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Crisis financiera

Islandia se convierte en el ‘país subprime’ de la banca europea

Fuentes: El Mundo

El efecto mariposa que convirtió a un conjunto no demasiado elevado de hipotecas estadounidenses de mala calidad en el mayor desestabilizador de la economía mundial en 80 años puede tener su reflejo europeo en Islandia. La quiebra del sistema financiero de este ignoto país de apenas 300.000 habitantes amenaza con resquebrajar aún más al del […]

El efecto mariposa que convirtió a un conjunto no demasiado elevado de hipotecas estadounidenses de mala calidad en el mayor desestabilizador de la economía mundial en 80 años puede tener su reflejo europeo en Islandia. La quiebra del sistema financiero de este ignoto país de apenas 300.000 habitantes amenaza con resquebrajar aún más al del Reino Unido, cuyos bancos, empresas y hasta ayuntamientos han acudido en los últimos años a la volcánica isla tras sus jugosos tipos de interés de más del 14%.

Si el premier Gordon Brown, que acaba de nacionalizar buena parte de su banca, no ataja la infección, ésta puede afectar a todo el sistema financiero europeo.

La amenaza se antoja exagerada pero es real. Básicamente por las conexiones entre las instituciones financieras de los dos países, fluidas, promiscuas y fructíferas durante la última década. Los problemas llegan ahora que la economía de la pequeña isla volcánica se tambalea por la tormenta bursátil y el Gobierno de Reykjavik no es capaz de capearla.

El primer ministro islandés, Geir Haarde, anunció este jueves dos medidas urgentes. La primera, la suspensión de la actividad de las Bolsas hasta el próximo lunes para frenar la especulación. La segunda, la tercera nacionalización de una entidad financiera en menos de una semana. Esta vez le tocó el turno al Kaupthing, el banco más grande de la isla. Antes habían pasado a manos del Estado el Landsbanki y el Glitnir.

El colapso bancario islandés responde a dos grandes causas: la regulación deficiente de su banco central y el tamaño insuficiente de sus entidades. En relación con la primera, el gran error del regulador fue concentrar sus esfuerzos en la lucha contra la inflación. ¿Por qué? Porque creó una atmósfera propicia para los especuladores, que llevaban su dinero a Islandia atraídos por los altísimos tipos de interés y una moneda -el krona- completamente maleable. Cuanto más altos eran los tipos, más dinero foráneo llegaba. Y cuanto más dinero foráneo llegaba, más se disparaban el crecimiento y la inflación. Y cuando más se disparaba la inflación, más subían los tipos. Así se fue alimentando una burbuja que ahora ha pinchado.

La segunda causa de la debacle es el tamaño desmesurado de los bancos de la isla, que manejan un volumen de negocio que multiplica por 10 el PIB islandés. La mayoría son instituciones creadas sobre fundamentos sólidos y bien gestionadas. Su vulnerabilidad no nace de su insolvencia sino de sus problemas de liquidez, que un Estado minúsculo como Islandia no puede remediar.

Hasta aquí el origen de la crisis de Islandia. Pero, ¿cuáles son sus ramificaciones en el Reino Unido? Dos. La primera tiene que ver con la actividad de los bancos islandeses en suelo británico. Muchos ciudadanos dejaron en ellos sus ahorros atraídos por sus altos tipos de interés. Lo hicieron también decenas de municipios y autoridades locales, que querían maximizar el dinero de las contribuciones. Unos y otros se ven atrapados ahora en el laberinto. A los primeros el Gobierno británico les ha garantizado sus ahorros con varios apaños: a los clientes de Kaupthing, adjudicándole a ING el negocio del banco; a los de Landsbanki, congelando sus activos de la mano de la legislación antiterrorista.

Peor lo tienen las autoridades locales, que invirtieron su dinero en las entidades islandesas por consejo del Tesoro y a las que ahora el Tesoro se resiste a ayudar. Según la oposición conservadora, el montante podría ascender a 1.300 millones de euros, todos dinero de los contribuyentes.

La otra ramificación de la crisis de Islandia en el Reino Unido es la que conduce a la economía real. En los últimos años, muchos empresarios británicos han recurrido a los bancos islandeses en busca de financiación. Es una lista larga que va del chef Gordon Ramsay al magnate inmobiliario Robert Tchenguiz pasando por supermercados como Sainsbury o tiendas de ropa como Karen Millen o House of Fraser. Como anécdota, cabe decir que entre las víctimas está un equipo de fútbol -el West Ham-, cuyo dueño es islandés Bjorgolfur Gudmundsson.

Está por ver si todos aguantan el tirón de la crisis en un momento en el que conseguir dinero se antoja cada vez más complicado. Si no lo hacen y la economía británica se contagia, Brown y su ministro Darling -que parecían haber evitado el abismo con su plan de rescate- podrían volver a coquetear con el precipicio.

Por el momento, el premier ha hecho dos cosas. En primer lugar llamó al presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, para explicarle los pormenores de su plan de rescate bancario. En segundo, emitió una furibunda bronca a los banqueros a través de la televisión, a quienes exigió que asuman sus responsabilidades por los problemas del sistema.

Fuente: http://www.elmundo.es/mundodinero/2008/10/10/economia/1223627787.html?a=31b1f6e641e5aded413e21774505a6a3&t=1223628448