En los últimos tiempos están proliferando todo tipo de noticias relacionadas con la conducta insolidaria, mendaz y criminógena de muchos miembros del Parlamento europeo que, exprimiendo al límite las innumerables prebendas que adornan su cargo, nos sorprenden cada día con alguna nueva función de circo en la que sus señorías fungen de payasos, de lacayos […]
En los últimos tiempos están proliferando todo tipo de noticias relacionadas con la conducta insolidaria, mendaz y criminógena de muchos miembros del Parlamento europeo que, exprimiendo al límite las innumerables prebendas que adornan su cargo, nos sorprenden cada día con alguna nueva función de circo en la que sus señorías fungen de payasos, de lacayos o de trileros.
Son de sobra conocidos los casos destapados recientemente, como el de esa eurodiputada del PSOE, Eider Garaizabal Rubial, a la que pillaron fichando a primera hora de la mañana en una Comisión del Parlamento europeo de la que salió al cabo de diez minutos para, una vez asegurados los dineros de la dieta de asistencia, irse pitando a su casita. Más tarde, la pobre energúmena se defendió argumentando que «no hizo nada ilegal», con lo cual demostró que, amén de avariciosa y desprincipiada, es también imbécil.
Tenemos también el caso de ese engominado eurodiputado del PP llamado Pablo Zalba al que un equipo de investigación británico ofreció un soborno que el hombre aceptó encantado, ofreciéndose a introducir en una ley europea las modificaciones que le requirió su supuesta reclutadora. Una vez descubierto el pastel, el representante popular se defendió impertérrito negando que hubiera habido soborno y arguyendo que solamente se dejó llevar porque «la reportera era muy guapa». Otro espécimen digno de examen.
La última escandalera la ha provocado el voto emitido por una mayoría de eurodiputados en contra de moderar sus gastos de transporte sustituyendo sus pasajes de avión VIP por viajes en clase turista en trayectos de menos de cuatro horas de duración. A lo que se ve, tamaño sacrificio les ha parecido excesivo a los mismos individuos que luego votan sin titubear recortes de pensiones, bajadas de salarios, desregulaciones, privatizaciones, alzas de precios y de impuestos indirectos y flexibilizaciones salvajes del mercado laboral que tienen a millones de personas en un estado entre catatónico y prerrevolucionario.
Borges escribió famosamente que hablar del problema judío es postular que los judíos son un problema. Yo me permito tomarle prestada la finesse para argumentar, sensu contrario, que hablar del problema del Parlamento europeo no es postular que el Parlamento europeo sea un problema, sino constatar que lo es desde hace ya mucho tiempo. Las últimas escandaleras provocadas por la codicia, arrogancia y falta de principios de no pocos de sus miembros son apenas la punta del iceberg de un tinglado que fue diseñado para apuntalar los intereses de los grandes conglomerados económicos y de las élites políticas que los sirven, sea en materia de política agraria, derechos laborales, migración u otras.
La ventaja que tenemos hoy es que las felonías que antes pasaban desapercibidas se difunden ahora a la velocidad de la luz gracias a las nuevas tecnologías. Propongo valernos de ellas para hacer llegar hasta los oídos de esa caterva de sufridores incapaces de prescindir de sus vuelos VIP la opinión que nos merecen algunas de sus actitudes y decisiones.
Quien quiera calentarles las orejas a los susodichos, aquí tiene la lista de direcciones de correo electrónico de los eurodiputados borbónicos que votaron en contra de la propuesta mencionada. Si conseguimos que reciban un chaparrón de denuestos tal vez se cortarán un poco la próxima vez.
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