«Theodor Adorno, entre otros, afirmaba que la sociedad y la conciencia han sido casi completamente cosificadas. A través de este proceso, las prácticas y las relaciones humanas llegan a ser vistas como objetos externos. Lo que está vivo termina siendo tratado como una cosa inerte o abstracción. Se trata de un cambio de los acontecimientos […]
«Theodor Adorno, entre otros, afirmaba que la sociedad y la conciencia han sido casi completamente cosificadas. A través de este proceso, las prácticas y las relaciones humanas llegan a ser vistas como objetos externos. Lo que está vivo termina siendo tratado como una cosa inerte o abstracción. Se trata de un cambio de los acontecimientos que se experimenta como natural, normal, inmutable.»
John Zerzan, «Esas cosas que hacemos»
Desde la madrugada de este domingo Europa aplicará sobre los migrantes forzados un ‘acuerdo’ (¿quién está de acuerdo?) que incluye la fórmula de que por cada sirio «devuelto» de las islas griegas (¿y el resto de personas de otras nacionalidades?), los estados miembros acogerán a otro sirio directamente procedente de territorio turco, priorizando aquellos que no hayan intentado entrar de «forma irregular» en la UE. Parecen las enrevesadas instrucciones de un juego de rol, de un juego de mesa. De oca a oca y tiro porque me toca; te lo cambio, que este lo tengo repe. Y siempre que el total no sume mas de 72.000 personas. Números, mercancías con derecho a devolución.
Es lo mismo que ocurre al etiquetar, afirmando que una persona es «indocumentada», «sin papeles», «ilegal»… los seres humanos no pueden ser ilegales o no tener papeles (como si faltase las instrucciones de uso del aparato o la garantía o la factura). Sólo las cosas pueden tener esa adjetivación. La cosificación permite y sustenta la existencia de fronteras y la insolidaridad.
No entraré en puntos como «devolver a un país seguro», entendiendo sorpresivamente que puede serlo Turquía, que actualmente bombardea y asesina a su propia población en Kurdistán, como ya hizo con los armenios en el pasado. Tampoco entraré en la ingente cantidad de recursos que se emplean para hacerlo mal, cuando se puede hacer infinitamente mejor con muchísimos menos medios.
La desafección por sentirse perteneciente a una comunidad, como la creada por la UE, no hace mas que aumentar. No nos representan, no hablan en nuestro nombre, no actúan por nosotros, no somos esa gentuza capaz de negar el mínimo aliento a una población desesperada. Y eso sin tener en cuenta que su sufrimiento actual viene originado de la explotación de intereses de corporaciones eurousamericanas en la zona, por lo que deberíamos ser, al menos, corresponsables en el acogimiento del desastre humanitario producido por nuestras políticas internacionales.
Este sentimiento lo genera la postura moral (inmoral) que la reducción a la condición de cosa de las personas hacen los gobernantes occidentales, mecanismo deshumanizador inherente al capitalismo, puesto en marcha una vez mas. Por eso el zapatismo lo identificamos rápidamente como revolucionario, porque rompió con la cosificación, rehumanizó a las personas posicionándolas en el centro de la acción. Algo que solo podía venir de una nueva mirada, la animista mirada indígena, en ese caso de los mayas chiapanecos. No hablaban de Derechos Humanos, hablaban de dignidad (para nosotros puede ser similar, pero vemos lo fácil que es burlar el concepto de Derecho Humano). Reducir a la condición de cosa a una persona es indigno y no lo abarca la declaración de los derechos humanos.
Pero lo que hacen nuestros dirigentes, como afirma Zerzan en la cita que encabeza este texto, también lo hacemos nosotros inconscientemente. Las personas que hemos ido a Grecia a entregar nuestra voluntad por el cambio, a veces, también hemos caído en este proceso. Sin ser exhaustivo, un par de señalamientos: por ejemplo, cuando vamos a ayudar en el desembarco de los migrantes nos ponemos un chaleco diferenciante y nos ponemos mascarillas y guantes de látex, algo inequivocamente pragmático y cosificante que impide otorgar el abrazo y la caricia de recibimiento, de dignidad.
- Cosificando. Voluntarios con chaleco identificativo, guantes de latex y mascarilla… no mezclar, no manchar.
Y la cosificación ha estado presente entre los que llevamos ayuda porque también sirve como defensa contra el trauma. Una psicóloga francesa que llevaba varios meses en la isla trabajando para una organización de ayuda internacional médica, se apuntó a venir con nosotros un día al módulo de la cárcel-campamento de acogida porque le contamos el caso de una mujer afgana que estaba con su hijo y que había sido violada en el camino… quería entrevistarla y ofreció la posibilidad de estar presente a una voluntaria que nada tenía que ver con la psicología… es un claro caso de mala práxis psicológica, no solo por invitar a estar presentes a gente ajena a una posible terapia, es que además nada puede hacer esa psicóloga entrevistando a una persona que ha sido violada, que está en tránsito, que lo único que hará será revivir la experiencia traumática, traer al presente un recuerdo que quiere borrar… y todo para qué, para que una psicóloga justifique su deambular por la isla. Esa psicóloga ha cosificado a la mujer afgana. Como decía un colega y amigo de Las Palmas, esa psicóloga se ha acanallado. Seguramente sea ella, también, la que esté en un estado de shock ante la imposibilidad de hacer un trabajo sólido, con sentido, comunitario y empoderante. Sobrevive como sobreviven los migrantes, ante una realidad irracional e inaceptable, buscando el reconocimiento ajeno a una labor imposible.
Un ejemplo claro de la cosificación como defensa del yo es cuando un estudiante de tercero de medicina tiene que sacar de un cubo de formol una cabeza humana para realizar sus prácticas de anatomía. Si cuando va a coger esa cabeza por primera vez piensa en que lo es de un ser humano, que tuvo una vida, que amó, que besó, que abrazó, que tuvo ingeniosas ideas y que contaba chistes, probablemente se sentirá aturdido, invadido, trastornado. Una cabeza separada del tronco es una imagen bizarra, inaceptable. Como lo es el flácido cuerpo sin vida de Alian Kurdi. Como lo es la existencia de la migración forzada. Ante eso, para evitar la indefensión, queremos hacer y venimos a Grecia… pero si no puedes hacer, apagas la televisión, retiras la atención y, simplemente, lo anulas de nuestra percepción y memoria… O cosificamos: tengo una capacidad de solidaridad de 72.000 sirios.
Pero hasta las mercancías -cosas- tienen mas derechos en Indomeni.
- Idomeni, cordón policial en las vías del tren para que no pasen las personas
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Idomeni. Las personas no, pero las mercancías del tren tienen libre paso
Blog del autor: http://reciprokasubteno.org/
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