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Un ultraderechista noruego declaró que hay cien activistas que respaldan la actuación de Breivik

La «cordura» de Breivik

Fuentes: Rebelión

Prosigue en Oslo el juicio a Anders Behring Breivik, terrorista ultraderechista, «cazador de marxistas», autor confeso de las masacres de Oslo (7 víctimas) y la isla de Utoya (69 víctimas). Esta semana la defensa de Breivik, que quiere demostrar que Breivik «no es la única persona que sostiene esas creencias, que él no es un […]

Prosigue en Oslo el juicio a Anders Behring Breivik, terrorista ultraderechista, «cazador de marxistas», autor confeso de las masacres de Oslo (7 víctimas) y la isla de Utoya (69 víctimas). Esta semana la defensa de Breivik, que quiere demostrar que Breivik «no es la única persona que sostiene esas creencias, que él no es un psicópata que vive en un mundo separado»1, ha llamado a declarar a varios exponentes de la ultraderecha noruega. Otros testigos que había escogido la defensa como el bloguero de ultraderecha «Fjordman» (Peder Nøstvold Jensen), el autor contrayihadista Bruce Bawer, el Mullah Krekar, el historiador de la religión Hanne Nabintu Herland, el activista islamista Mohyeldeen Mahammad, se habían negado antes a declarar en el proceso2. Hubiera sido interesante escuchar en el juicio al bloguero Fjordman, a quien Breivik cita 118 veces en el manifesto 2083: A European Declaration of Independence que el terrorista envió por correo electrónico a 1.000 direcciones electrónicas de distintos países noventa minutos antes del ataque que perpetró en Oslo. En cualquier caso, las deposiciones de quienes sí han testificado ponen de manifiesto la existencia de una ideología violenta que aprovecha la permisividad y el silencio para continuar minando las bases del Estado de Derecho. 

Ronny Alte, antiguo líder de la Norwegian Defence League, organización antiislámica emparentada con la English Defence League, declaró que hay «mucha gente ahí fuera que comparte la visión de Breivik y respalda sus actos». «Conozco a unos cien de estos», afirmó. Alte dijo también la gran mayoría de los miembros de ambas organizaciones estaba en contra de la actuación de Breivik, pero que sin embargo, «algunos apoyaban el manifiesto [de Breivik], algunos apoyaban las bombas contra los ministerios de Oslo y otros apoyaban el ataque [de la isla de Utoya]».

Tore Tvedt, neonazi líder del grupo noruego de extrema derecha Vigrid, hablando de la inmigración musulmana, afirmó: «La Constitución ha sido cancelada. Noruega está en guerra. Cuando se haga su voluntad, la raza nórdica será exterminada». Según Tvedt, los disidentes como Breivik surgen de entre quienes se sienten perseguidos por una «élite poderosa» en Noruega.

Arne Tumyr, líder de la organización Paremos la Islamización de Noruega, declaró: «Fíjense en la sociedad en Pakistán. Fíjense en los 57 estados islámicos. La gente vive allí en un régimen de terror y esclavitud, que es lo que tuvimos bajo el nacionalsocialismo y la Unión soviética, la gente estaba atrapada en un estado de terror. Si no se hace nada, Noruega será tomada por los musulmanes».

La línea en que ha basado Geir Lippestad, abogado de Breivik, la defensa del autor confeso, convierte el juicio al terrorista noruego en un proceso de caráctér profundamente político ya que obliga a bajar a de esos infiernos del fundamentalismo político y religioso, que nos resultan horrorosamente familiares. En su deposición del 17 de abril, Breivik recordó que «tres de los políticos más poderosos de Europa» comparten su visión del mundo: «Tanto Sarkozy, como Merkel como Cameron han notado que el multiculturalismo no funciona». Según Breivik, los locos que deberían estar internados serían los políticos noruegos: «Ellos esperan que aplaudamos nuestra decadencia étnica y cultural. Son ellos quienes deberían ser tachados de locos, no yo. ¿Por qué es esta la verdadera locura? Porque es irracional trabajar para deconstruir el proprio grupo étnico, la propia cultura y religión». Ese día Breivik afirmó también: «Soy un militante cristiano. No particularmente religioso, pero sí un poco. No quiero introducir una teocracia pero queremos marcos cristianos en Europa». Ese mismo día, Breivik recordó también que no era el único que luchaba contra la «inmigración masiva». Mencionó entonces a varios «jóvenes héroes» a los que se debería elogiar por haber sacrificado sus vidas por la «revolución conservadora»: el grupo neonazi alemán que asesinó a nueve inmigrantes y una policía, y también a Peter Mangs, sospechoso de haber cometido varios asesinatos en la ciudad sueca de Malmö. Breivik podría también haber mencionado el caso de Gianluca Casseri , asesino de dos senegaleses vendedores ambulantes en Florencia, cercano al ambiente de la organización de extrema derecha Casa Pound.

