El pasado lunes 9 de junio, los Ministros de Trabajo de la Unión Europea aprobaron una directiva en materia laboral, mediante la cual, los empresarios podrán fijar la jornada laboral en 65h semanales. Con esta normativa, la Unión Europea se carga de un plumazo la lucha de más de 150 años de los trabajadores, y […]
El pasado lunes 9 de junio, los Ministros de Trabajo de la Unión Europea aprobaron una directiva en materia laboral, mediante la cual, los empresarios podrán fijar la jornada laboral en 65h semanales. Con esta normativa, la Unión Europea se carga de un plumazo la lucha de más de 150 años de los trabajadores, y nos retrotrae a la primera mitad del siglo XIX.
Con provocación y cinismo mayúsculos, el comisario europeo de Empleo, Vladimir Spidla, defendió la normativa diciendo que se trata del «mayor paso adelante para los trabajadores europeos que refuerza el dialogo social».
La normativa, para que ser efectiva, aún tiene que ser aprobada por el Parlamento Europeo. Pero sus componentes no se diferencian mucho de los que la han aprobado, y si no hay una gran movilización en contra en toda Europa, es muy probable que se apruebe, o se haga una modificación de lavado de cara.
El Gobierno de España dice que se opone a la normativa, pero su Ministro de Trabajo en el Consejo que la aprobó se abstuvo. Curiosa forma de oponerse.
Contenido de la normativa. La normativa ha sido propuesta por Inglaterra, supuestamente para solucionar la escasez de médicos que tienen en su país.
Seria de ilusos pensar que esa es la razón de fondo. La razón de fondo no es otra que la voracidad de las multinacionales, que envalentonadas por el apoyo del Gobierno de Bush, y desde hace unos años, por los Gobiernos Europeos, desean tener mayor libertad de explotación en Europa, principalmente con las posibilidades que les brindan las mafias instaladas en el poder por EE.UU. en los antiguos países del este europeo, hoy integrados en la nueva Europa.
La normativa deja a la supuesta «libre negociación entre el trabajador y el empresario» la regulación de la jornada, lo que supone cargarse la negociación colectiva, y dejar en manos de los empresarios su aplicación.
Además, supone una profundización del «dumping social», ya que las multinacionales presionarán a los gobiernos con la amenaza de la deslocalización de las empresas hacia los países que aprueben el aumento de jornada, o derivando trabajos hacia empresas situadas en dichos países.
En la normativa, también se contempla que los trabajadores de las ETT’s no se equipararán con sus compañeros de trabajo hasta transcurridos 4 meses, o sea, no se equipararán nunca.
La aplicación de la normativa puede suponer un aumento del paro y de accidentes laborales a cuotas nunca vistas. La normativa es un ataque sin precedentes contra los trabajadores, su bienestar y condiciones de vida, a la negociación colectiva, y a la historia del movimiento obrero.
Antecedentes de la jornada de 40 horas. En el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional, celebrado en París en 1889, se acordó celebrar el 1º de mayo como jornada de lucha reivindicativa por las 40h, y en homenaje a los Mártires de Chicago, sindicalistas asesinados en Estados Unidos por su participación en las jornadas de lucha por la consecución de la jornada laboral de 8 horas, que tuvieron su origen en las huelgas iniciadas el 1º de mayo de 1886, bajo la consigna de «8 horas para el trabajo, 8 horas para el sueño y 8 horas para la casa», con el desenlace del asesinato de 6 trabajadores y decenas de heridos por la policía delante de la fábrica Haymarket de Chicago, y con el crimen de estado cometido por las autoridades USA, con un juicio injusto y amañado, como tantos en ese país, que sentó en el banquillo a los supuestos dirigentes de las jornadas de lucha, y condenó a la horca a cinco de ellos, y ejecutados el 11 de noviembre de 1887.
Tras muchos años de lucha de los trabajadores europeos, y tras el triunfo de la Revolución de Octubre en 1917, en Europa se consiguió el 1º de mayo festivo, y la jornada oficial de 48h en 1919.
En España, la lucha por las 40h, por el 1º de mayo y los derechos de los trabajadores, llevó a miles de trabajadores a la cárcel en la época franquista, con largas condenas. Fue después, en los 70, y principalmente tras las libertades democráticas, que la mayoría de los trabajadores consiguieron en sus convenios la jornada de 40h. Y no fue hasta 1980 cuando se reguló por ley.
En Francia y Noruega, desde hace unos años, los trabajadores conquistaron la jornada de 35h.
Curiosamente, mientras en Europa, con muchas luchas y sacrificios de los trabajadores, se fue avanzando en la conquista de las 40h, en EE.UU., el supuesto paraíso de la libertad para algunos, 202 años después de aquellas históricas jornadas de lucha y sufrimiento, el 1º de mayo sigue siendo laborable, no tienen regulada la jornada laboral, y para muchos las 40h son una ilusión inalcanzable.
