Aunque la popularidad de los partidos políticos extremistas va en aumento en este país a raíz de campañas contra inmigrantes, judíos y musulmanes, el punto de vista del gobernante y centrista Partido Popular (OVP) y del Social Demócrata (SPO) hacia los inmigrantes puede ser poco mejor. «Hay un problema serio con el debate político sobre […]
Aunque la popularidad de los partidos políticos extremistas va en aumento en este país a raíz de campañas contra inmigrantes, judíos y musulmanes, el punto de vista del gobernante y centrista Partido Popular (OVP) y del Social Demócrata (SPO) hacia los inmigrantes puede ser poco mejor.
«Hay un problema serio con el debate político sobre inmigración. Está afianzando la polarización y produciendo un punto de vista de ‘nosotros y ellos’ sobre la inmigración», dijo a IPS Sonya Ferrer, de la organización austriaca contra el racismo ZARA.
«Políticos de todos los colores lo presentan como un problema de ‘ellos’, los inmigrantes, que tienen que hacer algo para que la inmigración funcione. Pero no es simplemente cuestión de qué necesitan hacer ‘ellos’, sino también de qué necesitan los austriacos. Los partidos políticos tienen que cambiar su debate, para incluir a ambas partes: los austriacos y los inmigrantes», sostuvo.
Las cifras oficiales muestran un aumento drástico de los delitos raciales, contra inmigrantes y judíos, informándose sobre un racismo institucionalizado en la policía y el Poder Judicial. Recientes encuestas revelan que muchas personas creen que la inmigración está vinculada a lo que se percibe como un aumento de los delitos.
Según datos del Ministerio del Interior, entre 2006 y 2008 los delitos de corte racista y antisemita reportados aumentaron de 419 a 831.
La Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (UE) reportó la semana pasada un aumento de 79,5 por ciento en los delitos racistas entre 2006 y 2007, último año del cual tiene cifras.
También señaló un incremento de 87 por ciento en los delitos antisemitas en el mismo periodo, con un ascenso de más de 100 por ciento entre 2001 y 2007. La Agencia dijo que el panorama real puede ser peor, a causa de la escasa recolección de datos.
Amnistía Internacional difundió un informe en abril diciendo que la policía y los jueces austriacos no habían hecho nada para hacer frente al racismo institucional que estaba tan extendido dentro de sus organizaciones.
Señaló que las autoridades elaboraban perfiles raciales de la gente, y que a menudo asumían que las minorías étnicas eran perpetradoras de delitos en vez de víctimas.
En un estudio publicado en los medios austriacos, 77 por ciento de los ciudadanos del país declararon haber notado un aumento en los delitos, y 63 por ciento de ellos opinaron que ese incremento estaba vinculado a la creciente inmigración.
Los partidos políticos ultraderechistas experimentaron un aumento en su popularidad, a raíz de las olas inmigratorias de los años 80 y especialmente en los años 90, mientras aumentaba una gran comunidad de inmigrantes turcos, principalmente en Viena, y llegaban ciudadanos de la ex Yugoslavia, devastada por la guerra.
Según la agencia estatal de estadísticas Statistik Austria, el año pasado hubo 110.000 inmigrantes en el país, de poco más de ocho millones de habitantes.
El ultraderechista Partido de la Libertad (FPO) y la Alianza para el Futuro de Austria (BZO) actualmente gozan de un masivo apoyo de votantes.
Esos dos partidos obtuvieron sumados 30 por ciento de los sufragios en las elecciones nacionales de 2008, y en los comicios para el Parlamento Europeo del mes pasado consiguieron 17 por ciento. La campaña electoral del FPO tuvo un tinte virulentamente antiinmigrantorio y antimusulmán, con eslóganes como «Occidente en manos de la cristiandad».
Tanto el FPO como el BZO fueron liderados por el controvertido icono de la extrema derecha Jörg Haider, quien murió en un accidente automovilístico en octubre. Hubo protestas internacionales, así como una condena a las autoridades austriacas por parte del resto de la UE cuando el FPO de Haider fue incluido en un gobierno de coalición tras las elecciones de 1999.
