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Nicaragua: 25 años después de la victoria sandinista

La esperanza sigue estando abajo

Fuentes: Rebelión

19 de julio de 1979. El Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) derrota a la dictadura somocista enquistada desde cuarenta años en el poder y abre una página tan novedosa como original de la historia contemporánea latinoamericana. La nueva *cosmovisión* sandinista se basa en un programa simple y humanista que reposa en cuatro pilares: economía […]

19 de julio de 1979. El Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) derrota a la dictadura somocista enquistada desde cuarenta años en el poder y abre una página tan novedosa como original de la historia contemporánea latinoamericana. La nueva *cosmovisión* sandinista se basa en un programa simple y humanista que reposa en cuatro pilares: economía mixta; pluralismo político; no-alienamiento internacional y desbordante participación popular -que incluye a miles y miles de creyentes comprometidos-. » Entre cristianismo y revolución no hay contradicción» se convirtió en una consigna clave del proceso en marcha. » La solidaridad es la ternura de los pueblos», motorizó una nueva axiología, internacionalista para algunos, fraternal-universalista para otros. Un cuarto de siglo después, dos preguntas esenciales interpelan a fondo: ¿ A dónde ha ido a parar Nicaragua?; ¿ Hay lugar todavía para la solidaridad?

DE NACION DISTINTA A UNA MAS DEL MONTON

Otrora país de «ilusiones» y sueños populares, Nicaragua es hoy la segunda nación más pobre del continente -apenas por delante de Haití- y en casi nada se diferencia de cualquier otro país de la región.

Una de cada cuatro personas en edad de trabajar sufre el desempleo total; dos de cada tres padecen del desempleo *encubierto* y realizan pequeñas actividades informales. El contar con un trabajo formal, aunque privilegio de pocos, no significa estabilidad ni bonanza. 60 % de la población cuenta hoy con menos de 1.30 Franco diario. Mientras los obreros agrícolas -en un país donde este sector porduce el 70 % de los ingresos nacionales- tienen salarios de 52 Frs mensuales, los trabajadores del Estado oscilan en los 104 Francos y el sector privado no llega a los 200. La canasta básica de 53 productos cuesta en la actualidad 364 Frs.

Desde 1990 el Fondo Monetario Internacional (FMI) promovió reducciones de salarios en el sector público de hasta 44 %; más de 300 pequeñas empresas estatales fueron privatizadas en los primeros cinco años pos-sandinistas y otras grandes, como la de comunicaciones (TELCOR), que era rentable, sufrieron igual suerte.

Dramática realidad de una nación que importa cada año casi por 2 mil millones de francos y que logra exportar apenas 780 millones. Y donde los más de mil millones de francos anuales que entran en concepto de remesas familiares, enviadas por trabajadores nicaragüenses que viven en el extranjero, se convierten, paradójicamente, en el principal ingreso de este país reconvertido en tres lustros en el paraíso de los privilegios y la polarización social. Sólo en Costa Rica residen hoy casi un millón de nicaragüenses -muchos de ellos en situación ilegal-, parte sustantiva de ese torrente imparable de emigración económica que explotó en los noventa.

La revolución duró poco. Apenas once años distanciaron julio del 79 de febrero del 90, cuando el sandinismo fue derrotado en las urnas. Instalándose, entonces, una seguidilla de tres gobiernos sucesivos, todos neo-liberales, encabezados por Violeta de Chamorro, Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños, en el poder hasta 2006.

Catorce años de brusco retroceso de Nicaragua, donde los sucesivos » ajustes » recetados por el FMI y el Banco Mundial desmantelaron casi todas las conquistas populares y donde la lógica del mercado trituró el intento de democracia participativa sandinista.

Queda muy atrás la Cruzada Nacional de Alfabetización que en cinco meses, a partir de agosto de 1979, redujo el analfabetismo somocista del 53 % al 12 %. Hoy , nuevamente, casi el 40 % de los niños en edad escolar no acude a la escuela; dos de cada tres de los que asisten a clases no concluirá el ciclo secundario; el analfabetismo remontó a casi el 50%.

