I
A través de un “Boletín Extraordinario”, la revista Amauta anunció el 16 de abril de 1930, el fallecimiento del revolucionario peruano José Carlos Mariátegui, quien, desde principios de ese año forzado por el deterioro de su salud, se encontraba postrado bajo cuidados médicos y familiares. Amauta, órgano que Mariátegui había fundado en 1926, informó diariamente a los trabajadores, estudiantes e intelectuales que seguían con interés y preocupación la condición de su enfermedad, al darse a conocer la noticia de su partida física, pudo leerse entre otras líneas las siguientes: “El proletariado acaba de perder a uno de sus mejores guías, uno de sus más calificados portavoces […] Muere en su fe materialista. Muere encarecidamente perseguido como todo militante leal a la causa de la emancipación del proletariado […] Mariátegui, su memoria, su vida, su obra, pertenecen al proletariado. El reivindica para sí esta herencia. Sabrá defenderla de toda mitificación interesada, sabrá elevarla con el valor digno del hombre y del maestro […] Su vida es nuestro ejemplo, su obra, una inquebrantable afirmación, su cadáver, una protesta”.
Con esas notas comenzaba el largo proceso de revaloración que continua hasta la fecha sobre la vida y obra del Amauta peruano, precursor del marxismo crítico y revolucionario de nuestra América, cuya praxis rompió los linderos ortodoxos impuestos desde el eurocentrismo y trazó una nueva ruta de análisis heterodoxo y descolonizadora que puso nueva luz sobre la formulación del proyecto socialista basándose en las raíces profundas de la realidad nacional de su país y del continente americano, cuestionado-dialogando sin reparo o claudicación frente al imperialismo estadounidense, las oligarquías burguesas de la región y los sectores de la izquierda reformista. Mariátegui traspasó los caminos de la interpretación hasta llegar al centro neurálgico de la opresión, para así idear, el socialismo indoamericano como el sendero por el cual andar para consagrar la emancipación de los pueblos latinoamericanos.
II
Su vida fue marcada desde los siete años al sufrir un accidente que lo dejará lisiado y le obligara a pasar largos periodos en reposo, circunstancia que aprovecho para hacer de la necesidad virtud, poniendo en marcha un largo proceso de estudio autodidacta que le llevó a desarrollar un conocimiento particular de la realidad de su país. Mariátegui había nacido el 14 de junio de 1894, en Moquegua, al sur del Perú. A los quince años comenzó a trabajar como periodista, acercándose directamente a los acontecimientos que para las primeras décadas del siglo XX sacudían a Perú y al mundo (Primera Guerra Mundial, Revolución Rusa, movimientos obreros), publicó sus primeros artículos y crónicas bajo el seudónimo de Juan Croniqueur y se vinculó con sectores intelectuales y políticos que nutrirían su espíritu, hasta que por el desarrollo de su pensamiento y el análisis constante de las condiciones de vida, se adhirió al socialismo y comenzó su militancia revolucionaria a favor de la clase obrera y los oprimidos, siendo exiliado a Europa en donde terminaría de nutriese de ideas revolucionarias como las de Antonio Gramsci y los clásicos del marxismo (Marx, Engels, Lenin), pudiendo observar la grandeza del movimiento revolucionario obrero italiano.
Es durante su exilio que la distancia le permite desarrollar un pensamiento específico para la realidad peruana y latinoamericana, por lo que su regreso fundaría la revista Amauta, que en su primera editorial dejó muy en claro su finalidad: “El objeto de esta revista es el de planear, esclarecer y conocer los problemas peruanos desde puntos de vistas doctrinarios y científicos. Pero consideramos siempre al Perú dentro del panorama del mundo. Estudiaremos todos los grandes movimientos de renovación: políticos, filosóficos, artísticos, literarios, científicos. Todo lo humano es nuestro”. Esta revista fue difusora del arte vanguardista, sus páginas dieron lugar a reflexiones sobre el arte y la política con una marcada concepción estética. Amauta que se puede traducir como maestro, reflejó el ideario socialista apegado a la tradición indígena latinoamericana. La revista cumplió también un papel fundamentalmente pedagógico, articulando el sentido de colectividad ancestral con las luchas contemporáneas, requiriendo por consecuencia, el compromiso del sector magisterial e intelectual en la construcción del provenir de las naciones.
