Las conversaciones entre François Hollande y Angela Merkel se inscriben en un marco social crítico de la Unión Europea, con 16 millones 400 mil desempleados, donde los jóvenes en esa condición, entre 15 y 24 años supera el 25 %. A eso se suman grandes desigualdades entre asalariados y dueños de grandes fortunas, especuladores con […]
La masa asalariada y pasiva se refiere a empleados receptores de ingresos medios y bajos, empresarios de pequeñas y medianas empresas, pequeños agricultores, y empleados por cuenta propia; a lo que se suman desempleados con subsidios de desempleo, jubilados, dueñas de casa, estudiantes, trabajadores inmigrantes en el mercado negro del trabajo y otros de baja calificación. Conjunto social donde la incertidumbre permanente y caída del salario real neutralizan la reactivación del consumo y los márgenes de ahorro.
La Francia que recibe Hollande, como el conjunto de Europa, es desigual. Entre el 10% más rico de la sociedad francesa que detenta un 25% del Ingreso Nacional y el 10% más pobre que recibe un 3% se sitúa una amplia masa de clase media con estratos, alto, medio y bajo. Ese potente 80% de la población receptora de ingresos -alrededor de 26 millones-es en su mayoría la gran masa asalariada del país [3].
A comienzos de 2011 se estimaba un porcentaje de pobres de 6,2% de la población, es decir 4 millones. Cifra menor a la media de la Unión Europea de 8% pero que en términos políticos, 4 millones de pobres pesan en la consideración ciudadana, en un medio que debe coexistir con casi 3 millones de desempleados -alrededor de 10% de la fuerza de trabajo- donde el contingente de jóvenes entre 15 y 24 años alcanza a 23% de la fuerza de trabajo [4].
Los impuestos en Francia representan 43.6% del PIB. Gran parte del gasto social de Francia descansa en el aporte fiscal de allí la importancia de la recaudación. No es el caso de Alemania, donde el gasto social es financiado en parte importante por las colectividades locales, siendo menor la recaudación, 37.7% del PIB pero con una tasa marginal de impuesto a la renta personal de 42%, superior a la de Francia, 40%. El gasto público se refleja en parte en una cuña tributaria [wedge tax] de alrededor de 16%. La cuña tributaria es la diferencia entre el costo de emplear un trabajador y el sueldo final que ese trabajador percibe. Sin embargo, la presión fiscal sobre las rentas del trabajo y las rentas del capital no tiene parangón. Siendo en la actualidad el balance favorable a las rentas del capital. El programa de François Hollande [60 medidas, ver especialmente Medida 14, Mes 60 engagements pour la France] menciona el problema pero se aguardan los detalles para conocer la amplitud de las reformas. Algunos anuncios van en la dirección correcta como por ejemplo el recorte en la edad de la jubilación de 62 a 60 años; subsidios a las familias con hijos en edad escolar; alza de la tasa marginal de impuesto a la renta personal de 75% en el caso de ingresos por sobre el millón trescientos mil dólares, etcétera…
El crecimiento del PIB en 2011, 1.6%, si bien es un avance en relación a 2010, año de crecimiento negativo de 2.5%, la tasa de inflación de 2.5% representa el mayor gasto del Estado, pero en todo caso, un crecimiento del PIB incompatible con el marco de presiones sociales. Los mayores gastos corrientes del Estado francés han llevado a un déficit fiscal de 5.7% del PIB, por sobre la regla sacrosanta de Maastricht de 3% del PIB. Déficit fiscal que en Alemania fue de 0.9% del PIB en 2011 con una proyección de 0.6% para 2012. En 2011 casi €1 sobre €2 gastados por el Estado de Francia no estaba financiado por un ingreso y debía recurrirse al préstamo. El excedente primario de las finanzas públicas no alcanza a pagar los intereses de la deuda. 66% de quienes compran la deuda son no-residentes, un tercio de la Zona Euro y un tercio extranjeros fuera de la Zona Euro.
