La reciente solicitud del presidente Mauricio Funes a la Fiscalía, para que investigue de oficio la existencia de una estructura ilegal de inteligencia del partido Arena (Alianza Republicana Nacionalista), denominada Omega, y su posible relación con el aumento de la actividad delictiva del país -para darle más sustento a la campaña de inseguridad y miedo […]
La reciente solicitud del presidente Mauricio Funes a la Fiscalía, para que investigue de oficio la existencia de una estructura ilegal de inteligencia del partido Arena (Alianza Republicana Nacionalista), denominada Omega, y su posible relación con el aumento de la actividad delictiva del país -para darle más sustento a la campaña de inseguridad y miedo promovida por este partido-, ha sacudido con fuerza el proceso electoral salvadoreño.
En efecto, durante las últimas semanas, las temáticas de inseguridad, violencia y militarización de la seguridad pública ha caracterizado la campaña de Arena, acentuando la demonización de la «tregua entre pandillas», firmada en marzo de 2012, en la que la administración Funes desempeñó un papel importante de facilitador.
El cambio del mensaje del candidato arenero, el ex alcalde de San Salvador, Norman Quijano, fue repentino y con tonos prácticamente idénticos a los usados, en noviembre pasado, por el candidato oficialista hondureño, Juan Orlando Hernández, que no deja de crear suspicacias acerca de una posible supervisión del asesor político venezolano, Juan José Rendón.
Efectivamente, si revisamos los datos de los últimos años, resulta evidente de que algo extraño está pasando. Desde que se impulsó la «tregua», El Salvador logró reducir de la mitad, de 12 a 6, el promedio de homicidios diarios, muy por debajo del promedio de Honduras y Guatemala que cerraron el 2013 con 17 y 15 homicidios diarios respectivamente. Según datos de la PCN (Policía Nacional Civil), el año pasado se registraron 2,490 muertes violentas, 1,864 menos que en 2011, motivo por el cual El Salvador pasó de 76.3 homicidios por cada 100.000 habitantes, en 2011, a 42 por cada 100.000 mil habitantes el año pasado. El 2013 fue el menos violento de los últimos diez años.
Para María Silvia Guillen, directora ejecutiva de la FESPAD (Fundación de Estudios para la Aplicación del Derecho), el incremento acelerado de los homicidios, registrado en las últimas semanas, podría estar relacionado con una estrategia de terror, promovida desde la derecha salvadoreña, para hacer creer a la población que el actual gobierno no tiene la capacidad de resolver el problema, y que la única solución es la militarización del país.
-Opera Mundi: ¿Cuál es su opinión sobre el viraje que tuvo la campaña del candidato de Arena, Norman Quijano, que adoptó un discurso enfocado en la militarización de la seguridad pública?
-María Silvia Guillén: Las campañas electorales en los últimos 10 años han fincado su estrategia en el tema de seguridad. Lamentablemente, la violencia y la criminalidad que vivimos en el país y que es causa de tanto dolor y zozobra para la población pobre, hace que el tema de seguridad se vuelva como un elemento muy sensible de la campaña electoral.
Que el candidato de Arena haya cambiado su discurso y que esté atacando virulentamente a sus adversarios no me sorprende. Él sabe perfectamente que el tema de la inseguridad es una de las principales preocupaciones de la población, aunque, sin querer disminuir la gravedad del asunto, la percepción de inseguridad es, a veces, mucho más elevada que la inseguridad real.
Es evidente que se trata de una estrategia para generar miedo. Ventilan la idea de militarizar la seguridad pública, reclutar a los «pandilleros» para incorporarlos al Ejército e inculcarles valores y hasta de aplicarles el Código de Justicia Militar. No cabe duda de que esta propuesta trae consigo una tremendo retroceso en materia de derechos humanos.
-OM: El presidente Funes alertó sobre una posible relación entre el aumento de homicidios en este inicio de año y motivaciones electorales. ¿Cuál es su opinión?
-MSG: Él denunció la posible presencia de grupos de exterminios en el país, y el diseño de una estrategia de violencia para generar un clima de incertidumbre y afectar la imagen del gobierno de cara a las elecciones.
Eso tampoco nos extraña, porque ha sido una estrategia usada en todas las campañas de los últimos años para generar miedo. El mensaje es claro: si votan por el partido oficialista, el resultado será más violencia, zozobra y terror, porque el gobierno no puede combatir este fenómeno.
