Traducido por María Luján Leiva
Todos están intentando explicaciones a los disturbios- las pandillas, la codicia, las rupturas familiares, la falta de respeto. Pero a mí me gustaría ir a causas más profundas.
La sociedad está completamente polarizada entre ricos y pobres, mediada por una cultura de consumismo y de soluciones fáciles. Casi un tercio de la población está sumida a en la pobreza y las carencias. Y esto afecta a las generaciones más jóvenes en un modo más directo y violento que a otros sectores. Directamente, a través del desempleo, los recortes en educación, en servicios para jóvenes y en programas de consulta y guía -los jóvenes no están socializados ni por el trabajo ni por la comunidad. Violentamente, porque están controlados por la policía y criminalizados por leyes que permiten que sean retenidos en busca de antecedentes y por una cultura de control de carácter anti-juventud. No tienen nada para proyectar -ni movilidad económica, ni movilidad social. Ni tampoco tienen en qué mirar atrás, desconectados como están de las generaciones anteriores. El sistema está tratando de responsabilizar a los padres pero esos mismos padres han sido privados de los medios para educar a sus hijos en un ambiente decente. Lo único que se ha derramado es la pobreza.
De ahí que la rebelión de los jóvenes no se origina ni en la pertenencia comunitaria ni está políticamente orientada, -lo que la distingue de los disturbios del 1981 y 1985. Aquéllos fueron levantamientos basados en organizaciones de las comunidades. Éstos son disturbios movilizados con los Blackberry.
Me han preguntado si esto ha sucedido porque el multiculturalismo ha fallado. Al contrario, el multiculturalismo se ha logrado hasta el punto que los manifestantes provienen de todas las comunidades.
Tenemos una cultura política que ha sido manipulada por Murdoch y los medios de comunicación. Hemos logrado una élite feral* integrada por políticos, periodistas, policía y bancos que manejan todo el sistema. Mucha ira recorre la sociedad -no sólo entre los muchachos. No es el fin de la rebelión, es el comienzo.
Nota: *feral: salvaje, brutal, de mal augurio (ndt).