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Lampedusa: ante el dolor de los demás

Fuentes: Rebelión

Así pues, controlemos las fronteras con muros, vallas y alambre de espino, con una creciente dotación económica a nuestras fuerzas de seguridad fronteriza, y sigamos jugando, mientras tanto, al humano, demasiado humano juego de la patata caliente, escupiéndonos recíprocamente las responsabilidades de la última carnicería humana que ha llegado flotando silenciosamente a Lampedusa. Pasan los […]


Así pues, controlemos las fronteras con muros, vallas y alambre de espino, con una creciente dotación económica a nuestras fuerzas de seguridad fronteriza, y sigamos jugando, mientras tanto, al humano, demasiado humano juego de la patata caliente, escupiéndonos recíprocamente las responsabilidades de la última carnicería humana que ha llegado flotando silenciosamente a Lampedusa.

Pasan los días, y más allá del juego de la patata caliente, más allá de mediáticos y lacrimógenos rituales de duelo. Más allá de patéticos funerales de estado. Seguimos sin saber cuales son las interpretaciones y las propuestas concretas para tener siquiera un gramo de esperanza en que ese imperativo Popperiano de construir una sociedad abierta» fue, es o será algo más que una ingenuidad moral que exige lo que las élites de la «Civilizatio neoliberal», no sólo no están dispuestas a conceder, sino que además fortalecen a través de la institucionalización y formalización legal de múltiples formas de violencia, exterminación física, deportación y construcción de verdaderos campos de concentración modernos, denominados eufemísticamente, en España, Centros de internamiento para extranjeros.

El silencio, la falta de imaginación, de volición ética, de profundidad y esfuerzo interpretativo, de la izquierda Europea, contrasta angustiosamente con los siguientes hechos :

1 – Por primera vez en su historia, desde su fundación en 1972, la extrema-derecha francesa lidera los sondeos de intención de voto para las elecciones Europeas.

2 – Persiste el número de países en los que las extremas-derechas nacionales adquieren representación parlamentaria y suben como la espuma en los sondeos de intención de voto.

3 – A principios de Octubre, el parlamento Húngaro, dominado con 2/3 de representación parlamentaria de FIDESZ, aprueba una ley que castiga la mendicidad con multas, cárcel y trabajo comunitario, dando opción a los ayuntamientos para definir y delimitar geográficamente qué zonas podrán y qué zonas no podrán habitar los mendigos, e incluso haciendo extensible la ley misma a las comunidades que habiten en Chabolas en la periferia de las ciudades y villas de Hungría.

4 – Persiste la descarnada y crudísima violencia, material y simbólica, con la que algunos importantes alcaldes de la socialdemocracia francesa definen y pretenden integrar a la comunidad gitana de Francia, aludiendo a su intrínseca incapacidad para encajar en un supuesto modelo de integración Francés que ya hace años ha resultado un estrepitoso fracaso, y haciendo énfasis, además, en su natural incapacidad para entender los sacrosantos valores democráticos y republicanos del Estado Francés.

Me atrevo a concluir que esta esquizofrénica dinámica de control de los flujos de inmigración extra-comunitaria persistirá con una no menos esquizofrénica dinámica de control de los flujos de inmigración intra-comunitaria, en lo que se refiere a lo que llamaré, en este artículo, la «Condición nómada» de los sujetos que deciden abandonar su país de origen o, sencillamente, se encuentran en un perpetuo no-lugar, huyendo de los bandazos de fracasadas políticas de supuesta integración de minorías étnicas. Además, en lo que se refiere a lo que en este artículo llamaré la «Condición sedentaria» de los sujetos que intentan arraigar en un país, sea o no de origen, también persistirá la angustiosa dinámica de control demográfico y exclusión social; la reproducción planetaria, global, de la «Civilizatio neoliberal», no puede darse sin, al mismo tiempo, la cristalización de un sistema penal y carcelario que persigue, controla y disciplina a los propios despojos que genera su selectivo mercado laboral.

Lampedusa no es un acontecimiento aislado que se merece un inusual protagonismo mediático debido a su excepcional crueldad. Lampedusa es la macabra cotidianeidad, el día a día que se respira en las fronteras de la Europa Fortaleza. Esta Europa rancia, sosa y casposa que va convirtiéndose en un infumable vergel de xenófobo y racista populismo patriarcal y que, ingenuamente, algunos creían superado después de la segunda guerra mundial y los milagrosos pactos Keynesianos que convivieron, es menester recordarlo, con una vuelta al refortalecimiento y refinanciación público-privada del conglomerado industrial militar y penal-carcelario

Lampedusa es una de las múltiples consecuencias. La gobernanza ultraliberal a escala planetaria es la causa. ¿ O es que acaso ya nadie se acuerda de que las leyes italianas contra la inmigración clandestina que ahora alarman a la clase política Europea son la continuación de lo que en el consejo europeo se aprobó en el año 2002 a instancias de Francia ?. ¿ O es que acaso ya nadie recuerda que esa directiva aprobada en el consejo europeo permitía a los estados miembros de la UE sancionar a quienes osasen asistir a los inmigrantes que llegasen a nuestras fronteras en situación de ilegalidad ?. ¿ O es que acaso ya nadie se acuerda de la llamada directiva Bolkestein que se aprobó en el año 2006 para permitir a los estados miembros de la UE la gestión del retorno y deportación de inmigrantes sin papeles ?.

