Hoy 19 de enero será decisivo para el destino de los trabajadores provincianos y de todo nuestro país. Cada hora y día que pasan, la lucha de clases, alcanza una situación solo vista en momentos de crisis revolucionaria.
A pesar de la masacre que terminó con la vida de 50 trabajadores y estudiantes, las masas, se han envalentonado más. Y Dina y la derecha, no pueden gobernar el país. Es así como Perú se encuentra en una especia de “empate catastrófico”, que tiene que resolverse en los próximos días.
El Aymarazo, terminó acelerando la intensidad y extensión de la rebelión social, no solo al oriente sino también al norte del país (que ahorita está bloqueada), y con factores interesantes de lucha en la capital de la República: Lima; cuya última marcha movilizó a más de 10,000 pobladores.
A medida que pasan los días, la renuncia de Dina Boluarte, por la masacre de los 50 muertos, crece con más fuerza. Sin embargo, Dina y los políticos-militares, se niegan a ceder a las demandas populares, por temor a perder el poder.
Esto es lo que explica que, por un lado, el congresista reaccionario de derecha, Jorge Montoya, haya llamado a la policía, a “meter bala” a los protestantes “vándalos”. Y por otro, a que la dictadura cívico-militar, haya desenvuelto una estrategia de cacería de brujas, al detener autoritariamente a varios dirigentes del Frente de Defensa de Ayacucho (FREDEPA), de la Plaza San Martin, amedrentar a dirigentes de la Asamblea de los Pueblos o asesinar selectivamente como es el caso del dirigente cusqueño Remo Candia. Todo esto bajo la narrativa de que los dirigentes son “terroristas” o son parte de una conspiración internacional dirigida por Evo Morales o los Ponchos Rojos, sin mostrar las pruebas fehacientes de alucinante afirmación.
La segunda marcha de los 4 suyos debe concluir con las tareas que dejo la primera: romper con el sistema capitalista
Es en este marco de una polarización (entre las mayorías pobres y minorías ricas), forzada por la derecha conservadora y reaccionaria, que el 19 comienza lo que algunos han denominado la Marcha de los 4 Suyos. Esta marcha tuvo su aparición en la rebelión popular del 2000 contra la dictadura fujimontesinista. Fue convocada por el hoy prófugo por corrupción, Alejandro Toledo, tiene sus raíces en el Imperio del Tahuantinsuyo, pero tenía como fin no solo derrocar a la dictadura, movilizando cientos de miles en todo el país, sino el de desarrollar una nueva democracia sin explotación u opresión de una clase sobre otra. No obstante, Toledo, llevó al país a más corrupción y saqueo por parte de las multinacionales imperialistas.
Esta tarea fundamental no fue alcanzada porque pasamos de un régimen político mafioso cívico-militar a un régimen político democrático burgués civil mafioso. Que ahora ha vuelto a desenvolverse como militar. Una prueba más de que en una sociedad capitalista, democracia y dictadura, terminan alternándose según el nivel del ascenso de la lucha obrero y popular.
Y lo que estamos observando justamente hoy es un nuevo ascenso de la lucha de clases con tendencia favorable a la clase trabajadora. Claro que esto puede convertirse en su contrario.
La mayor debilidad de la Marcha de los 4 Suyos no es su combatividad (que para la reacción hipócrita es violencia), sino su vínculo aún limitado con la clase obrera en las minas, fábricas y centros laborales. Con una paralización de estos sectores de la economía, la dictadura caería como un castillo de naipes. Por eso es importante que en la Asamblea de Delegados de la Federación de Trabajadores Mineros (FNTMMSP), se apruebe la huelga general y que la CGTP, se dedique a organizar el Paro Nacional indefinido, sin vacilaciones.
Al parecer, hasta ahora están llegando miles de trabajadores de provincias a Lima. Y ya varias delegaciones están siendo atendidas en el campus de la decana Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), a pesar que hay amenazas de intervención a la misma por la policía, por orden de la rectora.
Salidas a la crisis revolucionaria
Según las últimas encuestas del Instituto de Estudios del Perú (IEP), el 60% de la población piensa que las protestas están justificadas (72% entre los jóvenes), mientras que 71% desaprueba al gobierno golpista de Dina Boluarte, 89 desaprueba al Congreso de la República y un 69% está a favor de una Asamblea Constituyente, cuestión que puede ser leída como un rechazo a las institucionales estatales.
Sin embargo, para el ex asesor del gobierno de transición del 2000, Alberto Adrianzen, “…la salida está en que Dina Boluarte cambie el gabinete ministerial y adelante las elecciones para el 2023…”. Es una maniobra política que expresa la crisis de la centro izquierda como consecuencia de su adaptación al régimen de explotación capitalista.
Si la marcha de los 4 Suyos es contundente podría barajarse la renuncia de Dina
Así las cosas, de intervenir la clase obrera paralizando la economía del país, pues, el derrumbe del golpismo sería cuestión de horas. Aun sin la intervención de la clase más explotada, si la marcha de los 4 Suyos, logra ser fuerte en Lima y se mantiene el paro indefinido en las regiones, pues, la Elite capitalista, tendría que entregar la “cabeza” de Dina, terminando ésta, presa en la cárcel, como Jeanine Añez, en Bolivia.
En esta perspectiva, se inscribe la intervención del partido morado, que como en la rebelión social que derrocó al golpista Merino en el 2020, ahora, se vuelve a postular como carta de recambio, frente a la crisis del régimen político cívico militar de Boluarte. Entonces, el presidente Sagasti, terminó endeudando al país con el FMI por $4,000 millones.
De lo contrario, estaríamos ad portas de una masacre más sangrienta que la anterior (acaban de asesinar a una mujer en Macusani, Puno), y a la vez del desarrollo de una guerra civil, con consecuencias económicas incalculables para los grupos de poder económico que viven del turismo, el comercio y la minería. El paro indefinido y la insurrección obrero y popular, siempre han sido preámbulos a revoluciones sociales profundas como la boliviana de 1952.
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