El incremento en la intención de voto de Syriza ha llevado a la derecha griega a dejar de lado sus enfrentamientos y rivalidades y cerrar filas en torno a Nueva Democracia, que pese a contar con el respaldo de los grandes medios y la clase empresarial, no está claro que vaya a ganar. Evitar el […]
El incremento en la intención de voto de Syriza ha llevado a la derecha griega a dejar de lado sus enfrentamientos y rivalidades y cerrar filas en torno a Nueva Democracia, que pese a contar con el respaldo de los grandes medios y la clase empresarial, no está claro que vaya a ganar. Evitar el triunfo de Syriza se ha convertido en la principal tarea entre los políticos de derecha y, sobre todo, entre los poderes económicos del país. El reacomodo de las distintas facciones ideológicas en ND ha venido asociado al respaldo unánime de los grandes medios e intereses empresariales al único partido capaz de evitar la temida victoria.
Una caricatura aparecida en la prensa local hace unos días mostraba al líder conservador de Nueva Democracia (ND) Antonis Samarás frente a un puchero, agarrado al cucharón y dándole vueltas al guiso, mientras mascullaba los ingredientes de la receta: «Ponemos un poco de Kostas Kiltidi, que estaba en ND pero se fue con Dora Bakoyiannis a Alianza Democrática (liberal) para irse a Laos (extrema derecha) que dejó para venir con nosotros; un poco de Velopulos, Yorgiadis, Voridis y Plevris, que abandonaron a Karatzaferis quien antes había dejado ND para fundar Laos; un poco de Psomiadis, gobernador de Macedonia condenado por corrupción; otro poco de Dora que se fue porque nosotros decíamos No al memorando y ella decía Sí, y que ahora trae a sus diputados que nos abandonaron porque ellos decían No al memorando cuando yo empecé a decir Sí. Y quedan fuera Kammenos, que se fue para fundar Griegos Independientes, y Manos, que nos dejó para fundar Liberales, para luego irse al Pasok que luego abandonó al crear Drasi. Y todo esto -continuaba Samarás- para gobernar un país con un partido que abandoné para hacer otro partido, que disolví para volver a ND y convertirlo en el partido que había dejado, y para gobernar con la hija del líder al que hundí, la misma que me abandonó para fundar Alianza Democrática y que ahora vuelve a mi partido. Ya está cocinado el plato».
Esta reflexión humorística recoge de manera sintética la historia reciente de enfrentamientos y rivalidades que caracteriza a la derecha griega, aunque ahora deban hacer de tripas corazón para presentarse unidos a unas elecciones que no está tan claro vayan a ganar, ante el aumento de la intención de voto de la Coalición de Izquierda Radical (Syriza). Evitar por todos los medios el triunfo de la izquierda se ha convertido en la principal tarea, superando divisiones, no solo entre los políticos de derecha sino también, o sobre todo, por parte de los poderes económicos del país. El reacomodo de las distintas facciones ideológicas en Nueva Democracia ha venido asociado al respaldo que de manera unánime están ofreciendo los grandes medios de prensa y los intereses empresariales al único partido capaz de evitar la temida victoria.
«ND cuenta ahora con el apoyo de las grandes empresas del turismo -uno de los poderes económicos más importantes del país y que antes respaldaban al Pasok- y de los dos grupos mediáticos más importantes: Mega y Lambrakis (propietario de los diarios To Vima y Ta Nea), detrás del cual se hallan los grandes constructores, antiguos valedores del Pasok», explica a Gara el analista político Dimitris Pantulas.
Pero no son los únicos. También las cadenas Ant1 y Skai (propiedad de grandes bancos) y el periódico Kathimerini (el principal del país) son abiertamente pro-memorando y constituyen el núcleo duro de la feroz guerra desatada contra Syriza. «Ahora en Grecia todos los grandes medios apoyan a Nueva Democracia y no existe ningún mensaje neutral o alternativo -añade Pantulas-, ni la posibilidad de abrir un canal de televisión o de radio, con mucha mayor influencia que los periódicos».
El reto de Samarás es aglutinar a las distintas corrientes que van desde los sectores más neoliberales hasta la extrema derecha, pasando por la corriente nacional-populista que él mismo representa, y conseguir que la receta sea digerida por los electores. Pero del resultado de los comicios dependerá la forma en que se manifiesten las hostilidades larvadas durante años.
Cronología de una enemistad
En 1992 el joven ministro de Asuntos Exteriores Antonis Samarás hizo caer el gobierno de Nueva Democracia encabezado por Konstantinos Mitsotakis, líder histórico de la formación conservadora. Samarás abandonó el partido y se presentó a las elecciones bajo las siglas de «Primavera Política», pero sus limitados resultados electorales y el fracaso en las elecciones legislativas de 1996 lo empujaron a finalizar su aventura en solitario y volver a ND en 2004.
Para entonces la figura emergente dentro de la organización era Dora Bakoyiannis, hija de Mitsotakis y hermana de otro destacado dirigente, quien contaba además con un amplio apoyo dentro de la dirección. Sin embargo, fue de nuevo Samarás quien en 2007 consiguió desplazarla en la lucha por la presidencia del partido, merced a una oportunista modificación del reglamento interno de elección. Bakoyiannis abandonó ND y creó Alianza Democrática, una formación abiertamente neoliberal que apoyó sin reservas la firma de los dos contratos préstamo de Grecia en 2010 y 2012. Ahora Samarás cuenta con que su feroz enemiga le aporte los votos necesarios para llegar a ser Primer ministro.
Pero el líder conservador también ha conseguido quitarse de en medio a otro rival político: Yorgos Karatzaferis, fundador y dirigente de Laos un partido de extrema derecha que formó parte del último gobierno de Grecia junto a ND y Pasok. «Laos tenía el apoyo de los armadores griegos y de los sectores que apoyaban a la monarquía, todos ellos establecidos en Londres», declara Pantulas, «ahora, tras el fracaso en las elecciones del pasado 6 de mayo, y al no lograr entrar en el Parlamento, Karatzaferis se quedó solo y trató de acomodarse en ND, pero Samarás no accedió a sus demandas económicas».
Quienes sí han sido admitidos son dos de los ministros de Laos durante el gobierno de coalición: Adonis Yorgiadis, ministro de Desarrollo, Competitividad y Transporte Marítimo , que es quien cuenta ahora con el respaldo económico de los armadores; y Makis Voridis, amigo personal de Jean-Marie Le Pen y fundador y dirigente del fascista Frente Helénico entre los años 1994 y 2005, posteriormente diputado con Laos y ahora en ND.
El último de los partidos cercanos a ND es Drasi, de corte abiertamente neoliberal y dirigido por Stefanos Manos cuyo único interés es conseguir los escaños suficientes para ser la llave de gobierno y de ese modo lograr más ministerios que si se hubieran integrado previamente en ND.
Fuera de esta órbita se hallan los neofascistas de Amanecer Dorado y Griegos Independientes, formado por los diputados expulsados en febrero de ND por votar en contra del memorando y a cuyo frente se encuentra Panos Kammenos, un político populista muy cercano ideologicamente a Karatzaferis.
Hace unos días Kammenos llamó mentiroso a Samarás, ante su promesa de renegociar el acuerdo de préstamo, reducir los recortes y los impuestos, y aumentar las ayudas sociales, dando a conocer una carta en la que el líder de ND se comprometía con el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, a aplicar los términos del rescate sin una sola modificación.