aprender a abandonar el consumo. Ya no es el tercero excluido el que sufre. En todo el mundo grandes sectores de población pasan de ser prósperos a ser «nuevos pobres», y de ser beneficiarios del poder a quedar excluidos. Esto ha hecho de nuestra época un tiempo de resistencia, está surgiendo en todas partes. ¿Dónde será lo siguiente? ¿Turquía, Brasil, Bulgaria, Egipto? No sabemos dónde exáctamente pero sabemos que ocurrirá. El pueblo, la multitud en todas partes ha vuelto a entrar en política y se ha convertido en agente de la Historia.
Hablando del futuro de la resistencia, ¿cuales serían los próximos pasos? Sobre todo relacionados con el status quo en las calles.
Déjeme responder a través de tres teorías que he desarrollado como resultado de mi participación en varios movimientos de resistencia y de mi trabajo teórico.
1. La resistencia es un proceso o experiencia de subjetivación. Nos convertimos en sujetos nuevos cuando somos conscientes de una ruptura de identidad. Cuando la existencia particular fracasa, cuando la identidad se rompe y no puede ser completada. El fracaso de la identidad de nuestra rutina diaria abre el camino a la universalidad de la resistencia. Conlleva riesgo y perseverancia, la resistencia es el coraje de la libertad.
2. La resistencia es primero un hecho, no una obligación. No es sólo la idea o la teoría de la justicia o el comunismo lo que lleva a la resistencia, sino la sensación de injusticia, la reacción física al dolor, el hambre y la desesperación. Las ideas de justicia e igualdad se mantienen o se pierden como resultado de la existencia y del alcance de la resistencia.
3. Las resistencias locales y regionales pueden convertirse en políticas y tener éxito cambiando radicalmente el equilibrio de fuerzas si devienen colectivas y condensan, temporal o permanentemente, un número de causas, una multiplicidad de luchas y quejas locales y regionales, aunándolas en un momento y lugar comunes. En este punto, la resistencia se convierte en una fuerza hegemónica.
¿Crees que Syriza puede cambiar las cosas? Las encuestas vuelven un año y medio después de las elecciones. ¿Hay alguna posibilidad de victoria si se celebran elecciones tras la posible caída del gobierno de Samaras? ¿Es posible lograr los objetivos dentro del sistema político actual?
Parafraseando una expresión que hará sonreír a más de un marxista y de un cínico, el fin del sistema es una cuestión de necesidad histórica. A lo largo de la Historia, las revoluciones triunfan cuando un sistema de poder se ha agotado y se ha vuelto obsoleto y dañino. Este es el caso de Grecia. Por supuesto, la necesidad histórica sólo se puede reconocer retrospectivamente, ya no creemos en el avance inevitable del progreso.
Hacen falta tres elementos para convertir la alternativa en necesidad. Un fuerte deseo popular, un agente político preparado para tomar el poder, y por último un catalizador que combine los otros elementos para hacer un todo explosivo. Los tres elementos se han juntado en Grecia: la voluntad popular de la resistencia, Syriza como agente político, y la austeridad como catalizador que llevará al primer gobierno de izquierda radical de Europa.
¿Está preparada la izquierda? ¿Puede triunfar? Hay cosas para las que te preparas y otras que te vienen de golpe, como un milagro o un terremoto. Nunca se está preparado para enamorarse o para comenzar una revolución. Planeamos los pasos más importantes de nuestras vidas, hacemos balance de pros y contras en relación con nuestra educación, nuestro trabajo, nuestra boda. Pero el cálculo no termina nunca, y si sigues acabarás por no actuar nunca. La decisión, el acto, es un poco como un golpe de locura, toma el mando. El pueblo ha adoptado a Syriza como el sujeto de cambio radical. En este sentido, la pregunta de qué hará la izquierda cuando tenga el poder tiene una respuesta. El día de después será la continuación del día anterior. No hay ningún precedente, la izquierda tendrá que improvisar y ajustarse, que hacerse brutalmente pragmática y firmemente ejemplar.
Por tanto, hay espacio para planear, desarrollar políticas, prepararse. Pero también está el reto y la respuesta al hecho, la eventualidad de lo ocurrido, donde la Historia no se construye en base a lo esperado en progresión lineal, sino retrospectivamente tras el evento, cuando una serie de eventos secundarios sin importancia son reconocidos como la secuencia que llevó al cambio.
Los críticos de Syriza dicen que el mayor problema del partido es la falta de un programa económico sostenible.
Eso es incorrecto. Los economistas de Syriza, a los que conozco bien, son de los mejores economistas de Grecia y de Europa y gozan de prestigio internacional. Escucharás a menudo este tipo de críticas, «no tienen políticas desarrolladas, no tienen un programa económico», etc. Viniendo de la derecha, son intentos de parar el movimiento popular masivo hacia la izquierda. Viniendo de la izquierda, son el típico ejemplo de lo que Walter Benjamin llamó «melancolía de la izquierda», el compromiso con la derrota que rechaza e incluso ataca cualquier posibilidad de victoria. Por supuesto que hay problemas, pero serán resueltos, o no, cuando la izquierda los trate.
La mayoría de mis amigos griegos dicen que la «izquierda auténtica» y la «auténtica lucha por la libertad» sólo están presentes en los nuevos movimientos ciudadanos, no en los partidos.
El gran logro de las ocupaciones y las plazas fue llevar este viejo conflicto a un fin provisional, o al menos a una tregua. No puede haber gobierno de izquierdas sin movilización social y no puede haber victorias duraderas para las campañas de solidaridad y los movimientos sociales sin un cambio de gobierno. Al fin y al cabo ha sido el estado el que ha destruido la vida de la gente y sin un cambio radical en las altas esferas todas las demás luchas y victorias seguirán siendo parciales. El futuro de Europa se juega en Grecia. O se aumentará y exportará la catástrofe de la austeridad, o la resistencia conseguirá su primera gran victoria y mostrará a los otros países de la periferia que la resistencia y el conflicto no son una causa perdida porque las élites nos digan constantemente que «no hay alternativa». Hay alternativa e involucra tanto a la calle como a la política electoral. Las señales son buenas. La Historia se mueve de nuevo.