III
Mariátegui dio continuidad al marxismo latinoamericano y contribuyó a catapultarlo, concibiéndolo como “creación heroica”, rompiendo con las interpretaciones de manual ortodoxas que se realizaban y que por su carácter irreflexivo no alcanzaban a encontrar las rutas para la emancipación, ni calco ni copia indicaba el Amauta de nuestra América, quien, además, dijera en su obra La escena contemporánea: “La revolución que era para los pobres no sólo la conquista del pan, sino también la conquista de la belleza, del arte, del pensamiento y de todas las complacencias del espíritu”. Una especie de proclama que iba más allá de la sola idea de restructuración económica postulada por algunos sectores revisionistas, el marxismo de Mariátegui es la constante renovación interpretativa de la realidad concreta partiendo de esa misma realidad a transformar.
En 1928 fundó el Partido Socialista Peruano y publicó su célebre obra Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, en donde plasmó su propuesta de proyecto socialista y el camino que consideraba para la revolución, haciendo hincapié, de la necesidad imperante de reconocer el problema indio como uno de los ejes centrales para la emancipación del colonialismo aún vigente y para la edificación de la nueva sociedad, siendo este libro, el ensayo inaugural del marxismo latinoamericano vigente hasta la fecha. Enunciaba Mariátegui al respecto: “No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser creación heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismo indoamericano. He ahí una misión digna de una generación nueva”. Esta tarea última que anuncia encierra los deberes del porvenir y la vigencia de su pensamiento.
IV
La época que vivió Mariátegui estaba ya marcaba por la ambición del imperialismo estadounidense y por la ambición de las viejas potencias europeas por recuperar sus dominios sobre nuestra América, la clarividencia de su pensamiento le permitió advertir en un reportaje publicado en la revista Variedades, el 13 de octubre de 1928, que: “A Norteamérica sajona le toca coronar y cerrar la civilización capitalista. El porvenir de la América Latina es socialista”, la crisis que ahora presenciamos del capitalismo vigoriza el análisis del peruano, concibiendo como le enseñara Rosa Luxemburgo, que la disyuntiva del presente radica en la construcción de la sociedad superior socialista o la extensión de la barbarie por el mundo. Alejado de las posturas intelectuales burguesas advirtió sin reparo “mis juicios se nutren de mis ideales, de mis sentimientos, de mis pasiones. Tengo una declarada y enérgica ambición: la de concurrir a la creación del socialismo peruano”.
Mariátegui mencionó en Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana que “todas las tesis sobre el problema indígena, que ignoran o eluden a éste como problema económico-social, son otros tantos estériles ejercicios teoréticos – y a veces sólo verbales –, condenados a un absoluto descrédito”, una argumentación absolutamente vigente y que las últimas décadas de reclamos indígenas y grandes movilizaciones reivindicativas, dan la razón al planteamiento expuesto, pues hasta que no se asuman como parte de la lucha de clases de manera absoluta las necesidades indígenas a lo largo de Latinoamérica, se seguirá dando vueltas en la espiral contradictoria que nos aleja de la liberación plena. Los grandes latifundios aún existentes y el permanente despojo de la tierra y el territorio son la muestra de la naturaleza del sistema capitalista a la que hay que anteponer la enseñanza del marxismo latinoamericano que deja de concebir al problema indígena meramente como una cuestión étnica o moral y la ubica en el contexto histórico y actual de los problemas económicos, sociales y políticos.
V
En el pensamiento de Mariátegui tiene continuidad el antiimperialismo y anticolonialismo natural del ideario latinoamericano, que, desde Simón Bolívar, Francisco Bilbao y José Martí, advertían la necesidad de la segunda y definitiva independencia de los países de nuestra América, junto a esta corriente vigente de pensamiento, el Amauta se acercó a la reivindicación de la mujer, indagó en varios escritos la lucha por la igualdad sexual, las relaciones entre opresión femenina, sexualidad y poder, así como otros aspectos que lo llevaron a plantear que el educador hombre debe ser despatriarcalizado por ser continuador de la opresión de la mujer, reconociendo la profundidad revolucionaria del pensamiento feminista, al igual que hace notar la necesidad especifica del análisis de la cuestión indígena, lo hace con la situación de la mujer, siendo de los primeros marxista latinoamericanos en acercarse ha estas posiciones.
Ahora que ha cumplido noventa años de su partida física, la vida y obra de José Carlos Mariátegui, espera nuevas lecturas para este siglo XXI, la vigencia de sus postulados entorno del socialismo indoamericano y sus aportaciones útiles para las luchas actuales y venideras, están en la profundidad de su análisis que reconoce la particularidad de la realidad sin perder el hilo general del capitalismo global. Mariátegui vive en la necesidad de generar a partir de la crítica una renovación del marxismo revolucionario de nuestra América.
Cristóbal León Campos es integrante del Colectivo Disyuntivas