En la economía real, los márgenes de holgura en el comercio exterior de Francia son estrechos. Más del 50% de las exportaciones se transan en el mercado europeo actualmente en crisis, siendo el destino más importante de aquellas Alemania, España, Italia, Reino Unido y Bélgica, todos los cuales, excepto Alemania, tienen graves problemas de endeudamiento y desempleo y España en recesión. El mismo escenario se presenta del lado de las importaciones, 55% de estas provienen de Europa a saber, Alemania, Bélgica, Italia, España y Países Bajos. La economía alemana depende del consumo interno, debido al alza de su poder adquisitivo y de las exportaciones. Todo ello sustentado en el supuesto que los otros Estados de la Eurozona paguen sus deudas y que la crisis del Euro no arrecie. Más del 40% de sus exportaciones van a la Zona Euro de manera que si las otras economías de Europa caen en recesión se frenará el crecimiento de su economía, a menos que el consumo interno compense la baja en las exportaciones.
El centro de las conversaciones de Hollande y Merkel será el Pacto Fiscal [enero 2012] que enmarca el «dilema» austeridad [Merkel] o crecimiento [Hollande]. Pacto suscrito por 25 países de la UE de un total de 27 países que la forman y cuyo contenido tiene importancia fundamental en la política del BCE, la cual es de un estatus inmodificable para la derecha alemana.
El antecedente inmediato del pacto fiscal de la eurozona fue el fracaso de la cumbre del G20 en Cannes [diciembre 2011] para traspasar la deuda de los países en crisis de la Eurozona al Fondo Europeo de Emergencia Financiera [FEEF], mediante su ampliación a un billón de euros. Ningún miembro del G 20 hizo un gesto para participar y el FMI se desmarcó alegando la necesidad de estudiar otros mecanismos pues sus préstamos son a países, no a entidades legales como es el caso del FEEF. De allí surgió el proyecto de la Unión Europea para conformar una unión fiscal. Este pacto patrocinado por Alemania, y que busca eliminar la deuda fiscal fuera de los límites aceptados por Maastricht, compromete el financiamiento del BCE a la banca, de tres préstamos en el horizonte 2014 con interés de 1% y vencimiento de tres años, bajo compromiso de equilibrios presupuestarios y el cumplimiento de $3>$3>s a un horizonte del 2014.
Sin un plan de reactivación y crecimiento, en una zona en franca recesión, no se ve cómo la política de austeridad conducirá al pago de la deuda, casos de Grecia, bajo un compromiso que no podrá cumplir, es decir reducir su deuda al 120% del PIB en 2020 y alzas de impuestos; a lo cual se agregan Italia y España con deudas de €1,9 y €1 billones [millones de millones] respectivamente. De hecho, la discusión se trasladó al caso griego con la interrogante de si acaso es realista que permanezca o no en la Eurozona. Dicho de otra manera, si acaso los acreedores de la deuda griega están o no dispuestos a reconocer la imposibilidad de pago de Grecia. ¡Es decir que sus títulos de deuda valen cero!
Políticamente no existe piso para imponer la Unión Fiscal, al menos en su definición actual. Los gobiernos de Grecia e Italia no han sido elegidos y se espera una segunda elección en Grecia para formar un gobierno con algo de representatividad; a la cabeza del ejecutivo en España se encuentra un gobierno de derecha que impone un programa de austeridad rechazado por la población. En Francia fue derrotada la opción de la derecha pro austeridad que Sarkozy preconizaba con su colega Merkel de Alemania. Agreguemos a ello que las inyecciones monetarias del BCE al sistema bancario no logran reactivar la economía real. Cifras recientes demuestran que la mayor parte de esos financiamientos han sido depositados de vuelta al BCE a tasas de interés de 0,25. Lo cual revela que el negocio del dinero resulta menos rentable. En el segundo semestre de 2011 se registraban operaciones de los bancos europeos en las cuales el BCE prestaba al 1,25% de interés donde la intermediación bancaria obtenía 6,5% en países de baja nota otorgada por las agencias de calificación y altos rendimientos en Bonos Soberanos.
El pacto fiscal se basa en el supuesto falso que con el control de la inflación, objetivo central del BCE, podrá influir sobre una política de crecimiento sustentable, es decir compatible con el consumo y el empleo. El instrumento para ello es la tasa de interés; a la baja, para fomentar las inversiones alentar el consumo, disminuir la liquidez y de esa manera fijar una demanda efectiva compatible con el empleo.
