Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos
Las nuevas directrices de la UE que estipulan que las compañías o instituciones activas en las ilegales colonias exclusivas para judíos no reúnen los requisitos necesarios para obtener subvenciones y préstamos de la UE indican que pudiera ser que por fin la UE se esté poniendo dura con Israel.
Las directrices han provocado una respuesta furiosa de los políticos israelíes. El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu predijo que podían llevar a que sus compatriotas «perdieran confianza en la imparcialidad de Europa». Se ha informado de que en represalia Israel ha decidido establecer restricciones a los proyectos de ayuda de la UE a los palestinos.
Como reacción a esta furia, los representantes de la UE rápidamente trataron de quitar importancia al significado de las directrices. La embajada de la UE en Tel Aviv señaló que estas directrices fundamentalmente reconfirman el punto de vista de la UE de que las colonias violan el derecho internacional. La embajada también publicó una notificación sobre cómo pueden los israelíes seguir recibiendo subsidios de la UE con independencia del lugar desde el que operan.
Un documento sobre «preguntas más frecuentes» publicado en la página web de la embajada afirma que las empresas cuya sede central está dentro de las fronteras de Israel anteriores a 1967 pueden solicitar las subvenciones de la UE, aunque tengan oficinas en la ocupada Cisjordania. El documento pone de relieve que los científicos israelíes que viven en las colonias pueden beneficiarse de la financiación científica de la UE, siempre que trabajen en una universidad situada dentro de Israel. Y afirma que los bancos israelíes con sucursales en las colonias pueden solicitar préstamos de la UE si estos préstamos están destinados a empresas dentro de Israel.
Tanto el tono como el contenido de estos anuncios sugieren que es poco probable que la UE se aparte radicalmente de sus prácticas existentes.
¿Fácil de burlar?
En el año 2004 la Red Euromediterránea de Derechos Humanos publicó un informe que demostraba que algunos de los beneficiarios de los subsidios científicos de la UE residían en Cisjordania. A pesar de esta prueba, la Comisión Europea no tuvo inconveniente en incluir a la empresa [israelí] de cosméticos Ahava en su actual programa de investigación científica. La fábrica principal de Ahava está situada en la colonia cisjordana de Mitzpe Shalem.
Aunque puede que en el futuro la UE sea a mostrar este claro apoyo a la ocupación, las útiles ideas que está dando a las empresas israelíes sugieren que no será difícil eludir las directrices.
Además, las directrices no abordan la discriminación a la que se enfrentan los palestinos dentro del Israel de hoy en día.
La universidad Haifa participa actualmente en unos 25 proyectos científicos de la UE. La UE no emprendió acción alguna contra esta universidad cuando esta prohibió a los estudiantes palestinos protestar por los ataques israelíes a Gaza en noviembre del año pasado.
Lo que es aún peor, las directrices no impiden que las empresas de armas israelíes absorban subvenciones de la UE. Elbit y Israel Aerospace Industries (los fabricantes de los drones empleados para asesinar y dejar inválidos a muchos civiles de Gaza) participan en muchos proyectos financiados por la UE. Su capacidad para hacerlo encaja en la generalizada militarización de las actividades de investigación de la UE. Es probable que esta tendencia continúe en el próximo programa de investigación de la UE, al que se le han concedido unos 70.000 millones de euros entre 2014 y 2020.
Nada de esto es para argumentar que las directrices carezcan de valor. El mero hecho de que se hayan redactado en un borrador es una señal de que la UE percibe la fuerza del movimiento de solidaridad con Palestina. Los miembros de este movimiento ahora pueden citar estas directrices siempre que se encuentren con proyectos vinculados a colonias israelíes que se aprovechan de la generosidad de la UE.
Pero la celeridad con la que la UE ha tratado de aplacar a Israel demuestra que esto no es el final de la historia. El reto para todos nosotros y nosotras es asegurar que estas directrices llevan a algo concreto. Hasta ahora los representantes de la UE han sido alérgicos a la idea de los boicots y sanciones a Israel. Esta alergia solo se superará si les presionan las personas de conciencia.
David Cronin es un periodista y activista irlandés que vive en Bruselas. Su último libro es Corporate Europe: How Big Business Sets Policies on Food, Climate and War, Pluto Press, 2013. El anterior es Europe’s Alliance With Israel: Aiding the Occupation (Pluto, 2011).
Este artículo se publicó originalmente en Palestine News , verano de 2013.
Fuente: http://dvcronin.blogspot.it/