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El Salvador

La gran estafa del «Asocio para el Crecimiento» que promueve Estados Unidos

Fuentes: Rebelión

Give me your tired, your poor, your huddled masses yearning to breathe free, the wretched refuse of your teeming shore.  Send these, the homeless, tempest-tost to me, I lift my lamp beside the golden door!» Inscripción en la base de la Estatua de la Libertad    Nueva York, USA.   Estados Unidos no puede ser […]

Give me your tired, your poor,

your huddled masses yearning to breathe free,

the wretched refuse of your teeming shore.

 Send these, the homeless, tempest-tost to me,

I lift my lamp beside the golden door!»

Inscripción en la base de la Estatua de la Libertad  

 Nueva York, USA.

 

Estados Unidos no puede ser socio para el desarrollo de ningún país del mundo. Esta incapacidad proviene no solo del carácter imperialista y anti-democrático de sus relaciones económicas, políticas y militares con el resto del mundo, sino además porque se trata de una economía que funciona en base a un modelo de crecimiento que es incapaz de asegurar el bienestar de la mayoría de sus ciudadanos y ciudadanas.

El mismo día que el gobierno de El Salvador firmaba el Plan de Acción Conjunto del Pacto por el Crecimiento Económico con los Estados, para lograr así el dudoso triunfo de ser incluido en «la fila de un selecto grupo de naciones que gozan de este beneficio, Ghana, Tanzania y Filipinas» (comunicado de prensa), se daban a conocer algunas cifras preliminares sobre la pobreza en los Estados Unidos, que se agregan a las ya desalentadoras estadísticas del empleo y de la desigualdad en ese país.

De acuerdo a la Oficina del Censo de Estados Unidos el número de los ciudadanos/as estadounidenses en extrema pobreza (más pobres entre los pobres) aumentaron en el año 2010 un nivel record del 6,7%, equivalente a 20,5 millones de estadounidenses, el nivel más alto registrado en los 35 años durante los cuales se han calculado esta cifra. Esta cifra equivale a casi cuatro veces la población de El Salvador.

Por su parte, las personas en pobreza relativa (pobres no extremos) ascendieron en 2010 a 25,7 millones de personas. En total, en la «tierra de la libertad y de los sueños», se contabilizan más de 46 millones de personas que viven cotidianamente la pesadilla de la pobreza y de la desigualdad, sin que el crecimiento ni el desarrollo haya llegado a sus rendidas y desdichadas vidas.

Pero además el perfil demográfico de la pobreza está cambiando en Estados Unidos. La pobreza y la extrema pobreza no se nutren solo de población afrodescendiente o inmigrante como solía ocurrir en el pasado, sino que provienen cada vez más de sectores poblacionales caracterizados como «de raza blanca, nacidos en Estados Unidos y graduados de secundaria y/o de la universidad». Es decir, los nuevos pobres no son personas sin educación y/o personas formadas fuera de los «valores americanos», sino que por el contrario, provienen de sectores poblacionales que hasta hace poco encarnaban el espíritu y el estilo de vida norteamericano.

La descomunal cifra de la pobreza en Estados Unidos se explica principalmente en las tendencias del desempleo y de la desigualdad en la distribución del ingreso en ese país en los últimos treinta años.

La cifra más reciente de desempleo en la economía más poderosa del mundo es 9.1% en el mes de septiembre de 2011, que representa a unos 14 millones de parados oficiales, es decir, 14 millones de personas que han perdido su empleo y que han solicitado ante la Oficina de Empleo el pago de seguro por desempleo. Esta cifra no incluye a los que tienen más de un año de estar desempleados/as ni tampoco a los trabajadores y trabajadoras inmigrantes ilegales que no pueden solicitar esta prestación debido a su estatus migratorio. En cuanto a los que tienen un trabajo a tiempo parcial porque no pueden encontrar uno a jornada completa, se reportaron en septiembre unas 8,4 millones de personas en esta situación de subempleo.

Por otra parte, según el informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso dado a conocer el pasado mes de octubre, el 1% de los estadounidenses más ricos aumentó su participación en el ingreso nacional, del 8% al 17%, entre 1979 y 2007. Estos estadounidenses más ricos aumentaron sus ingresos 275% en el mismo período, mientras que los ingresos del 20% más pobre subieron solamente 18%.

