Somos testigos de la mayor ofensiva reaccionaria del siglo XXI en Latinoamérica. Luego que el Área de Libre Comercio (ALCA) fuese sepultada en el 2005, durante la cumbre de presidentes liderada por Hugo Chávez en Mar del Plata, el imperio empezó a reordenar la casa, y no apeló a la vía democrática, sino a lo […]
Somos testigos de la mayor ofensiva reaccionaria del siglo XXI en Latinoamérica. Luego que el Área de Libre Comercio (ALCA) fuese sepultada en el 2005, durante la cumbre de presidentes liderada por Hugo Chávez en Mar del Plata, el imperio empezó a reordenar la casa, y no apeló a la vía democrática, sino a lo que mejor sabe: la desestabilización y el terrorismo. El plan urdido sobre las cenizas del ALCA se sustenta en los poderes fácticos y a la prensa corporativa. La desestabilización y el terrorismo serian inaplicables sin el soporte mediático de los medios, que se están convirtiendo en abiertos instrumentos negoebberianos al servicios del capital.
La ofensiva imperial empezó con el golpe de Estado contra Zelaya en Honduras en el 2009, luego aplicarían la misma receta en Paraguay con Fernando Lugo. Antes del golpe en Honduras se montó el escenario con la desembozada participación de CNN. En Paraguay la masacre de Curuguaty, orquestada por la mafia, fue el argumento mediático para la campaña de los medios. La prensa centró su ataque en el gobierno de Lugo y no en los asesinos.
En los países con sociedades civiles débiles como Honduras y Paraguay el imperio optó por el camino directo, el golpe de Estado. En los otros, donde los movimientos populares son más sólidos y dinámicos, la vía es la desestabilización. La Argentina fue la primera víctima. Bolivia y Venezuela sufren derrotas parciales y en Brasil todavía es difícil vaticinar un desenlace.
¿Qué ofrece el capitalismo?
No obstante, la ofensiva reaccionaria, el capitalismo no logra articular consenso y se mantiene penosamente por medio de la fuerza de los poderes fácticos y la acción manipuladora de la prensa que le está consiguiendo una ilusoria legitimidad. En contrapartida, los medios corporativos empiezan a perder credibilidad en el seno de los movimientos populares que gradualmente se adhieren a los medios alternativos como fuentes de información.
Hace unos días, Obama visitó a Macri, su portaestandarte del cambio continental. Pero Macri, no trae nada nuevo, su gabinete está conformado por los mismos que destrozaron la Argentina de la mano de Menen, y con sus ajustes económicos, sólo está consiguiendo aumentar la desigualdad y profundizar la pobreza. A apenas tres meses de la asunción ya se vaticina su salida de la Casa Rosada antes del 2.019, no por la puerta sino por el techo.
El imperio dirige una de sus mayores ofensivas a nivel continental, sumido en una profunda crisis global, la más grande desde 1.929, probablemente. Reflejo de esta crisis estructural surgen liderazgos de izquierda en el propio corazón del primer mundo: Syriza en Grecia, Podemos en España, y Berni Sander en Estados Unidos, un molesto candidato socialista que le mueve el piso a Hilary Clinton. Mientras los yanquis se preocupan en recuperar terreno en su antiguo «patio trasero», las cosas no le van muy bien en su país, y se le está incendiando la sala de su propia casa.
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