¿Hacia donde va Europa? Europa, después de la IIª guerra mundial, en las décadas de los 50, 60, 70, 80 y hasta bien entrados los 90, fue tierra de libertad y asilo para miles de españoles, portugueses, latinoamericanos, africanos, asiáticos, y no pocos norteamericanos. También fue un ejemplo de progreso social para millones de trabajadores del mundo entero, avances sociales como la jornada de 40h, igualdad social del hombre y la mujer, vacaciones anuales, seguridad social universal y gratuita, escolarización gratuita y obligatoria, jubilación con dignas prestaciones económicas y sociales, y un largo etcétera de leyes, conseguidas por la lucha de los trabajadores, por la correlación de fuerzas en las democracias europeas tras la liberación, por la gran influencia de los partidos socialistas y comunistas, y por la existencia de la URSS.
Para muchos demócratas españoles durante el franquismo, entrar en Europa se convirtió en una meta importante para conseguir las libertades y el bien estar social que negaba la dictadura. Ya con las libertades democráticas, el 29 de noviembre de 1978, España solicita el ingreso en la Comunidad Europea, e ingresa el 1 de enero de 1986, junto con Portugal, teniendo que adaptar para ello los derechos y libertades europeos.
Si bien es cierto que Europa allanó el camino para los cambios democráticos en España, esa ayuda no fue gratuita. La brutal reconversión industrial, con la pérdida de miles de puestos de trabajo, y la desaparición o reducción drástica de sectores industriales como la minería, la siderurgia, la construcción naval, la no realización de la reforma agraria en Andalucía y Extremadura, etc., ha sido el costoso precio a pagar, a cambio de convertir España en uno de los lugares de vacaciones más apreciado por los europeos, y convertir nuestras costas en el gran paraíso de las mafias y la especulación.
Con la falsa justificación de la imposición europea, los gobiernos del PSOE y PP privatizaron sectores estratégicos como el transporte aéreo, las comunicaciones, la electricidad, el gas, el combustible, la fabricación de armamento, etc.…, sectores que en Francia, país fundador de la U.E, siguen siendo públicos.
A partir de febrero de 1992, con la aprobación del Tratado de Maastricht, comienza en Europa la imposición de las políticas más abiertamente neoliberales, con la sumisión absoluta al Fondo Monetario Internacional (FMI) y a la Organización Mundial del Comercio (OMC), iniciándose paralelamente el recorte a los derechos sociales de los trabajadores, y en el orden internacional, el sometimiento más absoluto a la OTAN y EE.UU., y como consecuencia, la conversión de Europa en potencia imperialista.
Hoy Europa está minada de bases norteamericanas, y tiene su territorio a disposición de EE.UU. para los vuelos con detenidos ilegales, cárceles clandestinas, tráfico de armas, y demás ilegalidades desarrolladas en la guerra de Irak, con total desconocimiento de los pueblos europeos.
Hoy, Europa se ve involucrada cada vez más en conflictos internacionales, camuflados con el eufemismo de misiones de paz. Así, hoy se encuentran tropas europeas en Irak, Afganistán, Somalia, Sudán, Haití,… y en la ex-Yugoslavia, desarrollando una nítida política de ocupación imperialista, para facilitar la penetración de las multinacionales en esos paises.
Consecuentemente con esa política imperialista, en Europa se están recortando conquistas sociales, derechos y libertades. Además de la directiva de las 65h, otras directivas, como la directiva Bolkenstein para el «dumping social» (mediante la que se puede contratar a trabajadores de un país con salario local, para realizar trabajos en otro país, directiva que aunque no fue aprobada, se está aplicando), o la nueva directiva europea sobre la inmigración, relativa al retorno de los nacionales de terceros países en situación ilegal. Y todas esas políticas se están realizando sin consultar a las ciudadanas y ciudadanos de los países europeos.
Contra esa política, algunos pueblos que han tenido la oportunidad de pronunciarse, han empezado a decir no, como es el caso Francia y Holanda ante la Constitución Europea, y de Irlanda, que en referéndum ha rechazado su adhesión al tratado de Lisboa, sustitutivo de la constitución europea, por su contenido regresivo.
Contra la libre decisión del pueblo irlandés, ya han comenzado a cuestionar su derecho a decidir personajes como Sarkozi, Durao Barroso, Javier Solana, y otros politicastros españoles y europeos. También andan negociando en secreto la adhesión de Israel a Europa.
