Una multitud colmó los alrededores de la Plaza Syntagma a la espera de que se rechazara o aceptara el voto de confianza para el debilitado gobierno del primer ministro Giorgos Papandreu. Cerca de 20 mil manifestantes se reunieron ayer frente al Parlamento y destinaron su bronca a los legisladores griegos, acusándolos de castigar al pueblo […]
Una multitud colmó los alrededores de la Plaza Syntagma a la espera de que se rechazara o aceptara el voto de confianza para el debilitado gobierno del primer ministro Giorgos Papandreu. Cerca de 20 mil manifestantes se reunieron ayer frente al Parlamento y destinaron su bronca a los legisladores griegos, acusándolos de castigar al pueblo para salvar a los bancos de la Unión Europea (foto). En las calles de Atenas, los parlamentarios fueron llamados ladrones y subidos al pedestal de aquellos «fieles que se persignan y esperan un milagro» a cambio. Los gremios helenos adelantaron que convocarán a una huelga general de 48 horas. Si bien aún no se confirmó cuándo será, es muy probable que el paro coincida con la sesión de la próxima semana donde el oficialismo buscará un nuevo apoyo de la oposición, esta vez, para aprobar el paquete de medidas que exigen los bancos europeos para impulsar el plan de salvataje. «Vamos a organizar una gran manifestación para la próxima semana, cuando el gobierno seguramente intentará votar el recorte presupuestario», asegura Zahos Christodulopulos, en diálogo con Página/12. El estudiante de Física y Matemática de la Universidad de Atenas considera que las manifestaciones callejeras, lejos de aplacarse, continuarán hasta que las medidas impulsadas por el gobierno de Papandreu queden sin efecto, una cuestión que aparece como poco probable en el horizonte político de un país endeudado y puesto contra las cuerdas por los bancos de la Zona Euro y los organismos financieros internacionales. «Hemos decidido que el pueblo se manifieste en las grandes plazas, no sólo de Atenas, sino también de otras ciudades.» Christodulopulos considera que la mayoría de sus compatriotas quiere que el Pasok (Partido Socialista) abandone el gobierno.
Con una desocupación que en su última medición oficial trepó al 15,9 por ciento y que se ensaña principalmente con los más jóvenes, una de las pocas certezas que abrigan los griegos es que la crisis se prolongará por algún tiempo más. Las calles principales de Atenas comienzan a mostrar la peor cara de la recesión: el 20 por ciento de los negocios ha cerrado sus puertas o coloca carteles de liquidación; cada vez son más los vagabundos que pasan la noche a cielo abierto y la violencia se ha vuelto moneda corriente con la emergencia de grupos reaccionarios que despliegan consignas racistas contra inmigrantes kurdos, iraquíes, afganos y paquistaníes.
Ante los rumores de una futura privatización a partir de 2012 y de una plausible e importante reducción de personal, los trabajadores de la empresa de electricidad estatal comenzaron en estos días una huelga con cortes intermitentes del servicio que incluye apagones en los barrios. Una fuente que prefirió mantener su nombre en reserva aseguró que «la gente cosecha grandes dosis de indignación y bronca», pero que aún se está lejos de una situación de desborde y descontrol, porque, desde que comenzaron a manifestarse en la calle, el movimiento de indignados «siempre ha sido autoorganizado y pacífico».
Una buena parte de la sociedad considera que los últimos cambios en el gabinete de Papandreu no lograron apaciguar un clima de hastío que se agudizó con las declaraciones del flamante ministro de Economía y ex titular de la cartera de Defensa, Evangelos Venizelos, que se comprometió a continuar con la misma línea económica de su antecesor. La imagen de Papandreu se asemeja al boxeador sin piernas, acorralado por su rival, mientras el entrenador, desde su esquina, pretende tirar la toalla. Por un lado, se encuentra arrinconado por las presiones de una sociedad que no está dispuesta a pagar los platos rotos. Y, por otra parte, aguanta como puede los golpes de los organismos internacionales que demandan nuevos ajustes y buscan que ponga en marcha un programa de privatizaciones inédito en la historia de Grecia. Lo que se está jugando, tal vez, es el futuro del euro y un capítulo importante de la economía mundial. Lo que pase en Grecia va a repercutir en los países periféricos de Europa. Hoy los helenos enfrentan una pelea que excede los habituales doce rounds.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/subnotas/4-54299-2011-06-22.html