La Iglesia, fuerza política en la sombra de primer orden en Italia y con un notable potencial de mover votos y parlamentarios, se sumó a las críticas a Silvio Berlusconi. Hasta ahora, después de tres años de escándalos del primer ministro, había guardado silencio o insinuado comentarios velados, pero el presidente de la Conferencia Episcopal, […]
La Iglesia, fuerza política en la sombra de primer orden en Italia y con un notable potencial de mover votos y parlamentarios, se sumó a las críticas a Silvio Berlusconi. Hasta ahora, después de tres años de escándalos del primer ministro, había guardado silencio o insinuado comentarios velados, pero el presidente de la Conferencia Episcopal, Angelo Bagnasco, usó palabras de una dureza inédita contra el líder del centroderecha.
Sin mencionarlo, pero de forma inequívoca, Bagnasco habló de «comportamientos no solo contrarios al público decoro, sino intrínsecamente tristes y vacuos» y «estilos de vida difícilmente compatibles con la dignidad de las personas y el decoro de las instituciones y de la vida pública». «La imagen del país en el extranjero se debilita peligrosamente», señaló.
El análisis de Bagnasco, en un discurso al comité permanente de los obispos, se insertaba en una descripción muy pesimista de la realidad italiana y advertía de que estas conductas «enferman el aire» y «entorpecen el camino común». El ataque a Berlusconi fue de precisión quirúrgica, pues se dirigió a la esencia de su estilo político. El jefe de la Iglesia italiana aseguró que la «cuestión moral no es una invención mediática» y que la vida política «contribuye a propagar la cultura de una existencia fácil y alegre, cuando debería dejar paso a la cultura de la seriedad y el sacrificio (…) La clase dirigente tiene deberes de transparencia y economía, aunque solo sea por respeto a los ciudadanos y para no humillar a los pobres». Y concluyó de forma contundente en lo que parece indicar a una salida de escena de Il Cavaliere: «No se trata de actuar de manera distinta, sino de otra forma de pensar: hay que purificar el aire, para que las nuevas generaciones no se envenenen».
En Italia reina una sensación general de que a todo el mundo se le ha acabado la paciencia. También la patronal ha instado a Berlusconi a que se vaya, y los dos grandes diarios conservadores, el Corriere della Sera y el económico Il Sole 24 ore, han publicado editoriales exigiendo un relevo. La intervención de la Iglesia se esperaba desde hace tiempo y ya el Papa dejó caer una frase el jueves en su telegrama de despedida al despegar hacia Alemania: pidió una «renovación ética» en Italia. Es una pieza más del complejo engranaje, a la italiana, que se mueve para forzar la caída del magnate, porque él no se va a ir por su propio pie. La voz de la Iglesia puede influir en el partido de Berlusconi: empuja a sus diputados católicos a seguir la consigna para hacerle perder una mayoría ajustada en el Parlamento y presiona por un candidato alternativo en unas elecciones.
Fuente: http://www.lavozdegalicia.es/mundo/2011/09/26/00031317064315018603206.htm