América del Sur sufre efectos desastrosos originados en los procesos de conquista, colonización y dominación imperial española, portuguesa, inglesa y finalmente estadounidense. Existen problemas del subdesarrollo dependiente y a sus pueblos les falta educación, atención a la salud, vivienda, trabajo, obras de infraestructura. Las desigualdades y desequilibrios cusan pobreza-miseria que genera conductas delincuenciales y muy […]
América del Sur sufre efectos desastrosos originados en los procesos de conquista, colonización y dominación imperial española, portuguesa, inglesa y finalmente estadounidense. Existen problemas del subdesarrollo dependiente y a sus pueblos les falta educación, atención a la salud, vivienda, trabajo, obras de infraestructura. Las desigualdades y desequilibrios cusan pobreza-miseria que genera conductas delincuenciales y muy graves como el narcotráfico, prostitución, trata de personas, migración forzosa. No existe identidad nacional, pero si patrioterismo insuflado por intereses oligárquico- feudales o motivado por poderosas transnacionales que instigaron conflictos binacionales: Uruguay-Argentina, Argentina-Chile, Chile-Bolivia, Chile-Perú, Perú-Ecuador, Ecuador -Colombia, Colombia-Venezuela, Bolivia-Paraguay.
En la subregión, la diversidad es oportunidad, la pluralidad étnica es riqueza cultural, la historia común es esperanza integradora para resolver problemas comunes. Los libertadores libraron guerras de la independencia y soñaron con la unidad de los pueblos liberados, especialmente Bolívar, considerado el «genio de la paz y de la guerra». Bolívar, además, fue profético al advertir sobre el peligro que representaba Estados Unidos para América Latina y por eso decía: «Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para sembrar de miseria a América Latina en nombre de la libertad» y propuso construir una nación poderosa que surja de la unión de nuestras patrias que sea capaz de enfrentar con éxito al coloso norteamericano.
Dos cientos años después, América del Sur decidió unirse en la UNASUR y más tarde este naciente organismo podría ser el núcleo de la unión latinoamericana y del Caribe. Cierto que la unión es incipiente y que hay que vencer obstáculos y superar campos minados sembrados por el imperio depredador y las oligarquías criollas carentes de patria y de moral, pero no es menos cierto que en la mayoría de países existe la decisión política de avanzar en la unidad y de consolidar la integración.
La gran interrogante es: ¿Kirchner, recientemente nombrado Secretario de la UNASUR, será capaz de fortalecer a un bloque desgastado por conflictos y diferencias ideológicas o será que el nombramiento sea un trampolín para que Kirchner mejore su imagen para la elección presidencial de Argentina en 2011, como temen algunos analistas? En la última cumbre inaugurada por el presidente pro témpore, Rafael Correa, también presidente de Ecuador, Kirchner venció la oposición de Uruguay ya que José Mujica abandonó la posición del anterior presidente Tabaré Vásquez y la negativa de los gobiernos de Allan García del Perú y Álvaro Uribe de Colombia que, a esa cita, sólo enviaron a sus cancilleres que votaron también por Kirchner sólo para no aparecer como los malos de la película.
Correa, Lula da Silva, Chávez, Evo Morales respaldan cálidamente a Kirchner. Correa dijo que la cumbre se ha destacado por su eficacia en «agotar toda la agenda» de los debates, pero condenó a la «burocracia que contradice lo acordado por los mandatarios» y consideró que la cita fue histórica por haberse elegido al primer secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), lo cual mejorará aún más la eficiencia del foro regional. Que así sea.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, con entusiasmo sostuvo que «la designación de Kirchner como Secretario General es la consolidación de una etapa más de fortalecimiento de UNASUR. Kirchner tiene experiencia, conoce el continente, las dificultades políticas, ideológicas que nosotros tenemos en el continente (…) Por lo tanto, creo que está 100 por ciento apto para ser un secretario de la UNASUR». Kirchner debe enfrentar múltiples retos económicos, políticos, culturales, sociales y los desafíos que imponga el imperio directamente o por intermedio de sus socios: Piñera de Chile, García de Perú, Uribe o Santos de Colombia que constituyen gobiernos de las derechas, proimperialistas y, por tanto, ideológicamente distantes de gobiernos centro izquierdistas o de las tendencias llamadas Socialismo del Siglo XXI.