La salud pública para todos basada en la participación ciudadana en las grandes campañas de vacunación preventiva -que eliminó por ejemplo la poliomelitis- se esfumó completamente, retornándose a la lógica de salud para los ricos y enfermedad para los pobres.

La reforma agraria -aunque imperfecta y frágil- que benefició a miles de campesinos se rindió ante el acelerado proceso de reconcentración de tierras. Y la identidad nacional no-alineada de la Nicaragua sandinista derivó en un automático seguidismo de las directivas de Washington, con soldados nicas apoyando la coalición en Irak y con la apuesta ciega de Managua en un Tratado de Libre Comercio (TLC), que bajo el imperio absoluto del dólar está llamado a duplicar la dependencia.

» Nuevo modelo » que empujó a 1 millón 300 mil personas (25 % de la población total) a la miseria total: no saben leer ni escribir; no tienen acceso a los servicios de salud, educación y agua potable; padecen malnutrición severa y registran una tasa de mortalidad menor a los 45 años.

CUANDO DAVID INTENTO DERROTAR A GOLIAT

En 1987, el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, condenó al gobierno de Estados Unidos a pagar una indemnización en torno a los 17 mil millones de dólares en concepto de pérdidas directas e indirectas sufridas por Nicaragua en la guerra impulsada por el gobierno republicano de Ronald Reagan. ¡Cifra equivalente a cincuenta años de exportaciones según los montos de aquel entonces o 25 según las cifras actuales!

Conflicto que en casi diez años causó no menos de 30 mil víctimas; polarizó al extremo la sociedad nicaragüense; alteró la lógica política; puso a la defensiva el novedoso programa sandinista y condenó a la derrota electoral al FSLN en el 90. Sin embargo, lo consecuencia más grave de esa agresión fue la profunda ruptura del tejido social y el desvanecimiento de una » utopía realizable » que se había corporizado en la insurrección de julio del 79.

Efecto secundario de ese conflicto y de sus corolarios políticos, el desgaste profundo del FSLN que dejó de ser la opción referencial de toda una nación para convertirse en un partido opositor más de un juego democrático formal. Como en la mayor parte de países latinoamericanos, la clase política – y como parte de ella el mismo Frente- se encierra cada vez más en una minúscula burbuja de privilegios, impermeable a las necesidades y reivindicaciones de las grandes mayorías.

Y ante esa artereoesclerosis partidaria, nuevos conflictos y actores sociales han ido despuntando, con vitalidad propia, subidas y bajadas y ritmos cíclicos.Casi siempre dirigidos por militantes populares de los setenta y ochenta pero en este caso sin apoyo orgánico partidario ni orientaciones de arriba para abajo. Capitalizando la experiencia participativa del sandinismo, su raíz cuestionadora, y sin preocuparse mucho por el actual rol pasivo , en la mayoría de los casos, de la verticalista estructura partidaria.

Movilizaciones campesinas por trabajo y tierra de los trabajadores agrícolas de Matagalpa,rica región exportadora de café, donde hoy, según cifras oficiales, uno de cada tres de sus habitantes sufre de desnutrición. Acampadas por semanas frente al parlamento nacional de ex-trabajadores de las transnacionales bananeras afectados, algunos a muerte, por el Meganón y otros químicos para exigir reparaciones. Grandes protestas contra los intentos de privatización del agua, especialmente en la capital. Constantes y reiteradas luchas estudiantiles reivindicando el 6 % del presupuesto nacional para ese rubro. Masivas movilizaciones ciudadanas contra la corrupción y por el enjuiciamiento de los altos funcionarios públicos -entre ellos el ex-presidente Arnoldo Alemán- involucrados en numerosos delitos contra fondos públicos…

TERNURA ENTRE LOS PUEBLOS:RECREAR LA SOLIDARIDAD

Una veintena de internacionalistas perdieron su vida en Nicaragua durante la década sandinista. En la mayoría de los casos, como producto de acciones militares de los grupos contrarrevolucionarios. Detrás de esas víctimas; miles de brigadistas y cooperantes solidarios que llegaron a Nicaragua.

