La Unión Europea (UE) es una organización relativamente joven, apenas 30 años han pasado desde la entrada en vigencia de los Acuerdos de Maastricht, sin embargo piensa y actúa como lo que realmente es, una anciana con artritis, anquilosada y heredera de una historia de abusos, robos y guerras, lo cual no podrá cambiar ni con la magia del cine ni con la falsificación de la historia. Con esta pesada realidad encima es increíble que la UE pretenda ser ejemplo ético o moral para el resto del mundo. Su capacidad para interpretar, registrar y transmitir la historia con su óptica sesgada debe ser combatida de manera tenaz, eficiente y permanente.
Con toda esta carga negativa que arrastra la UE es imposible que sea realmente apreciada por los países fuera del subcontinente europeo, muchos de los cuales han sufrido en carne propia su colonialismo e imperialismo. Los países del sur, entre ellos los de Latinoamérica, saben por experiencia que en las relaciones con la UE y el resto de occidente siempre está presente una alta dosis de neo-colonialismo, expresado abiertamente, entre muchas otras cosas, en:
- Los convenios de libre comercio que siempre buscan la manera de continuar extrayendo los recursos de la jungla ventajosamente para sus empresas e intereses;
- Los acuerdos con organismos multilaterales e iniciativas como el “Global Gateway” cuyas condiciones financieras suelen ser muy desfavorables para los países receptores del sur global y que además imponen condiciones de ajuste muy duras para sus pueblos;
- El colonialismo real que continúan ejerciendo el Reino Unido, Francia, Dinamarca, Holanda en Martinica, Guadalupe, Guyana francesa, Polinesia francesa, Curazao, Aruba, San Eustaquio, Groenlandia, Isla Malvinas, Sandwich y Georgias del sur, Santa Helena y otros muchos territorios a lo largo y ancho del mundo;
- Las cobardes guerras de agresión de los Estados Unidos y la OTAN, a la que pertenece prácticamente toda la UE, en contra de países que ejercen su soberanía y no se subordinan al imperialismo;
- Las írritas, espurias e ilegales sanciones coercitivas unilaterales, violatorias de la Carta Fundacional de las Naciones Unidas, contra Cuba, Venezuela, Nicaragua, Rusia, Irán, China, Corea del Norte, Siria, Bielorrusia, Zimbabue, República Democrática del Congo y muchos otros países, entre ellas destaca el robo descarado de las reservas monetarias y otros activos, evidenciándose con esto lo poco confiables que son como socios económicos;
- El doble rasero presente en áreas como derechos humanos, justicia, democracia, economía y otros, siendo el peor de los últimos tiempos la postura asumida ante el genocidio que contra el pueblo palestino lleva a cabo el perverso Estado sionista, contra el cual no ha surgido una sola sanción, sino por el contrario se mantiene normal el intercambio comercial, incluso incrementando el de material bélico para continuar el asesinato masivo, principalmente de niños y mujeres palestinas.
- A través de sus ONGs – Instituto Cervantes, Real Instituto El Cano, Fundación Conrad Adenauer, Fundación Friedrich Ebert, Alianza Francesa y tantas otras – que sirven como instrumento para la intervención en los más variados asuntos internos de los países anfitriones y como entes alienantes y transculturizantes.
Por otra parte, si revisamos algunas de las realidades y políticas que se viven a lo interno de la UE nos encontramos que si de democracia hablamos, todos los altos funcionarios de las estructuras de la UE, quienes toman las decisiones y definen las políticas, son designados “a dedo” por los gobiernos de los Estados integrantes y los lobbys presentes en Bruselas, la mayoría de los cuales representan intereses privados. Solo se eligen directamente los eurodiputados, quienes no suelen tener vínculos reales con los ciudadanos que los eligieron, con las consabidas excepciones que confirman la regla.
Si de libertades hablamos, podemos determinar que la población de la UE ha perdido buena parte las suyas sin darse cuenta o por lo menos sin defenderlas. En cuanto a la libertad de expresión es casi nula, ya que los ciudadanos no tienen acceso a los medios de comunicación, los cuales están muy concentrados, al servicio del gran capital y los gobiernos. Si a las redes sociales nos referimos, encontramos que también son manipuladas por grandes empresas que pueden imponer tendencias y viralizar noticias a su antojo, que venden y compran los datos personales de los ciudadanos y con algoritmos especiales son capaces de influir en la formación de la opinión de los usuarios.
Si se revisa la libertad de recibir información vemos como ha sido cercenada sin ninguna vergüenza después del inicio de la operación militar especial de Rusia en Ucrania, impidiendo a sus ciudadanos tener acceso a las fuentes de información rusas, como Sputnik y RT. Además observamos como acá también afecta la concentración, anteriormente mencionada, de los medios de comunicación masiva, las editoriales y de la industria cultural, los cuales al unísono mal informan, desinforman, tergiversan la realidad y crean matrices de información con el único fin de mantener al jardín en la senda de la conformidad controlada.
Por otro lado la sobrevaluación del euro, la crisis económica iniciada en 2008-2009, los efectos de las sanciones contra Rusia a partir de febrero de 2022 hace que la situación económica de la UE no sea nada halagüeña para la clase trabajadora, que va perdiendo las migajas del estado del bienestar, y a quienes los aumentos de alimentos, servicios, hipotecas y cánones de arrendamiento le afectan negativamente su devenir diario y su futuro, mientras del otro lado, por ejemplo, Rheinmetall, empresa armamentística de la burguesía alemana se ha enriquecido brutalmente desde el 2022, producto de mantener artificialmente viva la guerra en Ucrania hasta el último ucraniano y el apoyo a los genocidas sionistas.
La UE aparenta ser lo que no es. Aunque no se reconozca públicamente se sabe que desde el final de la II Guerra Mundial Europa renunció a su soberanía y anda a la cola de los Estados Unidos, en lo económico, político y militar, y le acompaña con gusto en sus agresiones imperiales
Lamentablemente para todo el mundo los gobernantes occidentales y sus estructuras de poder, entre ellas la UE, siguen comportándose con la prepotencia y arrogancia que les ha caracterizado. Están a punto de provocar una muy peligrosa conflagración mundial, por no querer aceptar que el mundo ha cambiado y que la brutal etapa colonial e imperial occidental está descomponiéndose aceleradamente. Un mundo multipolar indetenible está surgiendo para bien de la humanidad y no lo pondrá detener ni la UE con la OTAN, ni nadie.
Los pueblos europeos tienen el deber de impedir que hombres y mujeres como Macron, Jhonson, Kallas o Von der Leyen y muchos otros del mismo o peor talante logren lanzar al mundo por un despeñadero que parece no tener fondo. Deben luchar por un cambio en su cosmovisión y por la real democratización de la UE y sus estructuras, poniéndolas al servicio verdadero de los ciudadanos.
¡Solo el pueblo salva al pueblo!
Referencias:
- Chevénement, Jean-Pierre. 2013. 1914-2014, Europa, ¿Fuera de la historia?. Editorial El Viejo Topo, España.
- Ferrero, Ángel / Böröcz, József / Tulbure, Corina / Suso, Roger. 2014. El último europeo. Editorial La oveja roja, Madrid, España.
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