«La exitosa adhesión de Croacia a la familia europea muestra a todos los Estados que deseen ser miembros la obligación de adoptar las reformas exigidasdas y la adopción de los estándares de la UE» ha afirmado Alenka Bratusek, Primera Ministra eslovena, a comienzos de abril de 2013 durante la votación de la ratificación de esta […]
«La exitosa adhesión de Croacia a la familia europea muestra a todos los Estados que deseen ser miembros la obligación de adoptar las reformas exigidasdas y la adopción de los estándares de la UE» ha afirmado Alenka Bratusek, Primera Ministra eslovena, a comienzos de abril de 2013 durante la votación de la ratificación de esta adhesiónen parlamento esloveno /1. Y añadió: «Eslovenia está sinceramente convencida de que esta ampliación de la UE asegura la estabilidad de la democracia y el éxito económico».
Esta «familia europea»/2 se parece a la mafiosa de los Corleone que con la ternura de sus besos ocultabala violencia de las reglas de su economía en la sombra.
Sin embargo, incluso la Comisión Europea (CE), en su informe público de enero de 2013 sobre el estado de la Unión, reconocía que «Tras cinco años de crisis económica y la vuelta a la recesión en 2012, el paro ha alcanzado niveles que no había conocido desde hacía veinte años, la renta de las familias está bajando y el riesgo de pobreza o de exclusión aumenta, en particular en los estados del sur de Europa». En marzo, el Banco Central Europeo (BCE) revisó a la baja sus perspectivas de crecimiento al -0.4% para este año, con una previsión del 1% de crecimiento para 2014. ¿De qué «éxitos económicos» y de qué «democracia» es posible reivindicarse adoptando las «reformas demandadas» y «los estándares de la UE»?
La verdad es que Alenka Bratusek ha recuperado el antiguo discurso oficial de la CE, suprimiendo no obstante la evocación a un «modelo social europeo» y los objetivos de «cohesión» de la Unión: en los años 1980, éstos estaban asociados al aumento de los fondos estructurales de su presupuesto para facilitar la integración de quienes eran llamados entonces «los países de la cohesión» (los del sur de Europa e Irlanda, cuyo PIB por habitante era inferior a la media comunitaria). Pero el paso hacia la Unión Económica y Monetaria (UEM) basada en el euro se llevó a cabo -lo que se olvida a menudo- tras la unificación alemana y en medio de la tormenta económica y monetaria de 1992. Para convencer a Berlin de que renunciara al marco a pesar de su desconfianza hacia el «laxismo» de los demás estados, se establecieron la política monetaria del BCE, los «criterios de Maastricht», limitando los déficits y las deudas públicas, y el techo del presupuesto común en alrededor del 1% del PIB de la Unión en los años … de la ampliación hacia el Este.
La crisis del capitalismo neoliberal desencadenada en 2008, golpeó de lleno a una construcción europea mal estructurada. Alenka Bratusek no cita ya objetivos sociales, y no le falta razón: los «países de la cohesión» se han convertido en los «PIGS». Y el 1 de enero de 2013 lo que entró en vigor fue un Pacto de austeridad europeo. Quiere constitucionalizar una nueva «regla de oro» limitando los «déficits estructurales» al 0,5% del PIB. Se contempla la «crisis de la deuda» como una «oportunidad» para imponer una nueva fase de privatización de los servicios públicos y un crecimiento centrado en el objetivo de la «competitividad» a la exportación. El objetivo es la reducción de los salarios, nunca la de los dividendos. Hacia delante, el capitalismo promete una austeridad generalizada, la flexibilidad del trabajo y la destrucción de los servicios públicos: que solo instituciones no democráticas, como la «Troika» (FMI, BCE y CE), pueden imponerlo.
Como manifestó el «Alter-Summit» europeo /3 reunido los días 8 y 9 de junio en Atenas, «en toda Europa, y en particular en el Sur y el Este, las instituciones y gobiernos europeos imponen brutales políticas de austeridad, que se dicen para reducir las deudas. (…) Los presupuestos públicos son dramáticamente reducidos (…), se abandonan inversiones preciosas, científicas o industriales, cuando podrían contribuir a la transición ecológica y social». Es preciso «un cambio radical y completo de esas políticas», afirma ese Manifiesto, que declina una serie de medidas de urgencia y, a más largo plazo, aboga por «un modelo diferente de sociedad que garantice la justicia social, la igualdad, un justo reparto de la riqueza, la sostenibilidad ecológica y la protección de los bienes comunes».
Como en Grecia, se puede intentar construir frentes político-sociales como Syriza que exijan un examen completo y público de los mecanismos y causas de las deudas, a escala nacional y europea: se trata de hacer ilegítimo y rechazar el Pacto de austeridad europeo, en nombre de la defensa de los intereses comunes de la gran mayoría de las poblaciones «desposeídas» de derechos y bienes básicos. Tal rechazo puede adquirir credibilidad si combina una autoorganización democrática popular contra las fuerzas sociales y políticas nacionales que apoyan los planes europeos, y la búsqueda de alianzas con las corrientes que luchan también contra esos planes en otros países de la UE, para paralizar la reacción. El Foro Social balcánico reunido en Zagreb comenzó a romper el falso dilema: aceptar la UE tal cual es o alinearse con las orientaciones nacionalistas y xenófobas. Su Manifiesto converge con el de Alter-Summit.
22/07/2013
Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR