Aumentan las señales de que miles de niños del Reino Unido no comen lo suficente y su número aumenta rápidamente a medida que se extienden las dificultades económicas. (Traducido para Rebelión por LB).
Chris tiene 10 años. Él y su hermano están tan desnutridos que su piel es pálida y tienen ojeras. Sus hermanos mayores tienen una dieta tan poco saludable que han perdido su dentadura. Viven en la sexta ciudad más rica del mundo: Londres. Los chicos son sólo cuatro más entre los millares de niños que pasan hambre en Gran Bretaña, víctimas de una «silenciosa epidemia» de malnutrición en la capital y fuera de ella.
Kids Company, que ayuda a 17.000 niños en Londres, ha informado de un dramático aumento del número de niños que acuden a sus centros de acogida no para solicitar techo o seguridad, sino comida. La situación se reproduce en todo el país. En Barnsley, organizaciones benéficas de apoyo a la infancia trabajan para ayudar a los padres que luchan para mantener sus alacenas surtidas de alimentos básicos como leche, pan y pasta. En Bristol un proyecto juvenil ha pasado de ofrecer un espacio a adolescentes que solicitan asesoramiento y apoyo a convertirse en un lugar donde ingerir comida básica.
FareShare, una organización de beneficencia que distribuye excedentes alimenticios procedentes de supermercados, afirma que los comedores populares, los albergues y los grupos comunitarios trabajan a marchas forzadas para satisfacer la demanda de padres y jóvenes «desesperados» por obtener alimentos gratuitos. Desde octubre, el 42% de los colectivos con los que opera han experimentado una demanda creciente de alimentos.
Kids Company, una organización fundada en 1996 para ofrecer apoyo práctico, emocional y educativo a los niños más vulnerables de Londres, ha visto cómo muchos jóvenes se han visto reducidos a robar en tiendas y contenedores y a comer carne cruda. Cada semana 70 nuevos niños acuden a la organización benéfica en busca de apoyo y de una comida, comparados con los 30 semanales que lo hacían el año pasado.
Muchos niños hambrientos proceden de familias de inmigrantes cuyos padres no tienen pemisos de trabajo o no pueden percibir beneficios sociales. Sin embargo, también hay padres con empleo y receptores de beneficios estatales que luchan mientras el coste de vida se dispara y el mercado laboral continúa estancado. «Estamos viendo a padres genuinamente responsables que simplemente no pueden garantizar la provisión de comida en sus hogares«, dijo la fundadora de Kids Company, Camila Batmanghelidjh. «Los niños no tienen una voz pública, así que no pueden decírnoslo«.
El problema es tal vez más visible en las escuelas. Kids Company menciona cinco escuelas del interior de Londres cuyo personal asegura que entre el 70% y el 80% de los alumnos padecen inseguridad alimentaria, es decir, que en casa no siempre tienen alimentos y no saben de dónde saldrá la próxima comida.
Pero eso no ocurre solo en la capital. Una encuesta realizada en febrero por Netmums, el mayor foro de Internet para progenitores, descubrió que una de cada cinco madres se salta habitualmente una comida para que sus hijos puedan comer.
Mientras tanto, los datos recogidos por Trussell Trust -una organización que ayuda a bancos de alimentos que distribuyen comida a 120.000 personas en todo el país- indican que el problema está aumentando. Su presidente ejecutivo, Chris Mould, dijo que en los últimos meses se había producido un «enorme incremento» de la demanda y que ya hay 36.000 niños que pasan hambre. A pesar de que el servicio se está expandiendo, la organización benéfica está descubriendo a más y más personas en situación de pobreza alimentaria que buscan cada vez más la ayuda de organizaciones caritativas. «Lo que hemos visto sugiere que hay miles de personas en este país que padecen hambre, personas que tienen que hacer difíciles elecciones entre combustible, calefacción, transporte y comida«, dijo. «El peso de toda esa presión está recayendo fundamentalmente en las madres y los niños«.
Los que están en primera línea tienen claro dónde está el problema. «Todo es cuestión de dinero«, dijo Charlotte Williams, que dirige Station House, un grupo comunitario que provee servicios de guardería en Thurnscoe, cerca de Barnsley. «Estamos en una tormenta perfecta. A los padres con un puesto de trabajo les están reduciendo la jornada y muchos están perdiendo su empleo. Incluso en los casos en los que los ingresos son estables el costo de vida –gas, agua, ropa– se ha disparado de tal manera que la gente se ve obligada a reducir el presupuesto destinado a comida para poder adquirir otros productos básicos. Será todavía peor la semana que viene, cuando se reduzcan los subsidios a las rentas bajas.
«Esta semana hemos repartido fruta fresca y los padres nos han dicho que era maravilloso, pues no la habían probado en mucho tiempo.