La violencia relacionada con movimientos de extrema derecha modernos (supremacía blanca, fundamentalismo cristiano, anticapitalismo financiero, antieuropeísmo, antimarxismo, y sobre todo, islamofobia y contrayihadismo) se sigue subestimando pese a que existen informes que vienen desde hace tiempo alertando de su gravedad. El Departamento para la Seguridad Interna de Estados Unidos en un informe publicado en abril de 2009 avisaba de que «las consecuencias de un declive económico prolongado podría crear un ambiente fértil para reclutar adeptos», y comparaba la situación actual con la crisis de principios de 1990, que derivó en un auge de las milicias ultraderechistas. El pasado 19 de abril se cumplieron 17 años del atentado de Timothy McVeigh en Oklahoma, donde murieron 168 personas y 680 resultaron heridas. Según un estudio publicado en el sitio Think Progress, analizando los ataques terroristas que han tenido lugar en EEUU desde 1995, se observa que el 56% es de matriz ultraderechista, el 30% ecoterrorista y el 12% extremista islámica. 

Por su parte, la Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia (ECRI) del Consejo de Europa afirma en su informe anual (p. 7) que «la actual crisis económica ha creado un círculo vicioso en el que varios de los grupos de los que se ocupa el ECRI (grupos vulnerables) se ven atrapados. La disminución de oportunidades económicas y los recortes en servicios sociales los sumen en la pobreza, lo que alimenta sentimientos negativos en ambos lados de la fractura social. Los inmigrantes y algunas minorías históricas son percibidas como un peso para la sociedad […] El ‘modelo del multiculturalismo’ se cuestiona […] El racismo y la intolerancia crecen en la Europa actual y esa tensión a veces deriva en violencia racista».

Justo antes de que comenzara el proceso a Breivik, la organización antirracista Hope not Hate publicó un informe sobre el submundo de la nueva extrema derecha, que rota en torno al movimiento ‘ContraYihad’, una red inarticulada de fundaciones, blogueros, activistas políticos y bandas callejeras. Aunque todos los exponentes más famosos de ese mundo -Wilders, Fjordman, Bawer etc.- se distanciaron enseguida de los ataques de Breivik, es obvio que forman parte de un movimiento ideológico. Ese movimiento contrayihadista es la nueva cara de la extrema derecha en Europa. Según Daniel Hodges, activista de Hope not Hate, «después del 11S la mayoría de las autoridades de la UE se centraron en la amenaza directa del terrorismo islámico mientras que hicieron la vista gorda ante la radicalización de los europeos»3. Entre tanto, gracias a las redes sociales estos grupos se coordinaban e iban tejiendo una red a ambos lados del Atlántico. Cecilia Malmstrom, Comisaria europea de Asuntos internos, reconoció que ni la Comisión Europea ni los Estados miembros han afrontado el creciente problema de la radicalización»4.

Ante este problema, que constituiría «el peligro principal que amenaza a las democracias liberales» según Pierre Milza, profesor de Historia contemporánea en el Institut d’ètudes politiques de París, no vale ni el menosprecio ni la simplificación. Lo más fácil es tachar de loco o de psicópata a quien adopta una ideología, evitando así afrontar las cuestiones espinosas psicológicas, culturales, sociales, económicas y políticas que las originan, así como el fracaso del multiculturalismo por un pecado de «ingenuidad», como reconocía el primer ministro noruego Jens Stoltenberg5. La cobertura mediática de esta semana en la que declaraciones explosivas no han sido titulares de la prensa mundial lanza otra señal de cobardía. Cobardía ante quienes infunden miedo de los inmigrantes, de la crisis, de la inseguridad… Cobardía ante quienes siguen obteniendo resultados electorales inquietantes, como se ve en este mapa del Atlas de Le Monde Diplomatique.

El juicio a Breivik continúa. No se sabe si terminará a finales de julio o se prolongará hasta agosto. Malo sería que se siguiera enfoncando este caso como un asunto psiquiátrico, pues la cuestión de fondo es, sin duda, política. Y ha de afrontarse sin miedo.

Nota:

1. Los entrecomillados de las declaraciones de Ronny Alte, Tore Tvedt y Arne Tumyr están extraídos de las siguientes fuentes:

http://www.newsinenglish.no/2012/06/07/pause-in-terror-defense-testimony/

http://www.bbc.co.uk/news/world-europe-18332442

http://uk.reuters.com/article/2012/06/05/uk-norway-breivik-idUKBRE8540OJ20120605

http://www.telegraph.co.uk/news/worldnews/europe/norway/9312075/At-least-100-extremists-support-Breivik-says-EDL-linked-group.html

http://www.dailymail.co.uk/news/article-2154969/I-know-100-share-Breiviks-extremist-ideology–support-mass-murder-far-right-figure-tells-trial-Norway.html

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