[La caída del gobierno Prodi al no conseguir los apoyos necesarios para someterse a la enésima moción de confianza en su corto mandato legislativo, ha abierto el paso a las elecciones, tras la disolución de las Cámaras por el presidente de la República, que se celebrarán los días 13 y 14 de Abril. El escándalo […]
[La caída del gobierno Prodi al no conseguir los apoyos necesarios para someterse a la enésima moción de confianza en su corto mandato legislativo, ha abierto el paso a las elecciones, tras la disolución de las Cámaras por el presidente de la República, que se celebrarán los días 13 y 14 de Abril. El escándalo de corrupción que salpicó al Ministro de Justicia, Clemente Mastella, provocó la salida del gobierno de su pequeña formación UDEUR (1,4% en las pasadas elecciones) y su marcha a la oposición de derechas, con la consecuente pérdida por parte de Prodi de los apoyos para pasar la moción de confianza en el Senado. Esta intriga palaciega pone fin a una experiencia, la del segundo gobierno Prodi, que ha mostrado una continuidad evidente con el berlusconismo en asuntos fundamentales como la prolongación de la misión militar en Afganistán – añadiendo una nueva en el Líbano- y la construcción de la base militar de Vicenza, la precarización de las relaciones laborales manteniendo la ley 30 o mostrándose incapaz para frenar la ofensiva neoconservadora vaticana contra los derechos reproductivos de las mujeres y los derechos civiles de las personas LGTB.
Esta derrota, es también, la derrota de una izquierda de gobierno subalterna al social-liberalismo, recién constituida en Izquierda-Arcoiris, que con su política posibilista de reducción del daño ha sostenido al gobierno Prodi a capa y espada. En este artículo, firmado por Franco Turigliatto – senador de Sinistra Critica, expulsado de Rifondazione Comunista por su oposición parlamentaria a la guerra de Afganistán- y Salvatore Cannavò – diputado de Sinistra Critica-, hacen un llamamiento para constituir listas electorales 100% de izquierdas, anticapitalistas, alternativas y de oposición tanto al previsible retorno al poder de la derecha berlusconiana -tal y como apuntan todos los sondeos recientes- como a la menos probable hipótesis de un nuevo gobierno de centroizquierda apoyado por la izquierda arcoiris. Carlos Sevilla Alonso].
La caída del gobierno Prodi traza el desastre de una débil y mal congeniada hipótesis política. En tan sólo 18 meses el centroizquierda -la mítica Unione que debía cambiar Italia «de verdad»- ha encadenado un fracaso tras otro, dejando tras de sí una pila de escombros. Un desastre material que ha llevado al empobrecimiento real de los y las trabajadoras, a una ulterior precarización del trabajo -como por ejemplo la eliminación de la cotización de las horas extraordinarias- y al enriquecimiento de las empresas que han sido provistas de masivas e inéditas ayudas estatales; pero también ha producido un desastre político que ha provocado desilusión, desencanto, pérdida de confianza, alejamiento de la política y del trabajo activo, en fin, desmoralización.
Prodi no ha caído solamente debido a una conjura Mastelliana. Prodi cae también porque se ha aislado socialmente y ha roto con un electorado que, fatigosamente y con grandes sacrificios, había consentido su victoria para parar a la derecha y al odioso populismo berlusconiano. Ha sido este el elemento que ha provocado la debilidad y fragilidad del gobierno, y finalmente, su exposición a las maniobras de Mastella. En medio de este desastre, sobresale el fracaso de la izquierda de gobierno. La línea gobernista y la hipótesis de una alianza con la «burguesía buena» ha producido un retroceso en los derechos de los trabajadores, ha favorecido a las empresas y a la banca y permite hoy el retorno de la derecha. A la derrota política representada por las misiones militares, por el aumento del gasto militar, el aumento de las retenciones, el paquete de medidas conocido como Welfare, defraudando las expectativas de igualdad del movimiento LGTBQ, el decreto sobre la seguridad, las liberalizaciones de Bersani, la construcción de la base americana en Vicenza, la promoción de De Gennaro, etc. A esto se añade una derrota social dado que muchas veces los fracasos han sido presentados como pequeñas victorias o hipotéticas reducciones del daño. Bastaría ver hoy la desbandada general de la izquierda y la pérdida de orientación de los propios trabajadores y trabajadoras para darse cuenta del gran daño infringido.
