La Unión Europea mira de reojo la revuelta que comenzó hace ya más de dos semanas en la periferia parisina, pero se niega a abordar en profundidad un fenómeno que es común a muchos estados miembros, la creciente exclusión y marginación social y económica de amplias capas de la sociedad. El estallido, mientras tanto, se […]
La Unión Europea mira de reojo la revuelta que comenzó hace ya más de dos semanas en la periferia parisina, pero se niega a abordar en profundidad un fenómeno que es común a muchos estados miembros, la creciente exclusión y marginación social y económica de amplias capas de la sociedad. El estallido, mientras tanto, se extiende desde París tomada por la Policía a los países vecinos, especialmente a Bélgica, con redadas policiales masivas.
Los países vecinos, y por extensión, todos los miembros de la Unión Europea se sienten especialmente concernidos ante lo que se ha venido a bautizar como la Intifada de las Barriadas Francesas. Los gobiernos, por el temor al efecto contagio alimentado por los recientes incidentes en países como Bélgica, Alemania, Holanda y Portugal. Los analistas críticos, por la falta de respuestas gubernamentales a la creciente exclusión y marginación social en buena parte de estos países.
El diario griego «Ta Nea» constataba este fin de semana que «Francia es la capital del fracaso europeo en materia de inmigración». Segunda mención honorífica que recibe el Estado francés en su relación con la UE, tras el triunfo del «no» en el referéndum del tratado constitucional.
El sociólogo holandés tomaba el pulso de los medios de comunicación de su país para constatar que han cubierto la revuelta en el país vecino «con el punto de mira en una cuestión: ¿Podría esto ocurrir en Holanda?».
José Saramago, premio Nobel de literatura, advierte de la urgencia de reflexionar sobre la situación de los excluidos en Europa antes de que revueltas de este tipo estallen en otros países de la Unión.
El primer ministro de la República de Irlanda, Bertie Ahern, hizo ayer un llamamiento a la vigilancia para evitar la formación de ghettos de inmigrantes que puedan estallar como en el caso francés.
En Bélgica, donde cerca de un centenar de vehículos han sido incendiados en la última semana, el Gobierno insiste a la vez en reforzar la presencia policial en las calles y en asegurar que la situación está bajo control. El Ejecutivo trata de marcar distancias con el modelo francés señalando que en Bélgica no existen ciudades-ghetos como en el Estado francés.
Redada masiva en Bélgica
La Policía belga detuvo en varios barrios de Bruselas a alrededor de medio centenar de personas, acusadas de «posesión de objetos peligrosos, llevar pasamontañas o desobedecer las órdenes de la Policía».
Tres coches fueron incendiados en esta ciudad, en incidentes que se extendieron a otras ciudades como Lieja (10 coches quemados), Charleroi (9), Louvain-La-Neuve, Binche y Mouscron. En total 27 coches quemados durante la noche del sábado, a los que hay que sumar una guardería incendiada en Colfontainelos y, ya en Holanda, dos incendiados en la ciudad de Rotterdam, donde la Policía realizó un importante despliegue en varios barrios.
A última hora del sábado, cinco personas fueron detenidas los Mossos d’Esquadra. frente al consulado framcés en Barcelona mientras participaban en una protesta contra las medidas de excepción y la represión policial en el Estado francés.
En Grecia, la Policía imputó a grupos anarquistas el ataque nocturno contra dos concesionarios (13 vehículos incendiados) en Atenas, en un intento de marcar distancias con París.
El presidente de la Comisión Europea, mostró su «solidaridad» al primer ministro francés, Dominique de Villepin, y le ofreció 50 millones de euros.
Tercera mezquita atacada en otra noche de enfrentamientos en muchas ciudades
GARA
PARIS
La periferia de Lyon era escenario entrada la noche de enfrentamientos entre la Policía y jóvenes, que se saldaron con el incendio de varios vehículos y el ataque a varios autobuses.
Este repunte tiene lugar horas después de que fuera atacada con cócteles molotov la Gran Mezquita de la ciudad, la tercera en importancia del Estado francés, horas después de que la prefectura extendiera el toque de queda y, siguiendo el ejemplo de París, prohibiera cualquier tipo de concentración.
El Gobierno alardeó de la «tranquilidad» en el centro de la capital francesa, tomada absolutamente por una policía con poderes excepcionales. Una peculiar concepción de la «tranquilidad» que, tuvo que reconocer el Ejecutivo, no es aplicable al extrarradio de París y a decenas de ciudades francesas, donde en el transcurso de la noche del sábado la Policía practicó la friolera de 212 detenciones y ofreció una cifra de 374 vehículos incendiados.
Detenciones que se produjeron en una noche en la que no faltaron concentraciones de protesta contra las medidas policiales en buena parte del país.
El propio ministro de Interior, Nicolas Sarkozy, fue abucheado e insultado cuando se acercó, en la noche del sábado, a los Campos Elíseos.
Impertérrito, el aspirante a suceder al presidente Chirac en el Palacio del mismo nombre tiene previsto iniciar hoy la expulsión de «extranjeros» condenados durante la revuelta.
El Consejo de Ministros ha adelantado a hoy su reunión semanal y analizará la posibilidad de prorrogar el estado de excepción, en vigor desde el miércoles.
La imagen del Hexágono, por los suelos
Frente a la imagen del país «del arte, moda, lujo y gastronomía», los japoneses no salen de su asombro. La socióloga Lev Goudkov señala que «Francia es para los rusos un país ideal, una suerte de utopía de país civilizado (…) Estamos en estado de shock». La prensa de EEUU ataca sin piedad a un país «propenso a dar lecciones a todos». –