Una de las peores noticias para América Latina de las producidas en España durante este año es el nombramiento de Trinidad Jiménez como Secretaria de Estado para Ibero América. Le he escuchado decir -en un debate a puerta cerrada sobre el futuro de Cuba y las relaciones de España con la isla- que «cuando Bush […]
Una de las peores noticias para América Latina de las producidas en España durante este año es el nombramiento de Trinidad Jiménez como Secretaria de Estado para Ibero América. Le he escuchado decir -en un debate a puerta cerrada sobre el futuro de Cuba y las relaciones de España con la isla- que «cuando Bush deje la presidencia, estaremos en condiciones de coordinar con Estados Unidos la política hacia Cuba»…
En tres sesiones durante ocho meses, una fundación de pensamiento conservador con sede en Madrid organizó una discusión confidencial sobre la posibilidad de conseguir un acuerdo entre el PSOE y el PP sobre una política de Estado para las relaciones de España con Cuba. Participaron en las reuniones el Secretario de Relaciones Internacionales del PP, Jorge Moragas, y Trinidad Jiménez, que abandonó el debate cuando el presidente Zapatero le regaló el nombramiento en Asuntos Exteriores para sacarla de su mala experiencia municipal en Madrid. Los invitados al debate son parlamentarios de casi todos los partidos, funcionarios gubernamentales, profesores universitarios, diplomàticos, representantes de organizaciones no gubernamentales y analistas de relaciones internacionales.
La fundación anfitriona no consiguió su objetivo que era el de alcanzar el consenso sobre una declaración que animase al PSOE y al PP a buscar un acuerdo para establecer una política común sobre el futuro de Cuba y las relaciones con la isla. Una política común que facilitara la coordinación de los gobiernos de Estados Unidos y de España para intervenir en una Cuba sin Fidel…
El debate aclaró que no hay en España una política de Estado hacia Cuba porque no la hay en general para América Latina. Además permitió comprobar que el PSOE y el PP están más interesados en utilizar la actitud con Cuba como política de diferenciación que en buscar una forma común de relacionarse con la isla que respete su soberanía nacional. Jiménez ni siquiera acudió a la sesión final de las conversaciones sobre Cuba y Moragas pidió el cambio inmediato del embajador en La Habana como condición innegociable para buscar difíciles consensos.
Como espectador invitado al debate a puerta cerrada, tuve la oportunidad de comprobar que los políticos y los especialistas no quisieron o no supieron destacar los elementos fundamentales que deben diferenciar y distanciar la política de la Unión Europea de la de Estados Unidos (y la política del PSOE de la del PP) para alcanzar por lo menos una relación razonable con la Cuba que debe evolucionar pero manteniendo la defensa sin concesiones de su soberanía nacional. > El gobierno de Estados Unidos no quiere contribuir a una transición en Cuba sino que insiste en provocar alguna forma de escarmiento como revancha frente a la insumisión revolucionaria.
A la Unión Europea le conviene (y sobre todo a un gobierno del PSOE en España) colaborar con el futuro de Cuba desde el respeto en las relaciones inmediatas para ser coherente con las votaciones contra el bloqueo en la ONU y aumentar su credibilidad en el conjunto de América Latina.
La UE no cuestiona la soberanía nacional de Cuba mientras el conflicto fundamental de la isla con Estados Unidos es precisamente la defensa de su independencia.
El gobierno de Estados Unidos y la disidencia que patrocina y financia intentan contaminar a los cubanos provocando la sensación de que la UE colabora en el sostenimiento de la dictadura de Fidel Castro mientras Washington seria el auténtico amigo en la reivindicación de la democracia.
La colaboración de la UE con una auténtica integración latinoamericana (incluyendo a Cuba) sería la mejor respuesta para distanciarse de la intervención estadounidense que pretende un nuevo sometimiento globalizado.