Esta es la Europa que nos vienen construyendo desde hace algo más de una década, sin conocimiento y aprobación por los pueblos europeos. Los politicastros europeos se han instalado en la impunidad, lo que es mucho peor. Hagan lo que hagan, da exactamente igual, no hay opinión pública, los medios de difusión están en manos de los poderes fácticos europeos y americanos. Y aquí no pasa nada.
Ha llegado el momento de cuestionar seriamente la actual Europa, no ya solo tal o cual directiva, y empezar a construir la Europa de los pueblos contra la Europa del capital.
Responsabilidades y alternativas a la actual situación. Sin duda hay serias preguntas que formularse para buscar responsabilidades y alternativas a la actual situación. La 1ª pregunta ante el tema principal que nos atañe, la directiva de la 65h es: ¿Qué han hecho los sindicatos ante esta situación y que piensan hacer?
La propuesta de aumento de jornada ha sido formulada por Inglaterra desde hace 5 años. En estos 5 años, la información a los trabajadores ha sido nula, y la oposición de los sindicatos a la directiva ha sido meramente testimonial, excepción hecha de los sindicatos franceses que han defendido con las movilizaciones de los trabajadores sus 35h.
La CES, y los sindicatos en Europa, salvo las excepciones antes mencionadas, al igual que en España, se han sometido a las políticas neoliberales, asumieron en su momento las brutales reconversiones industriales y las privatizaciones de empresas y sectores públicos, asumieron recortes a los derechos de los trabajadores, y fueron asumiendo el modelo económico del FMI y de la OMC, a cambio de oscuras financiaciones para mantener sus estructuras burocráticas sindicales, en algunos casos, al más puro estilo sindical Hoffa.
De la lucha contra la regresión social europea, debe nacer un nuevo sindicalismo horizontal, democrático y unitario de base, que aniquile el actual modelo sindical burocrático, ajeno a los trabajadores, e inicie un modelo sindical que defienda las conquistas de los trabajadores y luche contra el modelo social, económico y político neoliberal.
Una 2ª pregunta sería: ¿Qué es de los partidos socialistas y de la Internacional Socialista? Los partidos socialistas europeos han sido y son cómplices de la política neoliberal desde sus inicios, el ejemplo español es elocuente. Los gobiernos de Felipe González fueron los mayores impulsores de las privatizaciones del sector público, y de la cultura de la especulación y el pelotazo, allanando el terreno a la derechona pura y dura de Aznar. En materia laboral, aquellos gobiernos fueron los inductores de las ETT’s, la flexibilidad y movilidad laboral, la economía sumergida con el impulso de los falsos trabajadores autónomos, y un largo etcétera.
Hoy, en el tema que nos atañe, el representante español, el Ministro Celestino Corbacho, del que no se le conoce pasado en defensa de los trabajadores, se ha abstenido, aunque el Gobierno Español dice que no lo va a aplicar, al igual que dice con la directiva sobre inmigración. Además, no lo dejemos en el olvido, la propuesta de las 65h está hecha por el representante de un partido miembro de la Internacional Socialista, el mismo que participó en la guerra de Irak.
En política internacional, los partidos socialistas europeos vienen apoyando sin pestañear las políticas imperialistas norteamericanas. La postura del PSOE en la guerra de Irak aparece cada vez más claramente como una postura coyuntural electoralista, consecuencia de la movilización del pueblo español. Mientras sacaba las tropas de Irak, el Gobierno Zapatero aumentaba la participación española en Afganistán, la ex-Yugoslavia, Chad, Haití, etc., y mirando para otro lado con las bases norteamericanas en España, que siguen siendo utilizadas por EE.UU. en sus guerras contra Irak, Irán, Afganistán, vuelos clandestinos de detenidos, etc…
Además, tampoco dejemos en el olvido, que el responsable de la política internacional europea es el siniestro dirigente socialista Javier Solana, quien acuñó el término de «daños colaterales» al genocidio causado por él en Belgrado, tras ordenar su bombardeo cuando era el Secretario General de la OTAN. ¡Y ahí sigue impune de genocidio!
Ante la realidad de la política de los partidos socialistas, ¿puede seguir considerándose a dichos partidos de izquierdas?, ¿en que se diferencian de los partidos de derechas?
Si a la claudicación de los partidos socialistas, añadimos la casi desaparición de los partidos comunistas en Europa, los trabajadores nos encontramos sin representación política en los parlamentos nacionales europeos, y en los organismos de la nueva Europa, lo que está facilitando la penetración de las políticas y las ideas del neoliberalismo.
Ante esa cruda realidad, los trabajadores debemos plantearnos seriamente que necesitamos una representación política, que recoja la mejor tradición de los partidos socialistas y comunistas, y dé alternativas políticas para transformar la actual situación.
Pero eso será tema para otros trabajos.