El pasado mes de diciembre las protestas masivas detuvieron el plan de la empresa minera Rio Tinto de construir una mina de litio en Serbia, lo que supuso una derrota tanto para el gobierno de derecha del país como para la Unión Europea (UE). La izquierda debe luchar por una alternativa al neoliberalismo que destruye el medio ambiente.
El 16 de diciembre The Guardian informó que las multitudinarias protestas habían paralizado los planes del conglomerado minero angloaustraliano Rio Tinto de construir una mina de litio valorada en 2.400 millones de dólares en el valle de Jadar de Serbia. Los opositores al gobierno también lograron obligar a Belgrado a dar marcha atrás en sus planes de aprobar dos polémicas leyes gubernamentales. El movimiento medioambiental frustró los planes de una ley que habría facilitado al Estado confiscar terrenos privados y entregarlos a inversores, así como una legislación que haría más difícil ganar aquellos referéndums en contra de iniciativas impopulares del gobierno.
Dado que las elecciones presidenciales, parlamentarias y locales están previstas para el 3 de abril, la posibilidad de que aumenten las protestas medioambientales, que bloquearon carreteras y puentes helados durante el invierno, amenaza con convertirse en un gran problema para el presidente Aleksandar Vučić. A pesar de las protestas, el Partido Progresista Serbio, de derecha y encabezado por Vučić, sigue teniendo ventaja en las encuestas nacionales y cuenta con el apoyo de más del 50% de los votantes. La ventaja es mucho menor en el ámbito local, incluida la capital, donde la coalición gubernamental está formada por el Partido Progresista y el Partid Socialista.
Ceder temporalmente a las reivindicaciones de los manifestantes ecologistas era un paso lógico. Desde entonces, tanto Vučić como la primera ministra Ana Brnabić han declarado explícitamente que su gobierno no tiene intención de paralizar el proyecto de Rio Tinto. El hecho de que la cuestión de Rio Tinto siga siendo muy candente lo convierte en una postura arriesgada.
Una petición lanzada hace aproximadamente un año por quienes se oponen a la mina ha recogido más de 292.000 firmas. Lo que más preocupa a sus signatarios es que el proyecto contamine el suministro de agua de millones de personas y ponga en peligro tanto la biodiversidad como los medios de vida en el entorno de la mina. ¿Por qué los altos cargos serbios están tan decididos a seguir adelante si existe una oposición tan fuerte a la mina?
Litio y nueva Guerra Fría
El camino de Serbia hacia la integración europea se ha visto dificultado por las guerras que desintegraron la antigua Yugoslavia en la década de 1990. Aunque Serbia forjó una estrecha relación con la Unión Europea, su desacuerdo con esta acerca de la independencia de Kosovo, que rompió con su vecino balcánico en 2008, sigue siendo un punto de fricción.
Cuando las protestas estaban en su apogeo, en Serbia se especuló sobre la posibilidad de que Vučić eligiera a otra empresa en vez de a Rio Tinto. Uno de los principales nombres que se barajaban era el de una empresa china.
Belgrado sabe que el hecho de contar con más bazas con las que jugar económica y geopolíticamente en sus negociaciones con la Unión Europea fortalece su posición. Por consiguiente, la amenaza de que Serbia recurra a China sin duda habría hecho saltar las alarmas en Bruselas.
La UE trata desesperadamente de conseguir suministro de litio ya que este mineral es un componente esencial de las baterías de los coches eléctricos y, por lo tanto, un ingrediente clave de la supuesta transición verde desde los combustibles fósiles. La UE depende actualmente de las importaciones, en su mayoría de China, Estados Unidos y Rusia, y preferiría obtener las materias primas y las cadenas de valor de las baterías más cerca de casa para que los productores de vehículos eléctricos fueran menos vulnerables en términos geopolíticos. Por supuesto, la “nueva Guerra Fría” entre Occidente y China exacerba estas preocupaciones.
De hecho, en el campo de los vehículos eléctricos la UE y Estados Unidos están tratando de ponerse a la altura de China, que se introdujo antes en ese campo, en el que ha consolidado una fuerte presencia. Según la clasificación de la cadena de suministro de baterías de iones de litio para 2020 de BloombergNEF, “el éxito de China es fruto de su enorme demanda interna de baterías, 72GWh, y del control del 80% del refinado de materias primas del mundo, el 77% de la capacidad mundial de pilas y el 60% de la fabricación mundial de componentes”.
