Soflamas, pancartas y huevos de corral han llovido este martes en Westminster sobre Nick Griffith, líder de la extrema derecha británica y flamante miembro de la Eurocámara. Los han arrojado entre 50 y 100 militantes del grupo Unidos contra el Fascismo, integrado por miembros de los sindicatos y respaldado por personalidades de los tres grandes […]
Soflamas, pancartas y huevos de corral han llovido este martes en Westminster sobre Nick Griffith, líder de la extrema derecha británica y flamante miembro de la Eurocámara. Los han arrojado entre 50 y 100 militantes del grupo Unidos contra el Fascismo, integrado por miembros de los sindicatos y respaldado por personalidades de los tres grandes partidos británicos. Aseguran que se convertirán en los próximos años en la sombra de Griffith y que protestarán en todos y cada uno de sus actos públicos.
No es la primera vez que al líder ultra británico escapa por piernas de una muchedumbre. El escándalo y el tumulto han salpimentado desde siempre su carrera política. Desde su adolescencia ha militado en distintos grupos de ideología más o menos fascista hasta terminar en el Partido Nacional Británico (BNP según sus siglas inglesas).
En el momento en el que la masa se abalanzó sobre él, Griffith improvisaba una comparecencia ante los periodistas, blandiendo ejemplares de la prensa y acusando a los diarios británicos de distorsionar algunos aspectos de su figura. Armados con pancartas y gritando eslóganes antinazis, los manifestantes acallaron el discurso del líder ultra y le obligaron a meterse en su coche arropado por los ‘gorilas’ de su servicio de seguridad privada. Hubo escaramuzas y choques entre los miembros del BNP y los manifestantes y un turista que quedó atrapado en el medio tuvo que ser trasladado al hospital tras torcerse el tobillo.
Por supuesto, apenas se repuso Griffith intentó aprovechar el incidente en beneficio propio, diciendo que era «un día muy triste para la democracia británica». Y añadiendo en los micrófonos de la BBC: «La gente debería poder escuchar lo que tengo que decir y escuchar cómo los periodistas lo cuestionan vehementemente. Quienes me han interrumpido son una turba organizada que respaldan los tres grandes partidos para que nuestro mensaje no llegue al público».
Financiación pública
Un discurso victimista que sin duda le ayudará a Griffith a seguir pescando votos en los caladeros del descontento laborista. Ya lo hizo el domingo pasado, cuando el BNP obtuvo por primera vez representación en el Parlamento Europeo. Dos escaños -uno para Griffith y otro para Andrew Brons- que han hecho saltar aquí todas las alarmas.
Griffith suele decir en las entrevistas que el BNP no es un grupo antisistema ni un partido racista. Sin embargo, sus estatutos impiden afiliarse a cualquiera que no sea blanco y su programa defiende frenar en seco la inmigración y restaurar la pena de muerte para los pedófilos, los asesinos en serie y los terroristas.
Unos extremos que Griffith y sus esbirros suelen soslayar en las entrevistas pero que de vez en cuando aparecen. Como cuando dijo sobre Hitler que «quizá había ido demasiado lejos» o que la inmigración había convertido el Reino Unido en «un agujero del infierno».
La entrada de Griffith y Brons en la Eurocámara tendrá consecuencias económicas para el BNP, que obtendrá alrededor de seis millones de euros del dinero del contribuyente. Dinero que podría tener un efecto multiplicador sobre sus sufragios. Al menos eso temen los partidos tradicionales. He ahí el motivo de manifestaciones como ésta. Aunque habrá quien piense que sólo sirven para dar publicidad a Griffith y extenderle la parroquia.
http://www.elmundo.es/elmundo/2009/06/09/internacional/1244566764.html