Los gobiernos europeos no quieren ser cómplices de la anexión israelí de Gaza. El Gobierno de Benjamin Netanyahu contactó en las últimas semanas a varios ejecutivos europeos para que presionaran al dictador egipcio, Abdel Fattah Al-Sisi, para que este abriera de par en par el paso de Rafah, la única conexión por tierra que tiene Gaza y que no va a dar a Israel. La idea de Israel es empujar a la población palestina de Gaza hacia la península egipcia del Sinaí, una limpieza étnica que conllevaría la ocupación de la franja por parte de las tropas israelíes y, en la práctica, su anexión a Israel. En Gaza sobreviven y malviven más de 2,2 millones de personas, la mitad de ellos niños.
Egipto se niega, mantiene el paso de Rafah cerrado a civiles y sólo permite la entrada de camiones con ayuda humanitaria, pero no la salida de civiles salvo casos excepcionales. El régimen egipcio, como los demás regímenes árabes de la región, rechaza que se expulse de Gaza a la población palestina. La Comisión Europea está negociando, con aval de los 27, un pacto migratorio con Egipto para que, a cambio de un pago millonario como en el caso de Turquía o Túnez, Al-Sisi bloquee en su país a los eventuales refugiados palestinos que tuvieran la intención de embarcarse hacia Europa. Es prácticamente imposible expulsar a un palestino una vez llegado a la UE porque la inmensa mayoría tiene el estatuto de refugiado concedido por Naciones Unidas. Su deportación sería ilegal. Así que la solución europea es que no vengan.
Debido a esta prioridad, la inmensa mayoría de los gobiernos contactados por la diplomacia israelí rechazaron la idea de Netanyahu. No presionarán a Al-Sisi porque no quieren que más de dos millones de palestinos lleguen a Egipto y porque además entienden que Egipto nunca aceptaría abrir esa frontera de forma que le lleguen esos más de dos millones de palestinos. El diario británico Financial Times contaba este lunes esas llamadas por parte del Gobierno israelí a los gobiernos europeos y también cómo El Cairo cree que es un plan fuera de la realidad.
Motivos para mirar hacia otro lado
La Unión Europea tendría alguna palanca para hacer presión sobre Egipto si quisiera, sobre todo en materia comercial y económica. Pero apenas tiene cómo presionar a Israel. Estados Unidos y Alemania aseguran el 99% de las importaciones israelíes de armas y munición en los últimos 10 años, según los datos del SIPRI sueco, el más prestigioso instituto de estudios y análisis en lo que respecta al comercio de armamento, legal o ilegal. En el 1% restante aparecen sobre todo Italia y Canadá. Lo que le venden países como España o Francia es residual e Israel podría comprarlo en otros sitios. La mayor parte de Europa, como España, no vende armas a Israel no porque no desee, sino porque Israel no le compra. España y Francia, por poner dos ejemplos, no hacen ascos a vender buques de guerra o aviones de combate a Arabia Saudí y Egipto, respectivamente.
La UE es el primer socio comercial de Israel (al revés, Israel es el número 25 para la UE), pero casi tres cuartas partes de lo que importa Tel-Aviv son medios de transporte y químicos. Un embargo comercial a Israel prohibiría por ejemplo la exportación de coches producidos en Europa. Pero Israel sustituiría esas exportaciones comprando en fábricas de las mismas marcas en otros lugares del planeta o directamente comprando otras marcas.
Además, los regímenes de sanciones de la Unión Europea, como los que hay ahora mismo sobre países como Rusia, Siria o Venezuela, se aprueban –y renuevan– por unanimidad de los 27. Y Alemania, por su culpa histórica en razón del Holocausto y por las relaciones tejidas desde entonces, nunca aceptará sancionar a Israel, algo que por otra parte no ha pedido ningún Estado miembro. Ideas como la de llevar a Israel y a Hamás ante el Tribunal Penal Internacional no tendrían recorrido práctico porque Israel no es miembro del TPI al no haber firmado ni ratificado su tratado fundacional. Tampoco lo son tres gigantes geopolíticos como Estados Unidos, China y Rusia.
Algunos gobiernos latinoamericanos están llamando a consultas o retirando sus embajadores en Israel y convocando a los embajadores israelíes, una forma clásica en diplomacia de mostrar repulsa. Pero la UE y sus gobiernos no van a tomar decisiones similares salvo que los bombardeos de Israel sean más mortales (aún más) de lo que fueron hasta ahora o salvo que la crisis degenere y se amplíe regionalmente, poniendo en peligro por ejemplo los suministros energéticos.