Por consiguiente, la UE está buscando activamente todas las fuentes europeas de litio que pueda encontrar. De hecho, anima a Serbia a extraer su litio y parece aprobar el proyecto de Rio Tinto. La portavoz de la Comisión Europea Ana Pisonero reiteró el 3 diciembre el punto de vista de la UE al afirmar que “el proyecto de Jadar es una excelente oportunidad para el desarrollo socioeconómico de Serbia siempre que respete las más estrictas normas medioambientales. La UE también apoya a Serbia en sus esfuerzos por atraer socios e inversiones de la UE con el fin de crear una cadena de valor sostenible e integrada verticalmente de materias primas críticas y de baterías”.
Las referencias de Pisonero a las normas medioambientales son poco más que una concesión a la opinión pública. De hecho, la UE ha mostrado un abierto desprecio por los pobres antecedentes medioambientales del gobierno serbio, que no cumple las normas establecidas por las propias directrices de la UE.
Esto es acorde a una pauta hacer la vista gorda ante prácticas destructivas desde el punto de vista ecológico en caso de que actuar de otra manera amenace las necesidades de energía de la UE. Chile sigue siendo el principal suministrador de litio de la UE, a pesar de que su industria minera contamina suministros de agua dulce y pone en peligro a comunidades indígenas de esta nación.
Aunque la UE afirma que su producción nacional de litio será más limpia, existen dudas. Una reciente sesión pública en el Parlamento Europeo reveló varios casos en los que el mantenimiento y la planificación de presas de residuos existentes eran peligrosamente inadecuados en Estados miembros actuales. En general, hay una fuerte preocupación por el impacto que la extracción de litio tiene en la biodiversidad, el suministro de agua, la agricultura y los medios de vida locales.
De la nueva Guerra Fría al déficit democrático
No debemos esperar que el resultado final de la integración de Serbia en la UE sean la mejora del medioambiente y del nivel de vida. En unas declaraciones al Financial Times, Savo Manojlović, líder de Kreni-Promeni [Adelante, Cambio], un importante grupo que respalda las protestas contra Rio Tinto, señaló que “la mina beneficiará a la población serbia del mismo modo que los diamantes beneficiaron a la congoleña”.
Hasta ahora han sido discutibles los resultados del intento por parte de Serbia de diversificar sus fuentes de inversión extranjera directa para permitirle un mayor margen de maniobra en política exterior. Las frecuentes inclinaciones de la nación balcánica hacia el este para obtener concesiones de Estados Unidos y la UE la han llevado a los brazos de países cuyas políticas internas suelen ser mal consideradas por Occidente. Rusia se ha convertido en un importante actor energético y armamentístico en el país, lo mismo que China, que considera Serbia su principal lugar de inversión en los Balcanes occidentales. Incluso los Emiraros Árabes Unidos han invertido importantes cantidades de dinero.
Pero en última instancia este modelo de inversión directa extranjera se basa en la deuda y ha proporcionado importantes beneficios a unos pocos y mucha miseria a la mayoría. El movimiento social encabezado por Ne da(vi)mo Beograd [No abandones Belgrado o NDB] surgió en 2015–2016 en respuesta a la reurbanización del litoral de Belgrado por parte de la empresa Eagle Hill, que tiene su sede en Abu Dhabi.
En noviembre de 2021 hubo una protesta generalizada cuando los medios de comunicación serbios sacaron a la luz el trato inhumano que se daba a los cientos de trabajadores vietnamitas de la fábrica Linglong en Zrenjanin, de propiedad china. Las condiciones de esos trabajadores no eran diferentes de las que sufrían sus compañeros serbios, lo cual no es de extrañar puesto que esta nación balcánica tiene unos niveles de desigualdad muy superiores a los de la mayoría de los Estados europeos.
Serbia tiene una estrategia de desarrollo que no es rara entre los Estados situados en la periferia del capitalismo global. Implica empoderar a los capitalistas locales, desempoderar a quienes podrían desafiar al sistema y tomar la mayor cantidad posible de decisiones al margen de la esfera democrática. Al sumarse a la vía de la integración en la UE, Serbia ha tomado importantes decisiones políticas sin contar con la población y, a menudo, sin contar con los políticos electos.