Desde el punto de vista pragmático, el flamante Secretario de UNASUR tendrá que configurar una empresa latinoamericana que impulse el desarrollo entre los países a partir de la creación de un organismo energético latinoamericano. Durante la última reunión oficial de UNASUR, celebrada den Quito, los ministros de energía de los países miembro acordaron una evaluación conjunta para crear un empresa que promueva la integración energética. «Una mayor integración regional servirá para optimizar las grandes inversiones que requieren los problemas energéticos del bloque», afirmó el ministro de Electricidad de Ecuador, Miguel Calahorrano, pero sobre todo, Kirchner debe demostrar que es digno de la confianza que le otorgaron los países de Suramérica, pues fue elegido Secretario para que desempeñe el cargo a tiempo completo o como dijo Correa deberá luchar por la integración de Suramérica, que «necesita una figura de mucho peso, de mucho liderazgo para evitar empantanamientos, porque a veces los mismos ministros contradicen las decisiones de los presidentes».
Kirchner fue elegido «por consenso», en un clima distendido, con las notables ausencias de los presidentes de Colombia, Álvaro Uribe, y Perú, Alan García. Los mandatarios de la región elogiaron al Secretario General de la UNASUR a pesar de que el uruguayo José Mujica quiso dejar claro que el camino no fue fácil. «Sin condiciones, sin que nadie nos haya puesto condiciones, acompañamos el consenso de los presidentes» en favor de Kirchner. «A este presidente, políticamente le cuesta el paso que da, como también le cuesta al Gobierno argentino, porque los gobiernos no hacen lo que quieren sino lo que pueden», afirmó Mujica, quien admitió que aún no está resuelto el conflicto bilateral por la instalación de una papelera en la ribera uruguaya del río Uruguay.
El canciller de Colombia, Jaime Bermúdez, explicó que su país acompaña la designación de Kirchner y consideró que «no hay duda de la necesidad de fortalecer el liderazgo de UNASUR». También el canciller peruano, José Antonio García Belaúnde, expresó el apoyo de su país a Kirchner como «manifestación de voluntad política» y «muy consciente de lo que debe ser» la integración en la UNASUR.
Kirchner debe demostrar a sus opositores, sobre todo argentinos, que es una personalidad decidida a impulsar y consolidar la integración suramericana y desmentir a personajes que como Carlos Malamud afirman que «la elección de Kirchner reflejaría la escasa consideración, que más allá de la retórica, tienen los presidentes sudamericanos en su proyecto de UNASUR. La candidatura de Kirchner, que tiene un fuerte componente personal, al vincularla con su proyecto de volver a presentarse como candidato a presidente argentino en 2011, poco agrega a la idea de integración subregional….Si su triunfo se materializa, Kirchner pensará que su regreso a la Casa Rosada está más cerca… Pese a tanta felicidad y autocomplacencia, una vez más, el proyecto de integración recibirá una nueva frustración» o a Eduardo Duhalde, que considera que «si hay una persona que no tiene condiciones para tareas de integración, ese señor es Kirchner. Es especialista en desintegrar. Las cosas que están organizadas, las desorganiza», señaló.
Además, Kirchner durante su gobierno (2003-2007) tuvo fuertes enfrentamientos con Ricardo Lagos y con Michelle Bachelet a causa del recorte de la exportación de gas a Chile y con Tabaré Vázquez por el tema de las papeleras. Debe considerarse la significativa ausencia de Alan García y Álvaro Uribe que evidencia que no ven con buenos ojos el nombramiento de Kirchner.
