Recomiendo:
0

Presidenciales francesas

Las fuerzas del establishment europeo siguen controlando la situación

Fuentes: Rebelión

El resultado de la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas no ha arrojado grandes sorpresas. Tal vez el único dato un poco sorprendente sea el buen resultado obtenido por Jean Luc Mélenchon, pero incluso éste también era bastante previsible. Los dos fenómenos que trastocaron el panorama tuvieron con ver con la situación novedosa resultante […]

El resultado de la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas no ha arrojado grandes sorpresas. Tal vez el único dato un poco sorprendente sea el buen resultado obtenido por Jean Luc Mélenchon, pero incluso éste también era bastante previsible.

Los dos fenómenos que trastocaron el panorama tuvieron con ver con la situación novedosa resultante de estas elecciones, que las dos grandes familias políticas francesas de los últimos decenios, socialistas y gaullistas, hayan quedado eliminados para la segunda vuelta. Efectivamente, del lado socialista la victoria en las primarias de su candidato Benoît Hamon y su repudio por el aparato del PS pronosticaba la debacle sufrida por los socialistas franceses y su ingreso en el terreno de la pasokización de la socialdemocracia europea, sumándose a los socialistas griegos, españoles y holandeses, y seguramente no siendo los últimos de la serie. De lado de la derecha, tras la derrota de Nicolas Sarkozy y Alain Juppé en las primarias, y los casos destapados de corrupción de su candidato oficial, François Fillon, su derrota también era más que previsible.

Así que las posibilidades para pasar a la segunda vuelta estaban situadas en tres candidatos, Marine Le Pen casi sin dudas, Emmanuel Macron también porque tanto los socialistas como la derecha le habían designado como su candidato salvación, y Mélenchon, que debía, como así ha ocurrido, recoger parte del malestar que expresaron las huelgas sindicales y el movimiento de los «indignados», y parte del voto socialista que veía como el aparato del PS hacía piña con la derecha para apoyar a Macron y hundían, así, las posibilidades de Hamon.

¿Podía haber pasado a la segunda vuelta Mélenchon para disputarla a Macron o Le Pen? Posiblemente, con una condición, que el candidato socialista, Hamon, hubiese denunciado al aparato de su partido por traición al apoyar a Macron y hubiese alcanzado un acuerdo con Mélenchon para apoyarle en la primera vuelta retirando su candidatura. Pero no ocurrió. Ha sido una repetición de lo ocurrido en España unos meses antes cuando Pedro Sánchez, el secretario y candidato del PSOE, rechazó la posibilidad de buscar un gobierno con Podemos y, en su lugar, permitió que primero le dieran un golpe de Estado interno y, luego, la gestora del PSOE terminase apoyando un nuevo gobierno de Rajoy mediante la abstención.

Los aparatos socialistas están totalmente compenetrados con el establishment y son su última trinchera de defensa frente al asalto del poder por fuerzas contestatarias. También el Pasok formó gobierno con la derecha griega para impedir la victoria de Syriza. Los Benoît Hamon o Pedro Sánchez son figuras patéticas que intentan aparentar la existencia de una izquierda en el seno de los partidos socialdemócratas pero que, al igual que los aparatos que los ningunean y combaten, son unos peones indispensables del establishment.

Existe de facto una alianza no escrita entre socialdemócratas y liberal-conservadores en Europa para derrotar los asaltos provenientes tanto por la izquierda como por la derecha, y hasta la fecha está funcionando satisfactoriamente. Ha sido el caso en Grecia, en Austria, en Holanda, en España y, ahora, en Francia. Seguramente también será el caso en las próximas elecciones británicas de junio cuando los conservadores recuperen los votos del UKIP y se hagan cargo de su programa xenófobo, mientras que el aparato laborista acabe con Corbyn negándole el apoyo para llevarle a la derrota electoral como paso previo a su defenestración. La excepción a esta regla no escrita está en Portugal, donde la socialdemocracia consigue mantener un gobierno progresista apoyado por el bloque y los comunistas.

En Francia, la estrategia del establishment está funcionando según lo previsto. En la primera vuelta se trataba de neutralizar a Mélenchon y, como hemos apuntado, el papel jugado por Benoît Hamon ha sido indispensable. En la segunda vuelta la tarea de derrotar a Le Pen parece aún más fácil. El Frente Nacional es, por su carácter ultraderechista, un partido aislado políticamente, ya los socialistas y la derecha se han apresurado a pedir el voto para Macron en la segunda vuelta, y Mélenchon está también obligado a ello para impedir el triunfo de Le Pen, repitiendo así la situación de la izquierda en las presidenciales de 2002, cuando ante el enfrentamiento entre Jean Marie Le Pen y Chirac, envuelto éste en procesos de corrupción, la izquierda levantó la consiga de «votar a un corrupto antes que a un fascista».

El gran malestar social europeo generado durante la crisis se ha canalizado a veces a través de formaciones políticas de extrema derecha y otras de izquierda. Hasta ahora las fuerzas del establishment han sido capaces de maniobrar para neutralizar ambos tipos de asaltos al poder. Solo en un caso concreto, Syriza en Grecia, una fuerza de izquierdas con programa rupturista alcanzó el gobierno para terminar claudicando y socialdemocratizarse. El otro caso, el portugués, es el único caso de gobierno progresista mediante una alianza de la socialdemocracia con la izquierda.

Hasta ahora, afortunadamente, los esfuerzos de la extrema derecha no han sido capaces de alcanzar el poder, pero ello no ha sido debido tanto al peso de la izquierda como a la fortaleza del establishment.

La izquierda en Europa se encuentra en una difícil coyuntura. No siendo previsible la repetición de unos resultados como los de Syriza cuando alcanzó el poder, y aún así tuvo que pactar con un pequeño partido de derecha nacionalista, su única posibilidad de lograr posiciones de poder requiere alianzas que no existen en la práctica con la línea política actual de la socialdemocracia europea. Por otro lado, para evitar victorias de la extrema derecha debe apoyar tácticamente los frentes políticos que se oponen a estas fuerzas, frentes que encabezan las fuerzas del establishment, como fue el caso de Austria o ahora en Francia.

Las nuevas fuerzas de izquierda o progresistas (Syriza, Podemos, La Izquierda alemana, las coaliciones o movimientos alrededor de Mélenchon, etc.) que en los últimos años han intentado superar con otros discursos y proyectos a las viejas fuerzas de izquierda ancladas en resultados electorales reducidos, han conseguido ciertamente en algunos caso mejorar de forma notable dichos resultados, pero su situación estratégica, por el contrario, no ha variado, siguen encontrándose como las fuerzas de la vieja izquierda aisladas políticamente y, por lo tanto, neutralizadas, mientras observan preocupadas como el malestar de las clases populares que deberían haber encontrado un cauce natural de expresión en estas nuevas fuerzas es también canalizado por fuerzas xenófobas y de extrema derecha.

Se pueden consultar otros artículos y libros del autor en el blog: http://miradacrtica.blogspot.com/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.