Sin embargo, existen dos variables que reflejan la percepción del público, de gran contenido sicológico y político en el corto plazo, y que por su importancia neutralizan el manejo de la tasa de interés, a saber la propensión al consumo y la preferencia por la liquidez, excluyendo de esa manera el ahorro y la eventual inversión. Ambas variables se manifiestan en épocas de crisis y de un futuro incierto que privilegia los niveles de consumo inmediato y básico antes que la inversión. Bajos niveles de demanda interior afectan la fuerza laboral empleada y eventualmente los marginados, sujetos de ayuda estatal sustancial.
Queda así el financiamiento de la economía entregada a la emisión de bonos de las empresas y al alivio cuantitativo [ver infra nota 2] que proporcione el BCE para que los países financien sus obligaciones, sin que el BCE -como lo quiere Merkel- emita sus propios Eurobonos…y de paso, que el Estado alemán pague los costos de la deuda.
En conclusión, la crisis de recesión demuestra que el camino de la derecha, de ajustes fiscales severos impide la reactivación. La primitiva propuesta de Merkel de pacto fiscal no tiene futuro. Es probable que su derrota política en Rin del Norte-Westfalia la haga meditar acerca de la viabilidad de sus recetas de austeridad para Europa, cuando existen dudas acerca de su fórmula aún dentro de Alemania. Segundo, en base a su economía real, Francia, teniendo en cuenta el consumo interno y el empleo, debe plantear un programa fiscal y presupuestario que apoye los parámetros de la reactivación. Es decir, exactamente inverso a lo que se ha hecho hasta ahora donde empleo y consumo se acomodan al programa fiscal y presupuestario. Las cifras demuestran su fracaso bajo la realidad de endeudamientos y operaciones financieras especulativas.
La experiencia demostró que cuando los fondos son distribuidos mayoritariamente en el sector financiero, su reorientación hacia la especulación en commodities, mediante derivados, significó un mayor nivel de inflación en los precios de importación, y un efecto negativo sobre la demanda interna [5],[6]. Menores tasas de interés, aún negativas en términos reales dañaron las perspectivas de ahorro y los fondos de empresas y pensiones. De aquí surge la necesidad de acelerar la propuesta de Obama de controlar la volatilidad de los precios de los commodities mediante la intervención de la Comisión de Transacciones de Futuros de Commodities [CFTC] en las bolsas. Los márgenes por posiciones especulativas en el mercado de futuros deberán ser controlados por el Estado, acción que debe realizarse en conjunto con otras economías.[7]. El Informe 3034 de la Asamblea Nacional en Francia [diciembre 2010, p. 208] recoge las propuestas de Obama y se pronuncia por crear una agencia europea de regulación de los mercados agrícolas, según el modelo de la CFTC que la ley Dodd-Franck ha fortalecido.
Sin embargo, el papel central de la reactivación en la economía real corresponde a los factores endógenos de la economía real capaces de activar los innumerables recursos humanos y materiales de que dispone Francia. Existen márgenes importantes, donde innovación y competitividad deben aplicarse al desarrollo de la energía, el sector de telecomunicaciones, transporte público e industria, junto a grandes trabajos de infraestructura.
En la economía francesa el sector servicios ocupa el 75% de la población, el sector primario [agricultura y pesca] es menos de un 2%, y el sector secundario representa un 24%.
La gran apuesta es si acaso la economía interna, con amplia intervención del Estado, podrá reactivarse, especialmente el sector de exportaciones, en un Estado que por tratados, ley y reglamentos no puede depreciar la moneda común
[8]. Es el desafío que permitirá activar los factores endógenos de la economía real francesa.
* Director de Fortin Mapocho.com. Abogado [Universidad de Chile], economista [Doctor de Estado en Ciencias Económicas, Universidad Aix-Marseille] y Profesor universitario.
Santiago, 15 de mayo de 2012
[1] La securitización [o titrisation] es una técnica financiera que transforma activos de poca liquidez, con escasas posibilidades de encontrar mercados, en valores muebles fácilmente negociables. Los inversionistas adquieren fracciones de la cartera de activos securitizados, sobre la base de flujos financieros futuros [o esperados] provenientes de dichos activos, los cuales garantizan el reembolso de las obligaciones. Inicialmente esta técnica fue creada en Estados Unidos en los años ’70 siendo utilizada por los bancos con el fin aumentar su cartera de créditos. Más tarde la técnica permitió a los bancos deshacerse parcialmente de riesgos innecesarios.