Los expertos políticos señalan que los nuevos líderes de los partidos son incluso más derechistas que Haider, y que sus políticas son más extremistas. Aparte de políticas abiertamente antiinmigrantes que incluyen llamados a expulsar a cientos de miles de extranjeros del país, también quieren revocar legislación que data de 1947 y que prohíbe la promoción de la ideología nazi.
Algunos de sus políticos son miembros de las Burschenschaften, fraternidades secretas de corte nacionalista que se cree están vinculadas a organizaciones neonazis.
Los líderes nazis Adolf Eichmann, Rudolf Hess y Heinrich Himmler eran miembros de las Burschenschaften, y una de esas fraternidades ha acogido a conocidos negadores del Holocausto.
Con el ascenso de estos partidos de extrema derecha, el debate sobre la inmigración también se ha vuelto más público. Pero algunos analistas sostienen que, aunque el FPO y el BZO alimentan los sentimientos racistas y antiinmigrantes, los políticos de los partidos dominantes hacen poco por alentar puntos de vista positivos sobre la inmigración.
«Entre la población hay un creciente sentimiento contrario a los inmigrantes», dijo a IPS Thomas Hofer, un analista político radicado en Viena que trabaja para la Asociación Europea de Asesores Políticos.
«Las tensiones sociales van en aumento, y los partidos políticos están avivando esas tensiones en su propio beneficio. Hubo un aumento del apoyo a los partidos populistas», señaló.
«Como muestran los resultados, todo el paisaje político en Austria, y obviamente la población, claramente se han movido hacia la derecha. La manera en que los partidos de centro ven a los inmigrantes también está influenciada por las exitosas campañas de la extrema derecha.
Los partidos dominantes están intentando hacer es ir en una dirección más estricta hacia los inmigrantes», agregó.
Austria, donde el SPO o el OVP han estado en alguna forma en todos los gobiernos federales de posguerra, tiene una de las legislaciones más restrictivas de Europa en materia de inmigración.
Hay cuotas para los trabajadores inmigrantes de países que no integran la UE. Cuando en 2004 el bloque se expandió para admitir a 10 nuevos estados –algunos de ellos vecinos de Austria–, el país mantuvo sus mercados laborales cerrados a los nuevos ciudadanos europeos. Muchos otros estados de la UE los abrieron plenamente.
Los funcionarios austriacos han dicho que mantendrán cerrado el mercado laboral hasta 2011, el máximo permitido posible bajo los términos de la expansión.
En Austria, los inmigrantes no pueden participar activamente en política, a diferencia de lo que ocurre en muchos estados miembro de Europa occidental, y algunos nuevos de la oriental.
Las reglas que permiten calificar para acceder a la ciudadanía austriaca también son muy estrictas, y los hijos de los extranjeros son automáticamente clasificados como extranjeros, aunque hayan nacido en Austria.
Una dura legislación sobre inmigración fue introducida en 2006, intensificando las normas sobre residencia, lo que generó varias manifestaciones.
Los críticos dijeron que los ministros estaban actuando «inhumanamente» en relación a los inmigrantes.
Previo a las elecciones parlamentarias que tuvieron lugar ese mismo año, el entonces canciller Wolfgang Schüssel, del Partido Popular, reclamó que los inmigrantes aprendieran alemán, y dijo que los extranjeros que querían asentarse en el país debían «estar listos para aceptar nuestra cultura».
Algunas organizaciones de derechos humanos dijeron que el hecho de que sucesivos gobiernos del SPO y del OVP no tomaran medidas contra el racismo es en parte culpable del aumento de la popularidad de los partidos de derecha.
«Durante las elecciones del Parlamento Europeo, el Partido de la Libertad llevó a cabo una campaña claramente racista, antisemita e islamofóbica», dijo a IPS Heinz Patzelt, director del capítulo austriaco de Amnistía Internacional.
«Pero esta clase de partidos solamente pueden ser de interés para los votantes si un gobierno no ha abordado los problemas relativos al racismo y la integración. Cuanto mejor trabajo hace un gobierno en la protección de los derechos humanos, menos problemas hay con ellos», aseguró.