Además, el coordinador del programa de seguridad ciudadana y justicia penal de la FESPAD, Nelson Flores, dijo muy claramente que existen grupos de exterminio que se mueven en varias comunidades de los municipios de Soyapango, Ilopango y el cantón Lourdes, municipio de Colón.
-OM: ¿De dónde vienen estos grupos?
-MSG: Los grupos irregulares, mejor conocidos como escuadrones de la muerte, siguen estando aquí y han operado antes, durante y después de la guerra civil (1980-1992), pero nunca se quiso investigar.
Lamentablemente, en El Salvador, las investigaciones se enfocan siempre en el tema de las pandillas, y nunca en los delitos de cuello blanco, en los vínculos con el crimen organizado o en los delitos políticos con fines electorales.
Nuestro temor es que el discurso del candidato de Arena no sea solamente campaña electoral, sino que su intención es verdaderamente autoritaria. Ya lo demostró durante su mandato como alcalde de la capital, cuando, con operativos policiales y militares, desalojó brutalmente a los comerciantes que vendías sus productos en las calles y aceras de la ciudad.
Su propuesta de echar presas a todas aquellas personas que podrían involucrarse con pandillas es un absurdo total, porque es el resultado de políticas equivocadas del pasado, que han dejado a una gran parte se la población abandonada y sin acceso a salud, educación, sin servicios básicos, sin nada.
-OM: ¿Qué hacer entonces?
-MSG: Mientras se siga creyendo que el problema de la violencia se resuelve con más violencia, el resultado será desastroso. Necesitamos de políticas y acciones concretas de prevención de violencia, comenzando, por ejemplo, con detener el acceso de niños a las pandillas, rehabilitando a los jóvenes que quieren salir de esta situación. Sólo así podremos comenzar a construir un verdadero proceso de paz en El Salvador.
-OM: ¿Cree que esta campaña de miedo esté impactando en la población?
-MSG: La población que vive en comunidades con mucha presencia de pandillas, y que sufre a diario la extorsión, es la que más está expuesta a creer a estos discursos, y más cuando, a la par, están ocurriendo masacres por todos lados.
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OM: ¿Cuál es su opinión sobre la «tregua entre pandillas», que, en estos días, está siendo demonizada por el partido Arena?
-MSG: Nosotros la vimos como una gran oportunidad y siempre dijimos al gobierno que transparentara cuál era su rol en este proceso y que se mantuviera un apego estricto al mandato legislativo. Los resultados son evidentes en cuanto a la reducción de homicidios, pero esto necesita ir mucho más allá, con un proceso de reconstrucción del tejido social comunitario que traiga consigo la recuperación económica y la atención estatal a estas comunidades.
Estas situaciones dramáticas de violencia no surgen ahora, como quieren dar a entender los partidos de oposición, sino que es el resultado de políticas inadecuadas en materia económica y de seguridad pública, que dejaron excluida de las políticas públicas a una gran cantidad de población. Cuando no hay Estado hay pandillas. En este sentido, esperamos que la propuesta del futuro gobierno sea aún más fuerte, enérgica, sin temor, y sobre todo, más integral.
-OM: ¿Cuál es el papel del crimen organizado?
-MSG: El énfasis que se pone al tema de las pandillas es una cortina de humo para que la criminalidad organizada opere sin mayores problemas en nuestro país. Todavía hay una estructura de impunidad que permea la institucionalidad cuando se trata de estos tipos de crimenes. Toda la institucionalidad que tiene que ver con la seguridad pública, incluyendo obviamente a la Policía, debe ser seriamente diagnosticada y depurada.
-OM: ¿Qué papel está desempeñando Estados Unidos?
-MSG: La política de seguridad en nuestro país, como en todo el Triángulo Norte (Guatemala, Honduras, El Salvador) está definida por los intereses geopolíticos de Estados Unidos. En nuestro caso, por ejemplo, el tema de la tregua se ha visto seriamente interferido por Estados Unidos y por su oposición a dicho proceso.
Es así que la política de «mano dura» encuentra el apoyo de la administración norteamericana, con el supuesto objetivo de la lucha contra el narcotráfico, pero sabemos perfectamente que sus intereses geopolíticos y geoestratégicos van mucho más allá de esto.
Fuente original: http://nicaraguaymasespanol.