UNASUR tiene temas pendientes como concretar la ayuda para Haití y Chile devastados por los terremotos, resolver la situación de Honduras, el posible diálogo entre la Presidencia de la UNASUR y el presidente de Estados Unidos, Barack Obama sobre las bases militares en Colombia, la inestabilidad que azota a Paraguay por la debilidad del gobierno de Fernando Lugo y otros temas como la integración energética, el desarrollo del Banco del Sur y la necesidad de avanzar en la integración física regional, la aprobación de un conjunto de medidas y procedimientos que fomenten la confianza en materia militar en la región sobre las propuestas y procedimientos que dinamicen la Confianza y Seguridad militar de la UNASUR, es decir se debe avanzar en los procedimientos para transparentar la información sobre los ministerios de Defensa (organización y funciones), las Fuerzas Militares (efectivos, armas y equipos), los gastos militares y los convenios y actividades castrenses entre países de la región y con naciones fuera de ella.
En este sentido se debe procurar la creación de un banco de Información sobre registro de transferencia y adquisición de equipos y armas convencionales. Sobre seguridad se deben concretar las medidas para prevenir e impedir la presencia o acción de grupos terroristas, así como el intercambio de información de sistemas nacionales de marcaje y rastreo de armas. Existe un abanico de problemas sin solución. Gustavo Pérez Ramírez, en su libro Alborada Bolivariana: Aporte al progreso de la integración latinoamericana, sostiene: «Una América Latina solidaria, «con un pie en el Atlántico y otro en el Pacífico», como quería Bolívar, es la gran meta de la Alternativa Bolivariana. Ahora, cuando se está tomando conciencia de que otro mundo es posible, vale la pena seguir alimentando la utopía realizable de una integración latinoamericana, construida sobre bases de equidad y solidaridad, en contravía del neoliberalismo. Empeño imprescindible, a la luz del Bicentenario de la Independencia de América Latina que celebramos, con miras a la culminación de una gesta inconclusa. Felizmente hay señales y factores auspiciosos. Crecen los grupos de ciudadanos rebeldes contra el presente estado de cosas, resueltos a enfrentarse a la crisis y a construir la otra sociedad posible. En México, la Sexta Declaración de la Selva Lacandona del Ejército Zapatista de Liberación Nacional-EZLN- de junio de 2005, puso en su sitio la lucha por la justicia social, dándole a su movimiento un desarrollo político, sin tener que recurrir al narcotráfico, secuestros, minas antipersonales, y que trasciende las fronteras del país y del continente. «Los zapatistas nos levantamos en armas en enero de 1994, porque vimos que ya está bueno de tantas maldades que hacen los poderosos, que sólo nos humillan, nos roban, nos encarcelan y nos matan, y nada que nadie dice ni hace nada. Por eso nosotros dijimos que ‘¡Ya Basta!’, o sea que ya no vamos a permitir que nos hacen menos y nos traten peor que como animales». Así reza la sexta declaración fechada en junio y disponible en Internet[1].
Hay que seguir de cerca su saga. Ellos aseguran que quieren «la democracia, la libertad y la justicia para todos los mexicanos, aunque más bien nos concentramos en los pueblos indios. Llegó la hora de arriesgarse otra vez y dar un paso peligroso pero que vale la pena. Porque tal vez unidos con otros sectores sociales que tienen las mismas carencias que nosotros, será posible conseguir lo que necesitamos y merecemos. Un nuevo paso adelante en la lucha indígena sólo es posible si el indígena se junta con obreros, campesinos, estudiantes, maestros, empleados… o sea los trabajadores de la ciudad y el campo».