Ha surgido un Estado fuerte y que no rinde cuentas a nadie para hacer frente de forma preventiva a las explosiones de ira y dificultar una oposición constante. Este Estado se ha visto premiado con siete años consecutivos de aumento de la inversión extranjera directa y con el estrechamiento de las relaciones con una UE que mantiene un desinterés general por la progresivo pérdida de funciones de las instituciones democráticas, un proceso que ha alcanzado su apogeo en los últimos años bajo el mandato de Vučić.
El fracaso de la oposición liberal y el ascenso de los Verdes
El éxito parcial de las últimas protestas generalizadas contra Rio Tinto es una prueba de que no es inútil tratar de cuestionar el control del poder que ejerce la coalición en el gobierno. Con todo, también es cierto que desde que el Partido Progresista Serbio llegó al poder en 2012 ha habido otras protestas y ninguna de ellas logró una victoria decisiva.
La razón del fracaso de las anteriores movilizaciones es en parte la preponderancia que tienen dentro de los movimientos de oposición líderes y organizaciones profundamente comprometidos de gobiernos anteriores. Ejemplo de ello es el hecho de que Dragan Djilas, exlcalde de Belgrado y líder del Partido Democrático, pilar de la oposición democrática que derrocó a Slobodan Milosevic, siga siendo una figura clave de Oposición Unida.
Un rico hombre de negocios, Djilas está desprestigiado por su relación con los fracasos de la era post-Milosevic, en la que se produjo una avalancha de privatizaciones. Muchas personas corrientes en Serbia siguen pensando que aquella fue una época en la que algunos se hicieron asquerosamente ricos mientras que el país fue obligado a ponerse de rodillas. El hecho de que los primeros contratos que llevaron a Rio Tinto a Serbia se firmaran en 2004, cuando muchos de los miembros de la actual oposición estaban en el gobierno, agrava la sensación de que la corriente principal de la oposición no tiene unas políticas muy diferentes de las del gobierno.
No obstante, ahora hay indicios de que los movimientos de protesta tratan de articular una alternativa política a las ideas del bloque dirigente de derecha y de la oposición liberal, formada sobre todo por partidos que gobernaron Serbia en la década de 2000, el equivalente serbio a lo que Tariq Ali denomina “extremo centro”.
Aunque las manifestaciones contra la reforma del litoral marítimo de Belgrado en 2016 tuvieron un alcance limitado, abrieron el discurso político a reivindicaciones que iban más allá de las preocupaciones liberales. Sin embargo, NDB no logró traducir la ira popular en poder político. Sus resultados en las elecciones municipales en Belgrado en 2018 mostraron que en aquel momento solo había obtenido un apoyo limitado más allá del próspero centro de la ciudad.
En las protestas medioambientales que llevaron al movimiento contra Rio Tinto de noviembre y diciembre de 2021 han surgido dinámicas similares. Se han creado nuevas redes, como Ekološki ustanak [Levantamiento Ecológico], que reunió a cuarenta y cinco organizaciones locales para empezar las protestas en abril de 2021 y puso muchas esperanzas en la organización popular. De forma similar, seis asociaciones de zonas amenazadas directamente por la mina de lito formaron en octubre Savez ekoloških organizacija Srbije [Unión de Organizaciones Ecológicas de Serbia].
Para finales de año, las protestas desarrollaron un carácter más popular y espontáneo que las que tuvieron lugar en Belgrado en 2016. El movimiento no tenía un liderazgo claro y varias organizaciones empezaron a disentir acerca de las tácticas una vez que el gobierno retiró las polémicas leyes en diciembre. Ekološki ustanak defendía seguir con las protestas hasta que el proyecto de Rio Tinto fuera oficialmente archivado, pero Kreni-Promeni y NDB declararon la victoria. Aunque estas organizaciones han seguido organizando juntas las siguientes protestas, la sensación colectiva parece ser que el movimiento es más amplio que una sola organización.
Con todo, está claro que algunas de estas organizaciones seguirán trabajando junto a otras dentro de una nueva “coalición verde” de grupos ecologistas y liberales locales para presentarse a las elecciones. Es probable que esta coalición sea la tercera fuerza en el parlamento serbio, con un 7% de los votos nacionales y una presencia aún más significativa en varios municipios. También es posible que presente un candidato a la presidencia.