El fracaso de la izquierda es definitivo y sólo un gran proceso para repensarla y renovarla radicalmente a todos los niveles -empezando por sus grupos dirigentes- podría permitir una nueva hipótesis de trabajo. Hoy, sin embargo, es necesario volver a plantear la discriminante entre una izquierda orientada al «compromiso preventivo» y una izquierda anticapitalista, de clase, indisponible al gobierno con el Partido Democrático4, es decir, en sintonía con los movimientos sociales.
Esto no significa, que en lo inmediato, no sea necesaria una sólida unidad en el plano social sobre la base de plataformas claras y bases radicales -del rechazo a la guerra a una «moratoria» del ataque contra las mujeres, de la lucha por el aumento del poder adquisitivo de los salarios a los derechos civiles- con una línea de «resistencia social» que impida el previsible ataque de la derecha, Confindustria [organización de la patronal italiana, N. de T] o del Vaticano. Sabiendo de entrada que no pueden existir ambigüedades o vacilaciones en las plataformas: no se puede estar contra la guerra y sostener las intervenciones militares en Líbano o Afganistán; no se puede luchar contra la precariedad defendiendo el paquete sobre el Welfare; no es posible defender la laicidad y la autodeterminación de las mujeres aislando a los que contestan al papa. Estas indicaciones no hacen menos necesaria, sin embargo, la tarea de reconstruir la izquierda sobre la base de una plataforma anticapitalista y de clase.
No creemos que la lista Arcoiris represente esta posibilidad: el balance de su actividad de gobierno, las líneas estratégicas en las que se mueve, los grupos dirigentes que propone -como se ha visto en la formación de la lista y en la elección del candidato a presidente del gobierno- hacen presagiar una izquierda que se inclina hacia una deriva moderada como la que hemos visto en estos años y contra la que hemos combatido. En conclusión, vuelve a estar de actualidad el esquema de las «dos izquierdas»: por un lado, una izquierda con vocación gobernativa ligada a la perspectiva del Arcoiris, por otra parte, una izquierda anticapitalista, de clase y situada en la oposición que hoy se encuentra colocada y articulada en estructuras propias pero que ha dado ya algunas pruebas de diálogo y de trabajo en común.
Por estos motivos antes indicados, creemos que a la izquierda del Arcoiris es necesario dar vida a una lista de la izquierda anticapitalista sobre la base de una plataforma avanzada de articulación de luchas y de reivindicaciones generales: aumento real del salario, vuelta a lo público de los servicios sociales, la lucha sin cuartel contra las muertes en el trabajo, por un plan de «residuos cero», contrastando las intervenciones militares, por la reducción de los gastos militares y la reconversión de la industria bélica, por la defensa de los derechos de las mujeres y de los derechos civiles contra todas las ingerencias vaticanas, por la abolición de la ley 30 y de la ley Bossi-Fini, por la drástica reducción de los privilegios institucionales.
Una lista caracterizada por la unidad, la pluralidad y la innovación: rotación de los cargos electos, por el establecimiento de un techo a los privilegios parlamentarios, por la presencia de sujetos diversos. Una lista indisponible a alianzas y coaliciones con el Partido Democrático pero que sepa insuflar energías y dé perspectivas a una alternativa al sistema. Queremos trabajar por este objetivo en los pocos días que quedan antes de la cita electoral huyendo de preclusiones y esquematismos. Una amplia unidad de clase, sobre la base de una plataforma compartida ligada a una práctica común en los movimientos. Con la condición, no tanto de éxitos electorales o de ambiciones institucionalistas, sino que pueda contribuir a dar una respuesta a la crisis y a poner las bases de la reconstrucción de una izquierda alternativa y de clase.
Traducción: Carlos Sevilla Alonso.