Este mismo informe señala que durante ese período, las políticas gubernamentales se hicieron menos redistributivas y que el «efecto nivelador» de la política fiscal se debilitó debido a las políticas de exención y/o de rebajas de impuestos a los más ricos, acompañadas de políticas de «ajuste» (reducción) del gasto social dirigido a los hogares de ingresos medios y bajos. Como resultado de estas políticas de ajuste, el número de estadounidenses que no tienen seguro de salud en Estados Unidos en 2010 fue de 49,9 millones de personas (1 millón más que en 2009) y se estima que anualmente mueren más de 45,000 personas de enfermedades tratables debido a la falta de atención médica (American Journal Public Health, 2009).

No es de extrañar entonces la ola de indignación social (y de ira social) que recorre los Estados Unidos, y que si bien inició en Wall Street, a la fecha se ha extendido a Los Ángeles, San Diego, Nashville, Atlanta, Denver, Washington, Boston, Oakland, entre muchas otras ciudades. La indignación de este movimiento está trascendiendo a la acción: más de 7,000 manifestantes miembros del movimiento «Occupy Oakland» bloquearon el 02.11.2011 el acceso al Puerto de Oakland, California, para exigir que las autoridades les reconozcan el derecho a acampar en el centro de la ciudad. Esta no sería más que una simple anécdota si no fuera por el hecho que Oakland es uno de los cinco principales puertos de Estados Unidos y que genera ingresos diarios por $8 millones. La mayoría de miembros de «Occupy Oakland» son personas desempleadas y/o que han perdidos sus casa como resultado de la crisis hipotecaria de 2007.

¿Y a las empresas estadounidenses cómo les va en medio de esta crisis? Pues, nada mal. Parece que el «asocio público -privado» con el Gobierno del Presidente Obama les está dado excelentes resultados. Tómenos por ejemplo el caso del CITI Bank, uno de los bancos más grandes de Estados Unidos, que estuvo a punto de quebrar en el año 2009, y que tuvo que ser rescatado por el Gobierno de Obama a un costo total de $ 326.000 millones de dólares, entre garantías e inyecciones de capital. Pues este banco, según las cifras publicadas por el Wall Sreet Journal, logró ganancias de $3,770 millones sólo entre los meses de julio a septiembre de 2011, lo que representó un alza de sus ganancias del 74% con respecto a los mismos tres meses del año 2010. Los ingresos de este banco durante este trimestre rondaron los $20,830 millones.

Cómo dice Moises Nahím, uno de los más conocidos apologistas del sistema capitalista y un estrecho colaborador de la prensa pro-empresarial salvadoreña: «Los estadounidenses están furiosos porque los ejecutivos de las mayores empresas de ese país ganan 343 veces más que un trabajador medio, y porque el 1% de los más ricos concentra más riqueza que todo el resto. Si bien las cifras son alarmantes y en los últimos años las disparidades de ingresos en EEUU se han agudizado, nada de esto es nuevo. La novedad es la intolerancia al hecho que la riqueza se concentra en unas pocas manos y a que los ricos no se han visto afectados por al crisis. «(El País, 22.10.2011)

Es en este contexto que el movimiento popular salvadoreño y sus aliados/as, deben analizar la aparentemente generosa y desinteresada propuesta del gobierno de Estados Unidos para convertir a nuestro país en su «Nuevo Socio para el Crecimiento». ¿Qué impactos tendrá para los sectores populares la participación de empresas y de bancos norteamericanos en el financiamiento y/o gestión de las obras públicas y de los servicios públicos nacionales? ¿Qué condicionamientos en términos de legislación, marco institucional, tecnología, medio ambiente y/o derechos humanos, tiene la «ayuda» de empresas y bancos transnacionales? ¿Es el modelo de crecimiento económico de Estados Unidos el modelo al que aspiramos como sociedad para nuestro país? ¿Qué sectores y/o empresas nacionales se benefician del Pacto por el Crecimiento con los Estados Unidos? ¿Quiénes se perjudican?

Por supuesto que no hay una respuesta única a estas interrogantes, ya que las respuestas y los argumentos dependerán de la perspectiva y de los intereses de clase desde los cuales se analicen estas preguntas. Desde la perspectiva de la élite económica y de la elite política del país (y de quienes les sirven) la alianza por el crecimiento con Estados Unidos es una gran oportunidad para lograr los beneficios que tanto necesitan para continuar ejerciendo su dominación sobre el resto de la sociedad. Desde la perspectiva de los sectores populares, esta alianza no es más que otra gran estafa que les mantendrá en la opresión y en la exclusión, como les ocurre a amplios sectores populares de los Estados Unidos. Todo depende de la perspectiva desde la cual optemos por mirar la realidad.



Julia Evelyn Martínez es Profesora de Economía de la Universidad Centroamericana «José Simeón Cañas» (UCA) de El Salvador.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.