Sorpresivamente, el Presidente uruguayo Luis Lacalle Pou llevó a cabo, a inicios del mes de febrero, su primera salida al exterior con el fin de visitar a su colega brasileño, Jair Bolsonaro. Calificamos como sorpresiva esta circunstancia ya que, precisamente en materia de política exterior, desde el alejamiento del excanciller Ernesto Talvi, no se habían definido con claridad las nuevas directrices en la materia.
El gobierno uruguayo, como era de esperar, rompió con los lineamientos sostenidos hasta ese entonces por los gobiernos frenteamplistas y asumió, desacertadamente, un apresurado alineamiento con el gobierno del ex residente de EEUU, Donald Trump, suponiendo, como un hecho irrefutable, la reelección del mismo.
En consonancia con la decisión asumida, se retira de la UNASUR, apoya la elección de Carone al frente del BID y brinda su apoyo a la reelección de Luis Almagro en la Secretaría General de la OEA. Asimismo adopta un posicionamiento extremadamente crítico frente al gobierno de Nicolás Maduro, al no reconocer la legitimidad de la Asamblea Nacional, ya que, se entendió que fue el resultado de un acto electoral realizado sin las mínimas garantías de transparencia.
Estas fueron, en líneas generales, las principales directrices asumidas en materia de política exterior, las cuales, más allá de que Lacalle lo niegue, están sustentadas en claras afinidades ideológicas con el gobierno de Donald Trump.
¿Cuáles fueron los temas abordados en esta visita relámpago? De acuerdo a lo manifestado por ambos mandatarios se conversó fundamentalmente sobre el tema de las hidrovías del Mercosur y del Río Uruguay, sobre obras de infraestructuras binacionales y sobre la flexibilización del Mercosur. Ninguno de los mismos resulta novedoso, sin embargo revisten, por distintos motivos, especial importancia para Uruguay.
En materia de infraestructura, el Presidente Lacalle se sumó al compromiso asumido por el gobierno brasileño de proceder a construir un segundo puente sobre el Yaguarón y efectuar mejoras en el existente. La Hidrovía del Mercosur, desde la Laguna Merín, habilita, mediante la interconexión de las vías fluviales brasileñas, la salida al Atlántico desde el puerto de Río Grande, de la producción de arroz , madera y soja, localizada en el este urugauyo.
Para que este proyecto se torne una realidad se hace necesario proceder al dragado de la Laguna Merín, y esto es algo que se debe llevar de común acuerdo entre ambos gobiernos.
La Hidrovía del Río Uruguay implica extender la navegación del mismo aguas arriba de Salto Grande, hasta las localidades de Santo Tomé, en Argentina y San Borja, en Brasil. Si este propósito pudiese ser alcanzado, los puertos del Uruguay podrían captar las cargas de soja, arroz, maíz y productos forestales de Río Grande del Sur y de las provincias argentinas de Entre Ríos y Corrientes.
Lograr el apoyo del gobierno brasileño resulta fundamental para que estos proyectos puedan ser concretados. En el caso de la Hidrovía del Río Uruguay, no basta con alcanzar el apoyo del gobierno brasileño, también resulta necesario contar con el del gobierno argentino.
Potenciar la operativa de los puertos uruguayos resulta vital para el gobierno del Uruguay, ya que la inminente construcción del Canal Magdalena en el Río de la Plata, en aguas de jurisdicción argentina, puede significar pérdidas, en la recepción de cargas, en el principal puerto uruguayo, el de Montevideo. Por la vía de los hechos, la “lucha de puertos” en el Río de la Plata, mantiene su vigencia.
Aniquilar el Mercado Común
Una vez más, en el ámbito del Mercosur, se abordó el tema de la “flexibilidad” del Acuerdo. En este punto existe total coincidencia, al igual que en otros ítems, entre ambos mandatarios. La adopción de tal aspiración implica el dejar de lado la Resolución 32/00 del CMC del Mercosur, la cual dispone que sólo se podrán negociar Tratados Comerciales, cuando las mismas sean llevadas a cabo, en forma conjunta, por todos los miembros del Acuerdo.
O sea que la aspiración de Lacalle y la de Bolsonaro es que, cada uno de los Estados del Mercosur, pueda llevar a cabo, negociaciones comerciales, separadamente.
¿Pero, de qué estamos hablando, realmente, cuando hablamos de la flexibilización del Mercosur? Estamos hablando de que se quiere retroceder en el proceso de integración regional más importante de América Latina.
Se quiere que, la Unión Aduanera, imperfecta, como la llaman, por las excepciones existentes en su Arancel Externo Común, retroceda hacia una Zona de Libre Comercio, y que por la vía de los hechos se anule un proceso de integración regional, que, más allá de sus imperfecciones, allana el camino que nos pueda conducir a superar la condición de países dependientes y subdesarrollados.
