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Desde Italia

La otra Europa

Fuentes: La Jornada

La otra Europa. La de los de abajo. La de los migrantes. La de los trabajadores precarios. La de los estudiantes. La de los que no tienen techo. La que resiste. La que lucha. La que no se conforma. La creativa. La rebelde… En Milán, uno de los principales centros del dinero y del glamour, […]

La otra Europa. La de los de abajo. La de los migrantes. La de los trabajadores precarios. La de los estudiantes. La de los que no tienen techo. La que resiste. La que lucha. La que no se conforma. La creativa. La rebelde…

En Milán, uno de los principales centros del dinero y del glamour, la otra Italia se manifestó esta semana frente a las pasarelas y reflectores de la moda. En la vía Montenapoleone, la misma por la que han desfilado cientos de veces las largas piernas de Noami Campbell, frente a los aparadores de Armani, Bvlgary y Dolce Gabana, los activistas seguidores de un nuevo santo, San Precario, presentaron la otra cara de la moda.

La imaginación de la Italia que lucha, la de la precariedad, la «Prec a Porter», la que está «fuera de moda», se manifestó contra el trabajo precario (ése que no tiene contrato, horario ni seguridad); contra la privatización de la cultura y del conocimiento (que resultan inaccesibles para los estudiantes y para cualquiera); por la dignidad y los derechos de los trabajadores migrantes; por el derecho a la casa; por la vida… La manifestación alude a lo local y a lo global: de la defensa de los espacios que son desalojados para dar paso a la semana de la moda en Milán, a la lucha contra la guerra global y la ocupación de Irak.

Al paso de las cientos de modelos maquilladas y vestidas por Chanel, de los fotógrafos, estilistas y publicistas, los seguidores de San Precario (integrantes de una red nacional de colectivos) entregaron una flor a cada modelo que encontraron a su paso (antes y después de ser duramente reprimidos por la policía). Al mismo les explicaron la movilización contra la guerra y por la liberación de las dos italianas secuestradas en Irak (quienes fueron liberadas esta misma semana).

La semana de la moda en Milán arrasa con todo. La ciudad se reacomoda al paso de las luces, la imagen, los negocios, la publicidad y el dinero. Durante siete días los pequeños barrios en que habitan los precarios de las metrópolis son materialmente destruidos para dar paso a alfombras rojas, discotecas y centros de reunión en los que sólo el dinero tiene reservación.

La Milán de abajo, la de los estudiantes, trabajadores, migrantes y activistas, sobrevive en la ciudad. Los reflectores no están dirigidos a Ticinese (donde fue asesinado el activista Dax por grupos neofascistas); a los barrios de La Isla, Bicocca, o la Bovida; tampoco a la universidad «pública» que es propiedad de uno de los más grandes especuladores italianos (Pirelli). La imagen de los centros sociales y los lugares donde se comparte la cultura no encuentra espacios frente a la sonrisa maquillada de Giselle, la brasileña «de moda».

Las cámaras tampoco registran a la ultraderecha en Milán, ni la agresiones realizadas por grupos neofascistas contra los centros sociales de Cantiere y Conchetta. El primero fue incendiado durante el verano y en el segundo acuchillaron a seis activistas.

Con gran despliegue de glamour e invasión de la ciudad termina este 2 de octubre la jornada de siete días en Milán. Al mismo tiempo, dos movilizaciones dan cuenta de la otra Italia: una de 20 mil estudiantes y activistas contra la guerra global y contra la reforma educativa encaminada a la privatización de la educación y a la formación de estudiantes subordinados a la producción. Y otra, simultánea al fin de la semana de la moda, por la defensa de los centros sociales de los ataques de la derecha.

Fuera de foco, sin el flash de las cámaras, los activistas ponen de moda ocupar casas, utilizar la tecnología y piratería para tener acceso a la cultura, construir espacios para comunicarse y estar juntos. En Milán se lucha por una seguridad social para todos, contra la guerra global y el control local. «Cuando la precariedad es moda -dicen- la rebelión es muy in«.