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Las elecciones del 25 de septiembre en Polonia

La bota izquierda del Señor K.

Fuentes: Sovietskaya Rossia

Traducido del ruso para Rebelión por Andrés Urruti. K. : por A. Kwasniewski, actual presidente de Polonia

En Polonia se celebraron el domingo 25 de septiembre las elecciones al Parlamento. A diferencia de las elecciones de la semana anterior en Alemania, en las que se concentraba la atención de todo el mundo, la votación en Polonia provocó escaso interés. La imagen de Polonia, que derrama hacia la Unión Europea un diluvio de fuerza laboral barata, que priva del trabajo a los franceses y a otros europeos, facilitó, en buena medida, el fracaso de la «Constitución Europea». Después de eso, Polonia, con sus pretensiones de jugar un papel decisivo en Europa (lo cual no está en condiciones de hacer por su rango, es decir, por su peso económico), dejó de interesar a nadie. En los programas de noticias de los medios de comunicación, la información sobre las elecciones polacas aparecía invariablemente en tercer o cuarto lugar, después de las informaciones sobre el huracán «Rita» en USA, y los acontecimientos en Irak y Palestina.

Según los datos provisionales, la victoria electoral fue para el partido centroderechista «Ley y Justicia» (PiS), que alcanzó un 28% de los votos. El partido «Plataforma Cívica» (PO), que formaba un bloque con el partido anterior recibió un 24%. El gobernante «Alianza de la Izquierda Democrática», cuyo líder es el actual presidente de Polonia, Kwasniewski, sufrió una derrota aplastante, logrando cerca del 11%.

En la prensa a la «Alianza de la Izquierda Democrática» los catalogan como «antiguos comunistas» (o «excomunistas»), con lo que se quiere dar a entender que la derrota la han sufrido los comunistas. En realidad, en el partido del «pan» (N del T: señor, en polaco) Kwasniewski hace ya mucho tiempo que no hay nada de «izquierda». Hace 4 años él y los suyos ganaron las elecciones, aprovechando el fortísimo desencanto de los polacos con las reformas de «mercado». En la denominación de «izquierda» y en las consignas socialdemócratas, a los polacos les pareció encontrar la posibilidad del retorno de los beneficios sociales que fueron muy temerariamente abandonados por ellos mismos en 1989, cuando se lanzaron en pos del espejismo de la prosperidad de la «economía de mercado». Escaldados por la «terapia de choque», los electores polacos (alimentando la secreta esperanza de restaurar al menos una parte de los beneficios del socialismo) dieron un giro a la izquierda. Pero allí emboscado les esperaba el Sr. Kwasniewski, con consignas socialistas y políticas capitalistas. El engaño se descubrió, aunque no enseguida. He aquí por qué el Sr. Kwasniewski con sus socialdemócratas recibieron de los desencantados polacos un voto de censura con todas las de la ley.

Los problemas fundamentales que padecen los polacos y que han llevado a la derrota a los socialdemócratas son: la tasa de paro más alta de Europa, alrededor del 20%, precios e impuestos altos, una corrupción irrefrenable, desde arriba hasta abajo. Además, las esperanzas del polaco medio, de que su país podría pegarse a la próspera Europa Occidental y vivir opíparamente a cuenta del presupuesto de la Unión Europea, se derrumbaron con el fiasco de la constitución europea. Es cierto que , de todos modos, a los polacos les caerán algunas migajas de la «euro-mesa», pero muchísimo menos de lo esperado. De aquí viene la profunda desilusión.

Una de las especificidades de las presentes elecciones ha sido la muy baja participación de los electores (menos del 40%). La prensa señala que el pico de la actividad política de los polacos se dio en 1989, cuando, en buena armonía, derrocaron el poder popular. Desde entonces, después de cada elección, la situación de los polacos empeora más y más, lo que provoca que la confianza en los políticos sea cada vez menor. La mínima diferencia entre los «izquierdistas» de pacotilla y los derechistas declarados no es ya un secreto para nadie. Por cierto, que la derecha incluía en su programa preelectoral la consigna declaradamente izquierdista del apoyo estatal a los necesitados. ¡Aunque para todos está claro que es un engaño! Por esto la gente no quiere perder el tiempo en estos juegos de balanceo derecha-izquierda.

Un corresponsal de la BBC, valorando los resultados de las elecciones, ha descrito la diferencia entre izquierda y derecha como «cosmética». En su opinión, desde 1989 todos los partidos polacos siguen, poco más o menos, una política idéntica: entrada en la Unión Europea y en la OTAN, economía de mercado, etc. Podemos añadir a esto una política agresivamente antirrusa, así como la disposición a acoger las bases USA que los americanos quieren sacar de Alemania.

El «izquierdista» Sr. Kwasniewski hace ya tiempo que se convirtió en la más activa marioneta de USA en Europa. Se ha dedicado enérgicamente a enturbiar las aguas en la Unión Europea, para mayor placer de los EEUU, que no tienen el menor interés en la creación de una fuerte Europa unida. Con igual energía ha enturbiado las aguas en Ucrania, respaldando al proamericano Yushenko. Por lo que a Rusia respecta, los «izquierdistas» polacos han trabajado bastante por el empeoramiento de las relaciones con nuestro país, aunque así quebrantaran antiguos lazos económicos y perjudicaran la situación general en Polonia. Si bien, con la llegada al poder de la derecha, la tendencia antirrusa va a fortalecerse aún más.

Por lo demás, al Sr. Kwasniewski todo esto ya le «resbala». Termina ahora su segundo mandato en el puesto de jefe del estado. Dentro de dos semanas se celebran las elecciones presidenciales. Según la constitución él no puede aspirar a un tercer mandato. Por eso pronto se unirá a ese «coro celestial» de expresidentes del tipo Gorbachov o Kuchma (N del T: expresidente de Ucrania) y va a pasearse de una conferencia internacional a otra, o a dar discursos en los países occidentales, con honorarios que ascenderán a algunas decenas de miles de dólares. Así que «misión cumplida», y ahora a vivir, que son dos días.

El problema, claro, no es el Sr. Kwasniewski. La actual socialdemocracia polaca no es ninguna «heredera de los comunistas». Es el típico partido pequeño burgués. Exactamente del tipo de partidos de pseudoizquierda como «Rodina» (N del T: «Patria», partido ruso fundado en 2003, cuyo mayor mérito fue quitar votos al Partido Comunista, para beneficio de Putin y CIA) en Rusia , partidos que ahora intentan encaramarse al poder aprovechando la ola de nostalgia entre el pueblo por un pasado, quizás no más rico, pero sí más seguro y confiable. Y la historia de los «izquierdistas » polacos muestra que no tienen intención, ni siquiera de defender lo que es su base de apoyo político -la pequeña y mediana empresa-, sino que se transforman rápidamente en servidores del auténtico poder económico -las grandes empresas.

Todo esto tiene aplicación a la cuestión del «giro a la izquierda» en Rusia. Hay mucho griterío en torno a eso. Pero los elegantes automóviles, en los que se sientan respetables señores, con el intermitente indicando «a la izquierda», se desvían muy pronto a la derecha. El pueblo ve esto y pone de patitas en la calle a esos ficticios «izquierdistas». En esto se resume una de las principales enseñanzas de las últimas elecciones polacas.