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Los socialistas de izquierda pasan de 9 a 26 escaños, pero el tripartito de izquierdas queda lejos de la mayoría

Las elecciones de Holanda dejan el futuro Gobierno del país en el aire

Fuentes: El Períodico

Holanda se sumergió ayer en un laberinto político del que sus dirigentes no saldrán con facilidad. En unas elecciones generales casi anárquicas, con más votos de protesta por el lado izquierdo que por el derecho, los holandeses castigaron duramente a los cuatro partidos tradicionales que en las últimas décadas dominaban el panorama político y se […]

Holanda se sumergió ayer en un laberinto político del que sus dirigentes no saldrán con facilidad. En unas elecciones generales casi anárquicas, con más votos de protesta por el lado izquierdo que por el derecho, los holandeses castigaron duramente a los cuatro partidos tradicionales que en las últimas décadas dominaban el panorama político y se iban repartiendo el poder hasta que en el 2002 irrumpieron los correligionarios de Pim Fortuyn, el líder populista asesinado a una semana de los comicios.
Pese a que los izquierdistas más radicales del Partido Socialista (SP) fueron los grandes vencedores (subieron de 9 a 26 escaños), será el actual primer ministro y líder democristiano Jan-Peter Balkenende (CDA) quien podrá intentar formar Gobierno por tercera vez consecutiva. Su descenso fue ligero. Con 41 escaños y la gran pérdida de votos de su principal rival, el socialdemócrata Wouter Bos (PvdA), que bajó de 42 a 32, los democristianos se mantienen como el partido más votado.

ENTUSIASMO INMIGRANTE
Sin embargo, tras pasar dos veces por sendas crisis de gobierno que le obligaron a adelantar las elecciones, Balkenende afronta de nuevo una complicada tarea, pues la distribución de los votos le hará muy difícil formar una mayoría, no importa la combinación.
Los socialistas del carismático Jan Marijnissen (SP), con mucho apoyo entre los inmigrantes, se erigieron así, de golpe, como el tercer partido del panorama político holandés, desbancando a los liberales conservadores del VVD, a los que atacaron duramente por la estricta política hacia los extranjeros, sobre todo por parte de la ministra de Inmigración, la polémica Rita Verdonk. Los inmigrantes con derecho a voto acudieron como nunca a las urnas; se calcula que en este grupo de población la participación llegó al 70%, una cifra ligeramente inferior al porcentaje general del país.

GRANDES PERDEDORES
El VVD de Verdonk fue uno de los grandes perdedores (bajó de 28 a 22) junto al PvdA. Este último tenía la esperanza de desbancar a los democristianos de Balkenende como partido más votado, pero sufrió una derrota dolorosa, sobre todo porque muchos de sus electores más izquierdistas votaron al SP. Así, se aleja la posibilidad de que el líder socialdemócrata, Wouter Bos, pueda formar un tripartito de izquierdas con el mismo SP y Los Verdes, que, aun juntos, quedan muy lejos de la mayoría absoluta.
Pero, en el otro lado de la balanza ideológica, a Balkenende le ocurre lo mismo, y la gran pregunta que queda en el aire es cómo se las apañará ahora para formar un Gobierno estable. La coalición con VVD y los de-
mócratas de D66 con la que afrontó la última legislatura ha sido muy castigada por los electores en esta ocasión: de los 78 escaños que alcanzaron en el 2002 ayer bajaron a 66.
Paradójicamente, la única opción que le queda a Balkenende es precisamente alcanzar un pacto con Bos, aunque ni siquiera esa coalición entre los dos partidos más grandes pasa el umbral de 76 votos necesarios para formar una mayoría.

TRIUNFO DE UN XENÓFOBO
A pesar del ascenso de los socialistas más radicales, una parte del voto de protesta también fue a parar a la extrema derecha. Los herederos políticos del fallecido Fortuyn han dilapidado por completo los ocho escaños que ganaron en el 2002 y ayer se deba-
tían entre conseguir solo uno o la completa desaparición. El testigo lo cogió ayer el xenófobo Geert Wilders, del derechista Partido por la Libertad, que sorprendió con nueve escaños.