Esta aspiración, la de la flexibilización del Mercosur, también fue compartida en el Uruguay, por varios integrantes del Frente Amplio. Existe, entre quienes han sustentado esta postura la convicción de que la apertura comercial de nuestras economías, sin importar las diferencias asimétricas que puedan existir, siempre redundará en cuantiosos y significativos beneficios entre los eventuales signatarios, más allá de que la experiencia internacional indique exactamente lo contrario.
Es así que el presidente Lacalle está sumamente interesado en celebrar un Acuerdo Comercial con China, dejando de lado el hecho de que, existen, en el Uruguay, estudios de impacto, que indican lo inconveniente que resultaría llevar a cabo este emprendimiento. Por su parte Bolsonaro ha señalado su interés en celebrar Acuerdos Comerciales con los EEUU, Japón y con la India.
El encuentro de ambos presidentes ha tenido repercusiones en Uruguay. Quizás la primera de ellas -lo que resulta insólito- es que el tema de la pandemia del Covid 19, haya estado ausente en las conversaciones mantenidas entre ambos mandatarios. seguramente, por la actitud que Bolsonaro ha tenido con respecto a ese tema, y que quedó demostrado en las imágenes de saludo: no uso de tapabocas, buscar estrechar las manos, entre otras cosas, obligando a Lacalle a aceptar tal situación.
Un Lacalle se subió, otro se quiere bajar
En estos días muchos rememoramos, que el 26 de marzo se cumplirán 30 años de la firma del Acuerdo que dio lugar al nacimiento del Mercosur. El padre del actual Presidente fue quien lo signó por Uruguay y hoy es, precisamente, su hijo, quien se quiere apear del mismo.
Resulta muy desacertado el hecho de que la primera salida oficial llevada a cabo por el Presidente Lacalle haya sido para visitar a Bolsonaro y no al presidente de la Argentina Albaerto Fernández, quien ostenta en este preciso momento, la presidencia “pro tempore” del Mercosur.
Otro desaire del presidente Lacalle hacia su colega argentino, igual que, cuando propuso en pleno desarrollo de la pandemia, otorgar exoneraciones fiscales para aquellos millonarios argentinos que quisieran fijar su residencia en el Uruguay.
Sabido es que el Mercosur está atravesando por una serie de tensiones, que sin lugar a dudas gravitan negativamente en el funcionamiento del mismo. Es notorio, el enfrentamiento existente entre aquellos países que impulsan una agenda liberal y, aperturista, que promociona la libertad del mercado y tiene una visión muy crítica sobre la marcha del Mercosur y la intervención de los estados, y quien ocupa la presidencia “pro tempore” del bloque, que brega por el fortalecimiento del mismo. En el marco de esta disputa Uruguay optó por alinearse con las políticas que impulsa Bolsonaro, el cual en su momento apoyó públicamente a Macri, tildando a Fernández de izquierdista y prochavista. Fue un aliado incondicional del expresidente Donald Trump y como consecuencia de su política de devastación de la Amazonia se ha constituido en el principal obstáculo para que Europa firme el Acuerdo con el Mercosur.
De acuerdo al semanario Brecha, “la BBC News Brasil publicó que el nuevo mandatario Joe Biden recibió un documento escrito por docentes de nueve universidades estadounidenses y una extranjera, así como por directores de ONGs como Greenpeace USA y Amazon Watch, que sugiere a la nueva administración no tener acuerdos de libre comercio con Brasil y cuestionar la participación de este país en el G7 y en el G20 mientras Bolsonaro este en la Presidencia…..”
Parecería que el presidente Lacalle ha definido una orientación en materia de política exterior e Inserción Comercial Exterior y ha buscado el respaldo del gobierno brasileño para lograr el cumplimiento de sus metas y objetivos. Es obvio que los unen los mismos intereses en materia de flexibilización del Mercosur.
Uruguay debería mantener un delicado equilibrio en el relacionamiento con los principales socios del bloque, y en momentos como éste, de gran tensión en el mismo, parece poco pertinente generar hechos que afectan directamente el relacionamiento bilateral con Argentina.
Las declaraciones de Lacalle al regreso de su viaje han sido solo enunciados sobre los temas reseñados precedentemente y una manifestación grandilocuente sobre las coincidencias mantenidas con Jair Bolsonaro.
Está previsto que a finales de marzo, se lleve a cabo una reunión de presidentes del bloque, con motivo de la celebración de los 30 años de su fundación. Ésta será seguramente, la ocasión en la cual se aborde el tratamiento del tema relativo a la flexibilización del Mercosur.
Las fuerzas políticas y los movimientos sociales deberán coordinar esfuerzos a nivel regional, para evitar cualquier retroceso en materia de integración. Codo a codo en la región somos mucho más que dos.
Francis Newton. Analista internacional uruguayo, colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)