A nivel subcontinental, doce países sudamericanos, al finalizar la Cumbre Presidencial Sudamericana, en diciembre de 2004 firmaron la Declaración de Cuzco sobre la Comunidad Sudamericana de Naciones, proponiendo la creación de la Comunidad Sudamericana de Naciones con el fin de «desarrollar un espacio sudamericano integrado en lo político, social, económico, ambiental y de infraestructura, que fortalezca la identidad propia de América del Sur y que contribuya, a partir de una perspectiva subregional y, en articulación con otras experiencias de integración regional, al fortalecimiento de América Latina y el Caribe». Sus metas son ambiciosas y atractivas: «una identidad sudamericana compartida y valores comunes, tales como: la democracia, la solidaridad, los derechos humanos, la libertad, la justicia social, el respeto a la integridad territorial, a la diversidad, la no discriminación y la afirmación de su autonomía, la igualdad soberana de los estados y la solución pacífica de controversias… una conciencia ambiental responsable y el reconocimiento de asimetrías en el desarrollo de sus países, aseguren una más justa y equitativa distribución del ingreso, el acceso a la educación, la cohesión y la inclusión social, así como la preservación del medio ambiente y la promoción del desarrollo sostenible… un compromiso esencial con la lucha contra la pobreza, la eliminación del hambre, la generación de empleo decente y el acceso de todos a la salud y a la educación como herramientas fundamentales para el desarrollo de los pueblos». Incluye una política internacional basada en «los valores de la paz y la seguridad internacionales, a partir de la afirmación de la vigencia del derecho internacional y de un multilateralismo renovado y democrático que integre decididamente y de manera eficaz el desarrollo económico y social en la agenda mundial».
Sabemos ya que no se trata de intenciones retóricas, que no van a estar respaldadas por las prácticas de los respectivos países, aunque algunos países todavía carecen de voluntad política para el compromiso. Acabamos de presenciar la reunión de UNASUR, el primer gran bloque subcontinental que se fortalece con el nombramiento de Néstor Kirchner, como primer secretario general o Presidente de América del Sur, como lo designó Evo Morales, dándole un efusivo abrazo en el acto de investidura, en una reunión que puede calificarse de histórica. Por fin después de 200 años podemos comenzar a presentarnos unidos ante el mundo, en este nuevo intento de unidad sin comprometer nuestras soberanías, como lo expresó el presidente Mujica. Unidos para que no nos vuelvan a «patotear», como recordó Chávez que Evo Morales le dijo frontalmente a Bush en una reunión internacional. El balance de 200 años nos deja en deuda con nuestros pueblos, reconoció Piñera, precisando que no hemos sabido aprovechar nuestras potencialidades, e invitando a ponernos metas exigentes sin quedarnos atrapados en el balance de 200 años. Es un proceso de voluntades políticas que hay que ir renovando constantemente.
Por fin, vamos a poder dejar de ser el patio trasero de los abusivamente autodenominados Estados Unidos de América, que pretendieron incluirnos en su Área de Libre Comercio de las Américas, ALCA, expandiendo el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Hemos preferido hacer realidad el sueño de Bolívar en una Alianza Bolivariana.
A nivel continental han surgido también importantes iniciativas, siendo la más notable la Alternativa Bolivariana de las Américas, ALBA, alternativa a la reedición de la Doctrina Monroe en el ALCA, hoy derrotada.
