El medio millón de habitantes del enclave pro-ruso de Transdniéster no participa en las elecciones de hoy en Moldavia, el país más empobrecido de Europa. Los comunistas revalidarán su actual poder y seguirán haciendo cabriolas en un difícil equilibrio entre la necesidad de ayudas -y remesas- de la UE y su tradicional dependencia respecto a Moscú.
Moldavia, el país más pobre de Europa, elige hoy su nuevo Parlamento con los comunistas del PCM como favoritos, con el 36,2% de intención de voto.
Lejos parece que va a quedar el 46,1% de sufragios cosechados por esta formación en 2005, lo que les garantizó la mayoría absoluta en la Cámara.
Llegados al poder en 2001 con un programa pro-ruso, los comunistas protagonizaron aquel año un viraje radical hacia posiciones favorables a la Unión Europea. «Fue un viraje pragmático, ya que Moldavia depende de la ayuda europea para su desarrollo económico», señala Arcadié Barbarossíe, del centro de investigación independiente Invisible College.
Y de la ayuda y las remesas de la emigración masiva de la población. 328.000 moldavos, el 25% de la población activa, trabaja en el extranjero, preferentemente en Italia (en razón de la proximidad idiomática entre el italiano y el moldavo, mejor dicho rumano), aunque también en Rusia.
Las remesas enviadas a sus familias alcanzaron el año pasado los 1.800 millones de dólares.
A juicio de Barbarossíe, el anunciado descenso de la popularidad del PCM tiene que ver con la no disminución del índice de pobreza y con los casos de corrupción. No opina así el diputado comunista Iuri Stoikov, que reivindica «el gran apoyo que tenemos por parte de la población, que exige estabilidad en estos tiempos de crisis».
Un apoyo que no se traduce precisamente en entusiasmo en la capital, Chisinau. Todos dan por ganadores a los comunistas, pero sin alharacas. Como señala el conductor de un taxi, «ningún partido va a cambiar realmente nada, pero yo voy a votar a los comunistas, porque con los otros podría ser aún peor». Las formaciones opositoras de derecha se presentan divididas y sólo los liberales podrían superar el listón del 6% para acceder a un Parlamento que deberá elegir nuevo presidente -el comunista Vladimir Voronine ya ha completado los dos mandatos que permite la ley-.
No obstante, el acercamiento del PCM a la UE no ha supuesto el fin de la dependencia respecto a la URSS de esta antigua república soviética fronteriza entre Rumanía y Ucrania.
Moldavia depende totalmente del gas ruso y de la actitud de Moscú respecto al conflicto que mantiene con el territorio pro-ruso de Transdniéster.
Asignado por Stalin
Región de mayoría rusófona -se estima que la población rusa y ucraniana en Moldavia alcanza el 27%-, este territorio fue asignado por Stalin a Moldavia en el marco de un proceso de rusificación con el objetivo de romper los lazos históricos moldavo-rumanos.
Moldavia rechazó en 1994 su unión con Rumanía. Tres años antes, Trandsniéster había autoproclamado su independencia respecto a Moldavia en el marco del proceso de desintegración de la URSS y que desembocó en un conflicto militar que dejó cientos de muertos y provocó una intervención militar rusa.
Transdniéster, que cuenta con medio millón de habitantes (del total de 4,3 millones registrados en el conjunto de Moldavia), aprobó en referéndum en 2007 y con un 97% de votos su anexión a Rusia.
En su capital, Tiraspol, todo el mundo rechaza la posibilidad de unirse a Moldavia y el debate gira en torno a una anexión por parte de Rusia o una independencia tutelada, como la otorgada a Abjasia y Osetia del Sur, en el Cáucaso, tras la crisis bélica del pasado verano en Georgia.
Pero Moscú parece albergar otros planes. El año pasado, propuso al Gobierno de Chisinau reconocer la «soberanía» moldava sobre Transdniéster, eso sí, a través de una autonomía.
A cambio, Moldavia debería decretar un estatus de neutralidad permanente, descartando así una entrada en la OTAN, a cuya Asociación por la Paz se adhirió en 1994.
http://www.gara.net/paperezkoa/20090405/130837/es/La-empobrecida-Moldavia-irredentismo-Transdniester