La política de control de fronteras, antes, como ahora, sigue estando en marcha. Esta semana, el parlamento Europeo dio el visto bueno a EUROSUR, una más que probable obra futurista de ingeniería institucional cuya intención será, textualmente, coordinar la vigilancia de todas las fronteras exteriores a la UE», así como disponer de información Just in time para que las autoridades de los estados miembros refuercen aún más su control coordinándose más eficazmente con las fuerzas de seguridad fronterizas.

Nada, absolutamente nada, podrán hacer estos inventos de ingeniería institucional y jurídico-militar para impedir la vía libre, en el país de origen, a las redes mafiosas organizadas que ponen precio al sueño de los inmigrantes por llegar a El Dorado de la Europa occidental. Nada, absolutamente nada podrán hacer, a no ser cargar con la clásica doble moral que exige, al mismo tiempo, un estado débil para permitir la apertura de fronteras y el libre-tránsito de empresas, mercancías, información y capital financiero-especulativo… y un estado fuerte para imponer bajas tasas arancelarias y fortalecer el control militar y geo-estratégico a un libre tránsito de personas que no existe. Esta, lamentablemente, es una dinámica que se reproduce, no solamente ad extra, sino también ad intra, en nuestra Europa-fortaleza, en cuyo ámbito geográfico se reproducen progresivamente más y más archiipiélagos localizados de exclusión y pobreza extrema, y en cuyo ámbito existe un claro control selectivo de los flujos de inmigración internos.

«No nos sentimos italianos». Esto, textualmente, dicen muchos ciudadanos de Lampedusa, que saben diferenciar muy bien el principio de solidaridad, ayuda mutua y empatía ante el dolor ajeno de los protocolos oficiales de un estado, el Italiano, que perciben muy, muy lejano. Tan lejanas, muy lejanas, les parecen las lágrimas de cocodrilo y los rituales mediáticos de nuestros eurocéntricos, euroracistas y europapanatas parlamentarios.

Cuando los discursos nacionales que apelan a la unidad – bien fundamentándose retrospectivamente en principios fundacionales, mirando hacia el pasado, bien fundamentándose proyectivamente en principios re-fundadores, proyectándose hacia el futuro – devienen en religiones secularizadas que construyen falsos universalismos partiendo de un universo cultural atrincherado y distanciado ante el dolor de los demás. Cuando devienen en la sacralización de la razón de estado por encima de cualquier consideración ética, o cuando se mezclan ambas cosas para huir de la perplejidad que causa la contemplación de la cruda y dura realidad, lo único que nos queda es partir de la base de que toda solidaridad nacional no es más – ni menos – que un efecto llamada para que la sociedad civil que quiere defenderse de los abusos de poder y de la mentira recupere de nuevo la palabra que le es perpetuamente robada, así como la autonomía real sobre sus propias vidas.

Recientemente, Hamid Dabashi, recordando a Edward Said en el décimo aniversario de su muerte, nos lo ha dejado claro :

  • «Después de Said se acabaron los intelectuales foráneos, no nacionales, no internacionales, del primer, del segundo o del tercer mundo. El campo de batalla de las ideas es específico y global al mismo tiempo. No puedes librar ninguna batalla a nivel local sin que quede registrada globalmente. Si no eres global, no eres local. Y si no eres local, no eres global. Los intelectuales más aburridos son aquellos que piensan que USA, IRÁN, INDIA o el polo norte son el centro del universo. Pero el universo no tiene centro, ni periferia. Todos andamos flotando. Said era muy específico sobre Palestina y por lo tanto hizo del predicamento palestino una alegoría metafísica, y la basó en la agonía física y el heroísmo de su pueblo. Carece de sentido hablar de intelectuales en el exilio después de Said, precisamente porque él teorizó exhaustivamente la categoría en su época. No hay una patria de la que se pueda estar exiliado. El capital y el imperio que desea, pero no logra el micro-control está en todas partes. No hay salida de ese mundo, y patria o exilio son ilusiones desmanteladas por el capital y la condición del imperio. La nueva organicidad intelectual que Said hizo posible requiere que te arremangues las mangas de la camisa, que te ensucies, para que en medio del caos puedas encontrar luz en la oscuridad. Esperanza en la desesperanza»

 

El mar de Lampedusa, el Mediterráneo, es, así pues, parte de ese todo que es el Imperio neoliberal de ultramar. Y el Imperio ultraliberal seguirá produciendo cientos de miles de archipiélagos de miseria como Lampedusa, sea por tierra, sea por mar. Sea fuera, sea dentro de Europa.

Ante el dolor de los demás, parafraseando el título de un ensayo de Susan Sontag, ya no tiene ningún sentido ponerse a observar con microscopio si la materia humana de los nuestros duele más o menos que la de los otros.

 

 

 

 

 

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.