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Las 12 horas de Evo en Perú

Fuentes: Argenpress

Llegó a las 9 de la mañana del 1 de agosto y se fue poco después de las ocho de la noche del mismo día. Estuvo en nuestra capital algo menos de 12 horas, pero su presencia atrajo la atención de multitudes y sirvió para poner en la mesa de debates temas cruciales para los […]

Llegó a las 9 de la mañana del 1 de agosto y se fue poco después de las ocho de la noche del mismo día. Estuvo en nuestra capital algo menos de 12 horas, pero su presencia atrajo la atención de multitudes y sirvió para poner en la mesa de debates temas cruciales para los pueblos de América Latina.

Dos episodios cumbres tuvo la estancia del Jefe de Estado boliviano en nuestro país: la visita al Congreso de la República y su participación en el acto popular de bienvenida que le tributaron las organizaciones populares en el distrito de Villa El Salvador.

En las dos circunstancias, la palabra de Evo sirvió para definir puntualmente elementos básicos de nuestra realidad y perfilar las tareas de los pueblos en la hora presente.

Si a eso añadimos las anécdotas que se filtraron de su visita al Presidente García, se tendrá una idea más clara del clima que imperó en el Perú en este breve -pero muy rico- escenario político.

Los grandes temas de la desigualdad económica, las alusiones al Poder Campesino insurgente, los resabios de colonialismo imperantes en nuestros países, la necesidad de luchar por transformaciones profundas en nuestras sociedades, el legado de Túpac Amaru y Túpac Catari y la necesidad de convertir a nuestros pueblos en dueños de sus destinos; fueron el elemento principal del discurso del mandatario boliviano en el Palacio Legislativo de nuestro país.

En la circunstancia, Evo recordó que siendo parlamentario en su país había llegado a decir antes de ser sancionado: «Mi Congreso, es la primera Mafia del Estado». Y aunque no hizo comparación alguna con el Parlamento peruano, los congresistas de diversas bancadas sintieron la pegada en forma directa porque aquí también, en efecto, y desde hace varios años, la Mafia está entornillada en el Legislativo, compartiendo cuotas de Poder en las otras estructuras del Estado.

«Tenemos muchos temas en coincidencia, en común, los recursos naturales, las políticas económicas vigentes; pero quiero decir con mucho respeto al pueblo peruano, a sus gobernantes, a sus representantes, en Bolivia un modelo económico vigente antes y ahora cambiando como el modelo neoliberal, no ha sido solución para mi país. Las subastas a nuestros recursos naturales, las privatizaciones a los servicios básicos, a las empresas del estado, no han sido ninguna solución; las llamadas políticas de capitalización no han sido de capitalización, sino más bien de descapitalización, ahí recupero la lucha de nuestros antepasados cuando decían por el poder y el territorio ¿qué entendí? Cuando decía en la década del 80 y entré a las luchas sindicales, entendí que cuando nuestros dirigentes, nuestras fuerzas sociales desde el campo luchaban por el poder y el territorio. Estaban planteando que esos recursos naturales tienen que volver a manos del Estado boliviano bajo el control del pueblo boliviano»; dijo Evo en el momento más trascendente de su discurso en la Cámara legislativa de nuestro país.

Esa alusión al neo liberalismo, que fue aplaudida vigorosamente por muchos parlamentarios y por el público asistente al evento, fue calificada después por los voceros del oficialismo y de la derecha más reaccionaria como «irrespetuosa» y crítica «a la política interna peruana». Incluso aún hoy el Primer Ministro Jorge del Castillo se permite «lamenta» que el Presidente altiplanito se haya «inmiscuido en asuntos de política interna» criticando las privatizaciones y el neo liberalismo. Le dolió entonces al APRA una referencia situada más bien en el marco de la política boliviana pero que bien podría servir de ejemplo para muchos países de la región.

El hecho que el discurso del mandatario visitante haya sido trasmitido en vivo -aunque por canales de señal cerrada- permite destacar elementos que, en otra circunstancia, podrían haber pasado desapercibidos: el entusiasmo con que los ciudadanos recibieron sus palabras, la alegría que se reflejó en el rostro sobre todo de los jóvenes allí presentes, la incomodidad de los politiqueros al servicio del sistema que luego salieron con engoladas voces a criticar lo dicho por el Presidente del vecino país.

Pero ciertamente el momento más destacado de la visita de Morales al Perú no fue el encuentro con el Presidente García en la escalinata de Palacio de Gobierno, sino el encuentro que tuvo con la población reunida en la explanada municipal de Villa El Salvado donde más de tres mil personas se reunieron para expresar su simpatía por el proceso boliviano.

Allí Evo dio un verdadero mensaje de lucha al pueblo peruano. Sin inmiscuirse en ningún instante en asuntos referidos a la política peruana, llamó al movimiento popular a enarbolar sus propias banderas, a unirse y a luchar por objetivos claros y concretos, a madurar políticamente, organizando sus estructuras representativas y perfilando sus tareas más precisas, educando a la población y buscando crear conciencia militante en torno a las tareas que tenemos por delante.

A la luz de su propia experiencia habló de los retos que afronta el movimiento popular en toda la región, y puso muy en claro que la tarea prioritaria de los pueblos era forjar la unidad más amplia y más coherente posible para hacer frente a la política imperialista y a la voracidad devastadora del Gran Capital.

Puso énfasis en la lucha por la inclusión social, contra la discriminación y el abuso, por la defensa de las poblaciones marginadas y deprimidas, por los derechos de los trabajadores y de los campesinos, por los intereses de la juventud y la niñez desvalida. Sus palabras fueron seguidas con el religioso fervor de un pueblo ansioso de encontrar un líder en el que pueda creer.

Un aditamento adicional a la visita del presidente boliviano fueron las anécdotas que se filtraron a los medios: la declaración del visitante aludiendo al hecho que vino antes al Perú, cuando García «era más flaco y más antiimperialista»; o la ubicación de los mandatarios de los dos países en las fotografías oficiales y donde -como lo dijo Evo- García «siempre estuvo a mi derecha»
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Aunque unas horas más le hubieran permitido al Jefe de Estado Boliviano redondear su visita a Lima, lo cierto es que dejó un sabor muy agradable en millones de peruanos: un Presidente franco, fresco, de ideas lúcidas y objetivos definidos, un hombre transparente, de mirada clara y hablar pausado; distante -y distinto, sin duda- del retórico, ampuloso y verborreico, mandatario peruano cada vez más alejado de su pueblo.