Van más de dos meses desde que se impuso la cuarentena (Estado de emergencia y toque de queda incluidos), para enfrentar la pandemia, y la promesa del bono “Yo me Quedo en Casa”, solo se cumplió para una minoría de la población (un millón y medio según el gobierno). De las reiteradas promesas, han pasado como un mes, y hasta ahora, no se atiende a los más de 5 millones sin bono.
¿Por qué es importante el bono? Varios intelectuales han fundamentado que, según el INEI, el 72% de la PEA es independiente o informal. Es decir, que viven de sus pequeños negocios. Y en efecto, a diferencia de los países del “primer mundo” industrializado donde casi todos los trabajadores están en planillas, en nuestro país, una mayoría, vive de lo que vende al día y si no trabaja no come. Y estamos hablando de, aparentemente, dos meses y medio que va a durar la cuarentena, donde la entrega de 760 soles para una familia es completamente insuficiente si tenemos en cuenta que la canasta básica familiar bordea los 1,500 soles mensuales y el salario mínimo los 950 soles.
Esta precariedad e incertidumbre en la vida de millones de peruanos ha producido, por un lado, la migración de decenas de miles de limeños a sus provincias de origen demostrando una involución social impresionante como sociedad capitalista, y por otro, el fracaso de las medidas de distanciamiento social del gobierno.
A esta cuestión hay que agregar que el impacto de la cuarentena en la economía nacional va a ser devastador. Para algunos economistas, como el ex ministro Alfredo Thorne, estaríamos hablando mínimamente de 600 000 despedidos (Arena Pública, 15/05/20), que se van a ejecutar por la “suspensión perfecta” por parte de las poderosas empresas, a pesar que en nombre de “la cadena de pagos”, están siendo beneficiadas con un salvataje financiero estatal valorizados en casi 60,000 millones de soles y del pago del 35% de las planillas de las mismas por el Estado.
Como podemos observar, por un lado, el gobierno inyecta “liquidez” de S/. 60,000 millones para los poderosos, mientras que para la distribución del “bono universal” inyecta la suma de S/. 5,000 millones (El Peruano, 23/04/20). Esta cuestión es la que explica porque el populismo gubernamental es extraordinario ya que a medida que pasan los días los ministros prometen “bonos” para los tercerizados de la salud (abandonados a su suerte), luego para los artistas, hasta llegar a proponer un bono para los choferes y cobradores de buses. Pero cuando los más de medio millón de obreros de construcción se movilizaron demandando también su bono, el gobierno miró para otro lado y los reprimió.
Además, está complementando a los que les dio S/ 380 a través de transferencias electrónicas, pero el ex jefe del Banco de la Nación, Luis Minaya, declaró que, “habría descoordinaciones interestatales y una línea dentro del gobierno para retornar a la entrega del bono a través de largas colas en las agencias bancarias”, (LR, 12/04/20), lo cual generará mayores aglomeraciones y focos de infección.
Así las cosas, estamos frente a un Bono que no es universal ni justo ni democrático. Hace un par de semanas antes, la centroizquierda, que había hecho campaña por un Bono universal de 1000 soles, celebró el anuncio gubernamental del “Bono universal”, sin tomar nota de que no respondía a una nueva partida presupuestaria y de que eran 240 soles menos de lo prometido, y entregado por única vez.
Es por estas razones, que a las dos semanas de decretada la cuarentena, un grupo de ciudadanos y trabajadores decidimos organizar la Asociación Bono Para Todos empadronando a más de 20,000 pobladores de todo el país, que han realizado cacerolazos en sus casas, planteando que los subsidios estén mínimamente al nivel del salario mínimo y que sea por todo el tiempo que dure la crisis sanitaria y económica.
César Zelada. Director de la revista La Abeja (teoría, análisis y debate).