La mirada española
Condicionantes históricos y políticos hacen que desde España se vea el conflicto palestino-israelí de una forma diferente a como se ve desde el norte de Europa. La población española está, según sondeos reiterados durante años, entre las más antiestadounidenses de Europa. Un sentimiento que sólo se redujo un poco durante los años de Barack Obama pero que se disparó de nuevo con Donald Trump. Para muchos españoles, Estados Unidos fue la potencia que permitió la supervivencia del franquismo. Para países como Francia, Italia, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo o incluso los escandinavos, fue el país que les liberó del nazismo. Eso influye en conflictos con fuerte implicación estadounidense, como este. En Alemania, la resolución de condena a Hamás y de apoyo a Israel fue votada por todos los grupos políticos del Bundestag, desde Die Linke (lo más parecido en Alemania a Unidas Podemos) hasta AfD (que en el Parlamento Europeo se sienta en un grupo más a la derecha que Vox).
La diplomacia europea sabe que Israel, al menos a corto plazo, no le va a hacer ningún caso. Israel sabe que la Unión Europea no irá más allá porque tiene, entre otras, la protección de Alemania. Para que eso cambie y con ella la posición común de Europa, el conflicto debería degenerar aún más. Israel es un aliado de los países europeos. La Autoridad Palestina no lo es al mismo nivel. Si la cuestión palestina no tuviera la capacidad de movilización y agitación del mundo árabe y musulmán en general, a los gobiernos europeos les importaría tanto como la cuestión kurda. Muy poco.
Algunos ministros de Exteriores han intentado ir un poco más allá de la ‘posición común’ europea. Pero sólo lo hicieron por ahora el español, el portugués, el esloveno y el irlandés. Albares escribió en Twitter: “Horrorizado por las víctimas civiles del bombardeo de Jabalia. El Derecho Internacional Humanitario debe respetarse siempre. Pedimos liberación incondicional de rehenes y tregua humanitaria para evitar más víctimas civiles. Queremos paz y seguridad para todos en Oriente Medio”. Un mensaje que no firmarían ahora mismo 23 de los 27 ministros de Exteriores. La Unión Europea, en política exterior, es la suma de sus partes. Si hace mucho, un poco o nada lo deciden los gobiernos y la mayoría por ahora decidió hacer más bien poco.
Austria y Chequia
Dos diplomáticos europeos confirmaron a CTXT los movimientos de Israel, pero aseguraron que la diplomacia israelí se puso en contacto directamente con varias capitales, no con el servicio exterior europeo, al mando de Josep Borrell. El asunto, según un diplomático escandinavo, fue discutido de manera informal durante las reuniones preparatorias de la cumbre de la semana pasada, pero no llegó a ser tratado por los líderes. Las principales capitales europeas, confirma ese diplomático, rechazaron la idea, que fue defendida por los gobiernos checo y austríaco, dos de los que con más fuerza se han puesto del lado de las tesis israelíes en esta crisis.
Esos dos gobiernos lo vendieron como una forma de salvar la vida de miles de civiles, pero la mayoría entiende que un movimiento de población de ese calibre provocaría una crisis humanitaria aún mayor, y piensa que, aunque Israel prometiera que la salida sería temporal, en la práctica Tel-Aviv nunca aceptaría que volvieran los palestinos a Gaza, como nunca aceptó que volvieran los palestinos expulsados de sus hogares en las diferentes guerras de las últimas décadas y que hoy viven en Líbano, Siria, Jordania o el propio Egipto.
Al-Sisi ya dijo hace días que su país “rechaza cualquier intento de liquidar la cuestión palestina por medios militares a través de un desplazamiento forzado de palestinos de sus tierras, que se haría a costa de los países de la región”. La cumbre europea decidió que se envíe más ayuda humanitaria a través de Egipto, pero no que las autoridades europeas presionen en el sentido que quiere Netanyahu. Estados Unidos también rechaza movimientos forzados de población palestina fuera de Gaza, según dijo el Departamento de Estado al diario Financial Times.
La cumbre europea acabó con un comunicado que pide que la ayuda humanitaria llegue de forma «continua, rápida y segura” y que se establezcan “pausas y corredores humanitarios” para permitir al menos la salida de heridos. Pero los gobiernos europeos no están en situación de presionar a Al-Sisi, y tampoco quieren ni pueden presionar a Israel.