NDB es uno de los principales impulsores de esta restructuración verde de la escena política serbia y está claro que espera repetir el éxito de Možemo! [¡Podemos!], un movimiento municipal verde que se presentó por primera vez en 2017 como Zagreb je naš! [¡Zagreb es nuestro!] y en verano de 2021 ganó las elecciones locales en Zagreb, la capital de la vecina Croacia. Algunos sectores de la izquierda serbia han respaldado la nueva política verde y se habla mucho de [tener] “un pie en el activismo y otro en la política electoral” .
Resultados y perspectivas
Sin embargo, partidos más profundamente arraigados en los movimientos sociales en otros países, desde el Partido de los Trabajadores de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil hasta el Syriza de Alexis Tsipras en Grecia, se han hundido con consignas similares. Además, muchas de las fuerzas que participan en la cada vez mayor coalición política verde en Serbia están profundamente comprometidas con la integración en la UE y son cercanas a los Verdes europeos.
Una declaración reciente de dos de los miembros de la coalición verde, Zajedno za Srbiju [Juntos por Serbia] y Akcija, hecha pública para celebrar la decisión del Ekološki ustanak de participar en las elecciones con la coalición, afirmaba que lucharían juntos por una “Serbia en Europa, no por una Serbia basurero de Europa”.
Resulta significativo que Zajedno za Srbiju esté liderado por un antiguo miembro del Partido Democrático y alcalde de la ciudad occidental de Šabac, Nebojša Zelenović. Aunque el auge de la política verde y los discursos sobre la “revolución verde” abren espacios para ideas de izquierda que pueden desafiar al neoliberalismo, sigue siendo muy poco probable que la mayoría de las fuerzas que participan en la coalición verde haya trabajado un programa explícitamente de izquierdas.
Las fuerzas anticapitalistas también han participado junto a los verdes en los movimientos de protesta de los últimos años, aunque su éxito ha sido modesto. Durante un tiempo consiguieron situar las reivindicaciones sociales al frente de las protestas de abril de 2017, “Contra la dictadura”. Durante el movimiento de protesta “Uno de cada cinco millones” de 2019 contra la violencia del régimen incluso lograron organizar un bloque de izquierda visible con sus propias consignas y reivindicaciones en el que se incluían la Unión Socialdemócrata (que inició el Partido de la Izquierda Radical), Marks21 [Marx21] y Marksistička organizacija Crveni [Organización Marxista Roja]. El movimiento anticapitalista tuvo un alcance limitado, a pesar de su programa radical. Como han demostrado las sociólogas Jelena Pešić y Jelisaveta Petrović, los dirigentes de las protestas, pertenecientes a la clase media, no consiguieron ganarse el apoyo de las clases populares, lo que dejó al bloque de izquierdas relativamente aislado y a menudo se ofreció una imagen muy distorsionada de él tanto en los medios de comunicación del régimen como en los liberales. Un destino similar le esperaba a la intervención de la izquierda en las protestas de 2020, que la policía reprimió con contundencia.
Durante un tiempo el nuevo Partido de la Izquierda Radical pareció ser un proyecto que podría ayudar a las fuerzas anticapitalistas a salir del aislamiento. Dividido por luchas entre facciones y centrado en lo interno, el partido nació muerto y se escindió en tres direcciones. Sin duda la vía para salir de la oscuridad política está en volver a intervenir de forma visible en los movimientos de masas, con unas reivindicaciones claramente centradas en la clase que puedan repercutir dentro y más allá de los movimientos ecologistas.
Una consigna de una de las pancartas de Marks21 se pudo ver durante todas las protestas y en casi toda la cobertura mediática de los acontecimientos. Abriéndose paso a través del marasmo del discurso de izquierda, dejaba claras dos reivindicaciones: lo que debería hacer el gobierno es “¡Detener a los inversores! ¡Salvemos la naturaleza!”. El hecho de que estas palabras cobraran tanto protagonismo durante el punto culminante de las protestas demuestra que hay un público potencial para estas consignas de la izquierda.
A corto plazo, la izquierda deberá trabajar de forma no sectaria con todos aquellos que deseen continuar con las protestas masivas contra Rio Tinto al tiempo que envía el mensaje de que la suerte de la riqueza natural del país debe ser decidida por el pueblo y para el pueblo.
Cualquier éxito futuro exigirá romper explícitamente con la estrategia de crecimiento neoliberal, parte de la cual es la integración de Serbia en la UE. También exigirá luchar por aumentar la democracia en las esferas política, social y económica.
Fuente: https://www.jacobinmag.com/2022/01/serbian-lithium-rio-tinto-environmental-protest-movement-eu
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