Dos notas informativas de fechas diferentes escritas por el eminente analista geoestratégico italiano Giuseppe Gagliano presentan un nuevo panorama europeo en el que se va a desarrollar la actividad de los servicios de inteligencia, empeñados en el control de la política de paz, que lleva al primer ejemplo con el desmantelamiento del Estado chiita de Irán, para reinstalarlo en el ámbito euroasiático con el nombre de Persia. Esto en primer lugar. En seguida los nuevos servicios conducirán, a los Estados involucrados en un destino común europeo. Veamos:
MI6, un cambio de época: Blaise Metreweli, figura luminosa en femenino, a la cabeza de la inteligencia británica
Por Giuseppe Gagliano
26.06.25
Londres, 16.06.25 Llegó el momento en el que la realidad invierte la ficción. Y esta vez es el mundo opaco de la inteligencia británica que llega a modificar los escenarios habituales: por primera vez desde la fundación del Servicio secreto de inteligencia, mejor conocido bajo el nombre de MI6, una mujer toma oficialmente las riendas.
Se llama Blaise Metreweli, de 47 años de edad, y si su nombre es desconocido del gran público, su trayectoria dice mucho sobre la mutación profunda de los servicios secretos del siglo XXI. Bajo su aparente discreción se cubre una carrera marcada por las operaciones sensibles en Europa y el Medio Oriente, las funciones estratégicas en el interior de los dos pilares de la inteligencia británica (MI5 y MI6), y una cultura tecnológica extraña en ese medio aún mayoritariamente dominado por perfiles militares o jurídicos.
El fin del mito de la letra “M”
Los fans del universo de James Bond encontrarán en esta novedad une ironía del destino: la ficción ha precedido a la realidad. En 1995, la actriz Judi Dench encarnó por primera vez a “M”, jefa del MI6 en el filme GoldenEye. Treinta años más tarde, el círculo se cierra. Pero aquí, nada de martinis “agitados, no mezclados”, ni de Aston Martin.
Blaise Metreweli no es la heroína de un filme de acción. Ella encarna un cambio generacional, estructural, casi antropológico. Un recorrido iniciado en el centro universitario en antropología en Cambridge, se integró al MI6 en 1999, ascendiendo lentamente en los escalones de la penumbra de los servicios.
Antes de su conversión en “M”, dirigía la división tecnológica de la agencia – equivalente real del famoso “Q” en el universo de Bond. Metreweli asimismo tuvo responsabilidades en el MI5, dedicadas a la contra-ingerencia interior. En suma, una profesional completa, en el crucero de los mundos del terreno operativo, del análisis estratégico y de las mutaciones numéricas.
Una inteligencia en femenino para un mundo desarticulado
Su nombramiento no llega a cubrir un vacío institucional o simbólico. La nueva directora llega en un momento en el que los servicios de inteligencia occidentales son confrontados a una recomposición profunda del campo de batalla global. Ya no se trata sólo de interceptar las comunicaciones o de manipular a los agentes en el campo. La inteligencia moderna, sobre todo la de una potencia como el Reino Unido post-Brexit, se desarrolla en varios planos: ciberespacio, influencia cognitiva, redes tecnológicas, manipulaciones financieras y guerras híbridas.
En este contexto, la figura de Blaise Metreweli aparece como una opción estratégica. Ella conoce los arcanos del sistema, ha operado en zonas sensibles – como el Medio Oriente – y sabe que el poder se esconde con frecuencia en el mundo invisible, en la interconexión silenciosa entre los flujos de información, los datos, y las percepciones públicas. Más que un símbolo feminista, es la encarnación de una nueva gramática de la inteligencia, en la que la inteligencia cultural, la maestría de las nuevas tecnologías y la lucidez estratégica pesan tanto como las operaciones clandestinas.
Rusia, China e Irán: Una triada de incertidumbres
El MI6 que dirigirá en adelante Blaise Metreweli evoluciona en una atmósfera de retorno al conflicto estructural. Rusia, lejos de ser una simple amenaza militar, es acusada de organizar una guerra de sabotaje informacional y energético en el suelo europeo, tendente a fragilizar los apoyos a Ucrania. Sus redes de influencia, sus operaciones desinformativas, sus ataques contra las infraestructuras críticas hacen de la inteligencia un instrumento de guerra a parte entera.