Y un interminable tejido de Comités; Hermanamientos entre Ciudades, Movimientos y grupos cristianos; ONG, asociaciones, comunidades y sindicatos que multiplicaron su solidaridad con la revolución sandinista, canalizándola, en su gran mayoría a través del FSLN o de entes gubernamentales.

Nicaragua necesitó 20 años para llegar en el 2002 al nivel de vida pos-insurrección y pre-guerra de 1982, que distaba mucho de ser floreciente. La realidad económico-social sigue siendo tran drámatica como entonces. A la guerra le sucede un modelo económico de exclusión tan criminal como la estrategia bélica de los ochenta. Argumento suficiente para pensar en la pertinencia de un renovado apoyo activo. La ternura entre los pueblos significa hoy, como desafío reconstruir la solidaridad. Con un obstáculo mayor: no existe hoy una propuesta de Nación, seductora, única y atrayente, como la que propusiera en los ochenta el sandinismo. Con un elemento favorable clave: lentamente se multiplican nuevos actores y luchas sociales, hijas directas de la experiencia de los ochenta, pero con una renovada autonomía y distante de toda rigidez dogmática.

Luego de tanto debacle, reconstruir la solidaridad implica, antes que nada, repensarla. Y sobre todo, identificar y sostener esos nuevos actores y experiencias sociales -sea en el mundo cristiano, en los medios de comunicación alternativa, en las asociaciones barriales y campesinas. Con un elemento adicional importante: a la luz del nuevo movimiento alter-mundialista en crecimiento la lógica de la solidaridad internacional exige nuevos conceptos y prácticas: muchos más horizontales, de ida-vuelta, de intercambios recíprocos y construcción mutua; de fortalecimiento de redes. Ejercicio tan desafiante como innovador. Y sobre todo, portador de utopía renovada.

» LA IGLESIA DE LOS POBRES «

Veinticinco años después de la victoria sandinista, el sector progresista de la iglesia nicaragüense (» La Iglesia de los Pobres «), aunque fuertemente diezmado ante el reflujo popular, sigue presente en una desigual batalla cotidiana. El Centro Valdivieso dirigido por la psicóloga Marta Cabrera y por la poeta Michelle Najlis, agrupa a intelectuales cristianos que estuvieron con la Revolución. El jesuita Instituto Histórico, integrado ahora a la Universidad Centroamericana (UCA) sigue produciendo la Revista Envío, punto de referencia ineludible para el análisis crítico de la región. El otrora centro de Estudios y Promoción Agraria (CEPA) derivó en un pequeño equipo dedicado a medicinas alernativas. El Comité Ecuménico Pro-Ayuda al Desarrollo (CEPAD), continúa trabajando con proyectos de desarrollo; en tanto el otrora Eje Ecuménico -dirigido por el pastor José Miguel Torres- desapareció hace ya varios años. Las entonces expansivas Comunidades de Base, muy reducidas, conforman hoy una Coordinadora de existencia real y el Bloque Intercomunitario, en la zona campesina norte, mantiene su pujanza. Tres sacerdotes progresistas -así como numerosos laicos- participaron en los ochenta en el Gobierno sandinista, creando una inusual irritación del Vaticano. Ernesto Cardenal, ex-ministro de cultura, rompió con la dirección del Frente, se reconvirtió casi a tiempo completo a la literatura y acaba de escribir » La Revolución perdida «. Su hermano, Fernando, responsable de la Cruzada de Alfabetización y ex-ministro de educación, se reintegró a los Jesuitas luego de su expulsión decretada por Roma. Empezó de cero, repitió su formación, y hoy dirige » Fe y Alegría «, importante organización educativa. Coordina la celebración de agosto próximo del 25 aniversario de dicha Cruzada. Miguel D’Escoto, ex-canciller durante el sandinismo, siempre se mantuvo ligado a la orden Mariknoll y continúa siendo militante del FSLN y próximo asesor de su secretario general y ex-presidente Daniel Ortega. (Sergio Ferrari)