También, a nivel continental, merece mencionarse otra iniciativa que va en la dirección de corroborar a la integración latinoamericana dentro de la perspectiva solidaria que queremos. Se trata de la apertura del canal televisivo Tele-Sur, como «alternativa al mensaje hegemónico del Norte», y que se anunció como «un factor clave del momento que vive el continente que es la integración.» Es cierto que nace de una evidente necesidad latinoamericana: contar con un medio que permita, a todos los habitantes de esta vasta región, difundir sus propios valores, divulgar su propia imagen, debatir sus propias ideas y transmitir sus propios contenidos, libre y equitativamente. Y que, frente al discurso único sostenido por las grandes corporaciones, que deliberadamente niegan, coartan o ignoran el derecho a la información, se hace imprescindible una alternativa capaz de representar los principios fundamentales de un auténtico medio de comunicación: veracidad, justicia, respeto y solidaridad. Es de esperar que Tele-Sur sea esa alternativa. Además está el Portal ALBA, que se perfila como un instrumento valiosísimo para la integración. Por la entrevista a Fernando Ramón Bossi que Boris Teillier le hizo para la Corporación de Educación y Cultura Gabriela Mistral de Chile, sabemos que el Portal Alba es una página web, que cuando la conocimos estaba en proceso de construcción, a la que se puede entrar y navegar, dedicada a los temas que hacen a la Unidad Latinoamericana Caribeña. Específicamente, a la propuesta de la Alternativa Bolivariana para la América, ALBA, que lanzó el Presidente Hugo Chávez. «El objetivo es bien ambicioso», asegura el entrevistado, «la idea es mantener un espacio en la web que sea de consulta permanente para todos aquellos que quieran estar actualizados sobre los avances integracionistas en Nuestra América. Pero, asimismo, el Portal Alba, en muy breve tiempo, será una suerte de enciclopedia del mundo latinoamericano caribeño.
Alfredo Castillo, economista político, es optimista respecto a las iniciativas que van surgiendo. Una Universidad del Sur formará técnicos, científicos, profesionales, intelectuales vinculados a intereses de sus pueblos, naciones y Estados. Estimulará la conservación y avance de culturas que conviertan el saber y el interés de la región en base de poder y de tendencias políticas propias y universales, a la vez.
Una moneda común es un propósito incipiente pero de destino cierto, una vez superados los distanciamientos de economías y Estados nacionales. El Parlamento Sudamericano también está en marcha.
Por otra parte, hay que transformar a Sudamérica en zona de paz desnuclearizada, sin armas de destrucción masiva ni instrumentos e ideología que las apoyen, ni bases militares ajenas a la región. A nivel mundial debe destacarse, por encima de todas las iniciativas positivas, el proceso de concientización que la realización del Foro Social Mundial lleva a cabo, en particular en las Américas, bajo el lema de Otro Mundo es Posible. El manifiesto de presentación del Foro señala, entre otras cosas que, de ahora en adelante en todo el mundo, «los gobiernos deben saber que la vigilancia será ejercida rigurosamente, cada vez más, sobre ellos mismos. Ya no podrán alegar que las medidas nefastas tomadas contra la población le fueron impuestas por las organizaciones internacionales, ya que cuando las integran contribuyen a su elaboración y aprobación. Ellos también deben rendir cuentas a los Poderes Legislativos de las posiciones asumidas en oportunidad de estos encuentros».
Miles de sindicatos, asociaciones, organizaciones no gubernamentales, entidades religiosas y otros movimientos populares, que luchan en cada país, región, ciudad o medios rurales, en forma aislada, están tomando conciencia de que, juntos, constituyen un entramado planetario de resistencia a la globalización neoliberal. Han comenzado a conocerse, intercambiando información, uniéndose en acciones comunes, concretando la vocación que tienen para constituirse en un contra-poder planetario de los ciudadanos.
Al mismo tiempo que crecen tales manifestaciones, sigue habiendo en todo el mundo esfuerzos en la búsqueda de alternativas que coloquen el progreso humano y la democracia participativa en el lugar prioritario de los gobiernos y de los ciudadanos. Son semillas que germinan en nuevas esperanzas para la construcción de un mundo más libre y con justicia social.
Según sus estatutos, el Foro Social Mundial no es un organismo impositivo y de control, sino una plataforma de encuentro de todos los movimientos de resistencia para la reflexión, el debate democrático de ideas, la acción efectiva por parte de grupos y movimientos de la sociedad civil que se oponen al neoliberalismo y al dominio del mundo por el capital y a cualquier forma de imperialismo, comprometidos a construir un sociedad centrada en la persona humana.