En cuanto a China, representa un desafío de otro orden: huye del enfrentamiento directo, infiltra las economías, restablece las redes de comunicación, implanta las tecnologías de doble empleo, y teje su red por la diplomacia y la intimidación numérica. El MI6, cuya misión es justamente de exhibir las amenazas emergentes fuera de los radares tradicionales, deberá vigilar a una potencia que opera en los intersticios del derecho internacional, por medio de una “guerra sin guerra”.
En seguida está Irán, actor intocable, a la vez agresor y víctima, padrino de milicias y objeto de ataques, cuyas ramificaciones se extienden de Líbano a Yemen. El Medio Oriente, terreno de experiencia de Metreweli, no es una región de conflictos fijos, sino un espacio fluido de relaciones de fuerzas asimétricas donde la frontera entre la diplomacia, el espionaje y la acción militar es cada día más porosa.
El MI6 a la hora de los algoritmos y de la guerra cognitiva. Más incluso que la geopolítica clásica, es la revolución tecnológica que transformará la función del MI6. En un mundo en el que la inteligencia artificial, les drones autónomos dominan.
Francia, viraje en los servicios: Alain Bauer destituido. Un antiguo del MI6 entra en escena. El CNAM reforma su “inteligencia académica”
Por Giuseppe Gagliano
06.07.25
En París, el centro institucional de la República, un cambio silencioso pero emblemátique está en marcha en la relación entre el mundo universitario y los servicios de inteligencia. El prestigioso Conservatorio Nacional de Artes y Oficios (CNAM), universidad histórica de la capital francesa y referencia en la formación de alto nivel, decidió cambiar de página en la gestión de su «Revista de Investigación sobre la inteligencia», una de las raras publicaciones europeas enteramente dedicadas al estudio teórico y al análisis estratégico de la inteligencia.
La novedad ha pasado casi desapercibida fuera de los círculos de especialistas, pero merece una atención particular. Alain Bauer, criminólogo renombrado, consejero histórico de Nicolas Sarkozy y figure central en el debate francés sobre la seguridad nacional, abandona la dirección de la revista, que contribuyó a fundar y modelar. En su lugar, es decir, en el nuevo comité editorial, aparecen antiguos altos responsables de la DGSI (Dirección General de Seguridad interior) e incluso un ex-director del muy secreto MI6 británico, el servicio secreto de inteligencia.
¿Un simple cambio editorial? No, es una reconfiguración estratégica, alineada en el medio europeo cada vez más marcado por las amenazas híbridas, las guerras cognitivas y las infiltraciones sistémicas de potencias extranjeras, en primera fila las de Rusia y China. El mundo de la inteligencia francesa se vuelve más técnico, más internacional, menos personalizado. Pero también más opaco.
Alain Bauer, el “gran comisario” de la seguridad republicana
Figura controvertida, intelectual brillante, hombre de redes y de poder transversal, Bauer marcó más de dos decenios de reflexión francesa sobre la policía, la inteligencia y el crimen organizado. Cercano a los círculos masónicos y a las altas esferas de la administración, Bauer encarna una cierta manera de considerar la seguridad nacional: como campo de influencia, y también como crucero del saber académico y los dispositivos operativos.
Su salida del CNAM, bien que no sea oficialmente una destitución que refleja cierta asfixia de la élite republicana tradicional, hoy impulsada por las nuevas generaciones de cuadros formados en el Agrupamiento inter-ejércitos de Inteligencia (GIC) y en los teatros africanos más que en los salones parisinos.
Una revista que cambia de rostro (y de misión)
El nuevo comité editorial de la Revista de Investigación de la Inteligencia, al parecer desea impulsar una “profesionalización ”del discurso sobre esa actividad estratégica, extrayéndole las lógicas mediáticas y de espectacularidad académica. Ahora se orienta hacia un modelo anglosajón, basado en análisis fríos, de inter-operatividad cultural entre servicios y universidades, y también de control de las publicaciones llamadas “sensibles”, sobre todo en este periodo en que la frontera entre transparencia y secreto se convierte en una entidad confusa, borrosa.
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