[2] El alivio monetario es una política monetaria impulsada por los bancos centrales destinada a estimular la economía. El Banco Central compra títulos financieros a los bancos, compañías de seguros, fondos de pensiones, y al sector privado con lo cual inyecta dinero en la economía. Las instituciones que venden tienen de esa manera un crédito por el título que venden. Estas operaciones se realizan electrónicamente por lo cual el Banco Central al comprar los títulos financieros, simplemente acredita la operación en la cuenta de reserva que el banco respectivo tiene en el Banco Central. De esta manera se genera una expansión en la oferta monetaria del Banco Central. Una vez acreditada la operación electrónica antedicha, los bancos privados podrán cubrir nuevas operaciones crediticias y de esa manera impulsar la economía. El efecto de esta operación se mide además porque el precio de los títulos financieros involucrados aumenta y el rendimiento de estos, baja. Esta política ha reemplazado las antiguas emisiones inorgánicas de los bancos centrales, es decir, la impresión de billetes.
[3] La desigualdad y las protestas constituyen un signo de nuestros tiempos. Martin Wolf, Editor Asociado y Chief Economics Commentator del Financial Times, recientemente comentó acerca de los rendimientos que tuvieron los actores económicos en el período de ciclo de negocios anteriores a la crisis, entre 2002 y 2007, cuando el 1% de más altos ingresos «capturó casi dos tercios del alza de los ingresos, mientras que el 0,1% más alto capturó más de un tercio». Agregó, «que esa economía de suma cero provoca desafección y desesperación. La crisis ha empeorado la rabia» [Ver traducción del artículo en Diario Financiero, p. 30 [16/05/2012], bajo el título «El poder estadounidense necesita pragmatismo».
[4] Según el índice de Gini que registra índices de desigualdad, la media de la OCDE -Francia es miembro de dicha organización- es de 0,31 y Francia, 0,32. Alemania registra 0,28; España 0,32; Dinamarca 0,24; Estados Unidos 0,44 y Chile 0,55. El índice de Gini se representa en una escala donde 0 corresponde a la igualdad absoluta y 1 a la desigualdad absoluta.
[5] Pese a declaraciones de las autoridades por la regulación de los derivados de materias primas -véase en abril de 2010 el pronunciamiento de Christine Lagarde, en aquella época Ministro de Economía, Finanzas y Empleo- poco se ha avanzado en esa materia. Lagarde propuso aún la creación de una agencia europea reguladora de derivados de materias primas. En la misma dirección se ha pronunciado el G20. Ver, Informe N° 3034 de la Comisión Investigadora de la Asamblea Nacional de Francia en la XIII legislatura: «Especulación: gana el crecimiento y el empleo antes que los jugadores». Diciembre 2010, p. 207. El 22 de octubre del mismo año se aprobó una ley de regulación bancaria y financiera donde se legisla sobre la transferencia de propiedad del activo real commodity negociado en el mercado de derivados, Op. cit. p. 188.
[6] El Insee [Instituto Nacional de Estadísticas y Estudios Económicos] de Francia estima que 15% del precio de los productos alimenticios está representado por las materias primas agrícolas. Según el Informe sobre la especulación, Op. cit. p. 207, la contribución de los alimentos a la inflación total en Francia para el período 2007-2008, fue alrededor de 30%.
[7] La administración Obama presentó un texto legislativo único reagrupando un gran número de dispositivos en lo que se ha llamado, Ley Dodd-Frank. Dicha ley le otorga mayor autoridad a los reguladores como es el caso de la CFTC, citada en el texto principal. El control de la CFTC llevaría a aumentar el depósito de los traders en una bolsa, destinado a garantizar transacciones en posiciones sin coberturas que son reguladas como futuros o como swaps. La CFTC fue creada por el Trade Act de 1974 [ley del 3 de enero de 1975] como una agencia independiente para regular el conjunto de mercados de materias primas. Sus miembros son nombrados por cinco años por el Presidente de Estados Unidos, en acuerdo con el Senado. Informe N° 3034, Op. cit., ps. 184 y 209.
[8] Según los términos del Tratado de Lisboa -Tratado sobre el funcionamiento de la Unión, diciembre 13, 2007- se establece competencia exclusiva de la UE, en temas de unión aduanera; normas sobre mercado interno, política monetaria; política comercial y acuerdos internacionales.
Fuente: http://www.fortinmapocho.com/detalle.asp?iPro=2439
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