La audiencia ha ido creciendo. La realización del Foro Mundial en la India, atrajo de 135 a 150 mil participantes. El movimiento es imparable, si bien sus objetivos son a largo plazo, pues se trata primero de hacer tomar conciencia de los estragos del neoliberalismo y de su ineficiencia como solución para el Tercer Mundo, y por lo tanto deslegitimarlo, para comprometer al mundo en la búsqueda de alternativas.
Se considera que el reto actual es articular la sociedad civil, organizándola para que incida en los mecanismos financieros y jurídicos que impone la globalización, que privilegia el capital financiero, el pago de la deuda externa, los programas de ajuste estructural, la desregulación, los paraísos fiscales, etc.
Como lo expresó brillantemente Virginia Vargas, activista de la sociedad civil global, en Asamblea General de la ONU conmemorativa de los 60 años de su fundación, «este mundo tal como está, es éticamente inaceptable, políticamente devastador, económica y ambientalmente insostenible». Era el eco de las voces -insistentes y desencantadas- de los movimientos sociales globales, que interpelaban a los Jefes de Estado presentes en la Cumbre del Milenio en la ONU, urgiendo un cambio radical, que coloque a mujeres y hombres en el centro del desarrollo, de una nueva democracia con justicia social, justicia de género y en armonía con el planeta. Que le dicen a esta Asamblea General que ustedes están perdiendo una oportunidad histórica de asumir sus obligaciones y cumplir con sus promesas de lograr un mundo más justo. Que su falta de compromiso con la Misión de Naciones Unidas está impidiendo que sea de nosotras y nosotros, los pueblos, y que los urgentes cambios que el mundo requiere sólo serán posible desmantelando tres fuerzas globales antidemocráticas, injustas y sostenidas por países poderosos y sus aliados: el neoliberalismo, el militarismo y los fundamentalismos de diferente signo. Una vida sin carencias sólo será posible si se confronta el paradigma de desarrollo que prioriza el crecimiento económico sobre los derechos humanos, si se recuperan los aportes de las sociedades civiles y sus movimientos emancipatorios a un nuevo paradigma global; si se reconoce la contribución fundamental que realizan las mujeres a la economía productiva y reproductiva. En un mundo donde la producción de riqueza es enorme y al mismo tiempo la pobreza y exclusión son dramáticamente crecientes, ¡el problema central es la tremenda inequidad en la distribución de la riqueza! Situación legitimada por un orden internacional injusto que favorece a los más poderosos». Lo anterior son algunas de las frases de su memorable discurso del 16 de septiembre de 2005.
El día anterior, en la misma Cumbre, el presidente Hugo Chávez también había dado su voz a los sin voz, en histórico discurso en el que abundó en críticas constructivas y propuestas urgentes: «Ahora más que nunca necesitamos, señor Presidente, un nuevo orden internacional», dijo, recordando que la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1974 adoptó la declaración y el programa de acción sobre un nuevo Orden Económico Internacional, y que junto con el Plan de Acción, la Asamblea General adoptó ese mismo año la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados que concretó el Nuevo Orden Económico Internacional. «Hoy reclamamos desde los pueblos, en este caso el pueblo de Venezuela, un nuevo orden económico internacional, pero también resulta imprescindible un nuevo orden político internacional, no permitamos que un puñado de países intente reinterpretar impunemente los principios del Derecho Internacional para dar cabida a doctrinas como la Guerra Preventiva».
Ideas y propuestas que se debaten en el Foro Social Mundial, que promueve reuniones regionales, como el Foro Social de las Américas, para abordar con más profundidad los alcances y especificidades regionales de la globalización neoliberal, y dar mayores espacios de expresión al pensamiento crítico, a las experiencias de resistencia y de construcción de alternativas, que están arraigadas en la historia de las distintas regiones del mundo.
Porque, más que nunca, hay que hacer sentir la fuerza de la reflexión y la movilización, la presencia articulada, solidaria, diversa, creativa de los pueblos de las Américas -de Alaska a la Patagonia-, con la certeza de que Otra América y Otro Mundo son posibles.
Fuente: http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article869