«Barnsley es un lugar orgulloso, los padres no quieren admitir que no pueden pagar su comida, pero cuando ves cómo reaccionan cuando tenemos algo que ofrecerles te das cuenta inmediatamente de cuál es la situación que viven en casa. Es lo primero que los niños preguntan cuando entran por la puerta: ¿Tienen algo de comida?«.
El Fideicomiso de Alimentación Escolar (School Food Trust), que asesora al Gobierno en cuestiones de nutrición infantil, manifestó que para un número «demasiado elevado de niños» un almuerzo escolar gratuito es la única comida adecuada que ingieren a lo largo del día. «Los maestros nos informan a menudo de niños que llegan a la escuela demasiado hambrientos para estudiar y que tienen miedo de no encontrar nada que comer al llegar a casa por la tarde después de la escuela«, dijo una portavoz.
Al tiempo que aumenta la demanda de alimentos a las organizaciones de caridad que trabajan en primera línea, su financiación se está acabando. En una encuesta realizada el año pasado FareShare constató que una de cada tres organizaciones benéficas clientes suyas había sufrido recortes de fondos gubernamentales y que dos tercios estaban recortando su presupuesto de alimentos para poder mantenerse a flote.
El problema de la penuria alimentaria infantil es lo peor que han visto nunca incluso trabajadores jóvenes con experiencia como la Sra. Batmanghelidjh.
«Una gran cantidad de organizaciones que podrían ayudar se encuentran al límite de sus recursos y se están viendo obligadas a controlar más sus gastos o a derivar más«, dijo. «Llevo 21 años trabajando a nivel de calle y la falta de alimentos en el último año y medio se ha convertido en un problema mucho más extendido que nunca. Conozco a varios padres de familia que roban en tiendas sólo para alimentar a sus hijos«.
Esta semana Kids Company va a lanzar su «Compromiso de Plata» para ayudar a luchar contra la inseguridad alimentaria, el hambre y la desnutrición infantiles. Para apoyar la iniciativa visite www.kidscoplatepledge.org
Infome adicional de Aaron Lee, Lee Olivia y Akkoc Raziye
Los niños hambrientos
Kids Company ha compartido algunas historias de personas que pasan hambre en Londres. Hemos cambiado los nombres y, dado que los niños pequeños tienen dificultades para articular sus experiencias, hemos pedido a dos jóvenes adultos que evoquen lo que significa ser joven y estar asustado y hambriento.
Chris, 10 años: «El único alimento los niños recibían era comida procesada frita barata«
Chris y su hermano mostraban signos de desnutrición extrema: piel pálida y ojeras. Sus dos hermanos mayores habían perdido sus cuatro dientes frontales y su hermano de dos años estaba perdiendo prematuramente sus dientes de leche.
Su padre alcohólico abandonó a su madre hace dos años. Cuando los trabajadores sociales visitaron por primera vez la casa de Chris el único alimento que los niños recibían era comida procesada frita barata. Los niños tienen la autoestima muy baja y eran víctimas de acoso en la escuela.
El trabajador que se ocupa de Chris ahora lo recoge todos los días de la escuela y come una cena saludable con él en uno de los centros de Kids Company. Ahora se irrita con menos frecuencia.
Amy, 20 años: «Solía tener tanta hambre que arrancaba trozos de ladrillo de las paredes y me los comía«.
«De pequeña era muy delgada y pasaba mucha vergüenza por ello. Solía dolerme la barriga por problemas de alimentación y estrés, que creo que heredé de la tensión en que vivía mi madre por no disponer de suficiente comida.
«Por las noches solía despertarme de puro hambre pero no solía haber nada para comer. Cuando iba a la casa de otras personas sus padres solían prepararme toda la comida que podían y me daban más para que me la llevara a casa.
«En casa de mi mejor amigo solía atiborrarme entre comidas con galletas para perros. Me apostaba junto a la valla del jardín de casa y solía pedir a los transeúntes dulces o comida. Incluso solía arrancar trozos de ladrillo de la pared y me los comía. Cuando viví por mi cuenta en las calles me pasaba días enteros caminando por Londres confiando en encontrar o robar algo de comida. Solía inspeccionar todos los contenedores y hasta el último rincón del suelo«.
Joe, 20 años: «Casi no podía comer, tenía el estómago tan encogido que las costillas me sobresalían«
«Yo tenía nueve años cuando me detuvieron por primera por robar en un supermercado. Trataba de conseguir alimento de bebés para mi hermana. La primera vez que vine a Kids Company casi no podía comer nada, tenía el estómago tan encogido que las costillas me sobresalían«.
«Necesité casi ocho meses para poder empezar a comer lo que debía. Pero conseguí asegurarme una comida completa al día. Venir aquí me hizo tan feliz porque aquí estaba mucho menos estresado. Por primera vez tenía estabilidad. Era capaz de aprender mejor. Era capaz de hacer mejor un montón de cosas porque ya no estaba cansado todo el tiempo«.
rCR