Traducido del francés por Susana Merino
Nosotros, los Chalecos Amarillos de Damigny, estamos tristes de haber asistido al espectáculo del incendio de la catedral de Notre Dame de París. Como muchos de los amantes de la historia y de la cultura de Francia y de todo el mundo tomamos conciencia de los irreparables daños ocasionados y de las pérdidas que les seguirán.
Deseamos ver que este edificio se reconstruye lo mejor posible ya que más allá de ser una obra religiosa forma parte del patrimonio cultural mundial. Sin embargo, consideramos que lo sucedido es el preocupante ejemplo de la manera en que se cuidan los tesoros culturales en el régimen capitalista neoliberal.
Desde hace decenas de años el patrimonio cultural en tanto parte importante de un servicio público también viene siendo maltratado, objeto de un desprecio, de un dejarse estar, de un insoportable maltrato. Nada de proyectos, de iniciativas, de políticas serias que devuelva la vida y que acreciente lo que conmueve el corazón de una sociedad: el arte, la cultura, la transmisión de monumentos que son testimonios de la historia humana y su grandeza.
En una sociedad donde solo reina la ganancia, un patrimonio que no la produce – que no es su objetivo – termina en ruinas, desaparece sin que siquiera se den cuenta las mayorías. Notre Dame debe ser reconstruida pero también mucho más ampliamente el arte y la cultura deben revitalizarse y ofrecerse gratuitamente a la humanidad. Se deben salvar y restaurar decenas de miles de sitios en Francia. Todos nosotros conocemos ruinas repletas de historia cuya visión nos entristece. Todo eso debe revivir. Pero también el arte es algo vivo y la danza, el canto, la música, el teatro, el cine deben ser accesibles para todos. No deben estar reservados a una élite que dispone de medios.
Asimismo, la enseñanza del arte debe encontrar un lugar insoslayable en los programas escolares para satisfacer a un pueblo distanciado del descubrimiento de su propia cultura y de la de los demás. Pero todo eso cuesta y no interesa a un régimen capitalista al que no le genera ganancias o muy poca.s
¿Y entonces? Hay dinero, nuestros chalecos amarillos no dejan de señalarlo. Cuatro mil millones han volado a causa de la desaparición del ISF, 40 mil millones del CICE entregado sin contraparte a las empresas, más de 100 mil millones de evasión fiscal que las burguesías en el poder no quieren reclamar… ¿Cuánto recibe el patrimonio de esas locas cantidades?
Y, además, un presupuesto irrisorio para un Ministerio que debe cubrir todas las dimensiones de la cultura… ¡nuestro patrimonio se vio beneficiado con un loto que le hubiera aportado una quincena de millones! Debemos luchar para que se apruebe una verdadera financiación de lo que amamos. Cultura, servicios públicos, terminar con la precariedad, solo con nuestra lucha podremos obtener resultados. Pero no nos equivoquemos. Mientras exista el capitalismo tendremos que seguir luchando si queremos lograr ver satisfechos nuestros deseos y nuestras necesidades.
Habrá avances y retrocesos hasta que logremos vencer al monstruo capitalista que gobierna nuestras vidas y destruye el mundo. Cuando triunfemos, cuando llegue la verdadera democracia directa, sin Estado, jefes o representantes; cuando administremos nuestras vidas y nuestros lugares de residencia, entonces decidiremos qué es lo necesario, lo vital, lo importante. Será entonces cuando los mercados, las ganancias y el dinero se conviertan en antiguos recuerdos.
Y la humanidad vivirá en la edad de la cultura, podrá recorrer todo su patrimonio, sabiendo que es bella, digna y que observa al mundo a hombros de esos gigantes que la precedieron.
Fuente: http://www.fondation-besnard.org/IMG/pdf/gilets_jaunes_damigny_notre-dame.pdf
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